Presentan tres piezas para ensamble de cámara

Voces, Algo pasa que no pasa nada y Antifaz, en torno al Movimiento Estudiantil

Gustavo Larrea, Andrea Chamizo, Arturo Márquez y Diego Lozano. Foto: Karen Tovar (servicio social).
Gustavo Larrea, Andrea Chamizo, Arturo Márquez y Diego Lozano. Foto: Karen Tovar (servicio social).

Como resultado de la tercera edición de la Cátedra Extraordinaria Arturo Márquez de Composición Musical, se presentaron tres obras de jóvenes mexicanos para ensambles de cámara en el Auditorio del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Todos los trabajos fueron creados en torno al Movimiento Estudiantil de 1968.

Gustavo Larrea, quien inició su formación musical a los 15 años y actualmente estudia composición en la Facultad de Música, estrenó Las voces de Tlatelolco, basada en el poema de José Emilio Pacheco, texto que fue cantado y hablado por el barítono Rodrigo Urrutia. En un principio Larrea pensó en reunir fragmentos de diferentes testimonios sobre el 68, y al final decidió utilizar el poema del creador de Batallas en el desierto, al considerar que éste resumía muy bien lo sucesos trágicos del 2 de octubre.

Diego Lozano, quien se ha dedicado a hacer música y diseños sonoros para proyectos cinematográficos, varios de ellos premiados, presentó Algo pasa que no pasa nada, obra en tres movimientos a los que llamó Fosas, Revuelta de voces y Volcánica. Incorporó a los clásicos instrumentos del ensamble elementos electrónicos, efectos sonoros digitalizados, y él mismo interpretó la guitarra conectada al ordenador. En el segundo movimiento intercaló audios que editó de discursos de los expresidentes Díaz Ordaz y Echeverría, los verdugos del M68, en los que ambos expresan su enfermizo rencor y odio a los jóvenes contestatarios de los años 60.

Andrea Chamizo, maestra en Composición por el Centro de Investigación y Estudios de la Música, ofreció dos obras, la primera denominada Antifaz, en la que al inicio retoma la parte rítmica del goya universitario y del huelum politécnico y los fusiona, para luego hacer una cita de las Fanfarrias olímpicas de 1968, de Carlos Jiménez Mabarak, mismas que iría distorsionando progresivamente para marcar el contraste entre lo festivo y el duelo que simultáneamente se vivía 10 días después de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas. Heridas abiertas que logró recrear acertadamente en densas atmósferas sonoras. La siguiente pieza fue Tlatelolco 68, para la que echó mano del poema del mismo nombre, autoría de Jaime Sabines y cantado por Rodrigo Urrutia.

Dos presentaciones

El concierto formó parte del ciclo Música Contemporánea. Arturo Márquez comentó al final que en el seminario que él ha coordinado por tercer año consecutivo, los jóvenes participantes tienen la fortuna de que sus composiciones se tocan para que el público las conozca y las aprecie. En esta ocasión se programaron dos presentaciones, la segunda será con orquesta. “La música de estos jóvenes es tinta fresca llena de drama y dolor. Atrás de sus obras hay un fuerte trabajo de investigación, son composiciones con una gran carga emocional y de conciencia”, dijo el autor de Danzón número 2, Goyas y Tiempos floridos.

Márquez hizo una evaluación del estreno: “Me pareció excelente la interpretación de los músicos, todos muy entregados. Es la mejor manera de hacer una alianza entre compositores, intérpretes y directores”.

Entre los asistentes al concierto, que se dio en el marco del programa M68: Ciudadanías en Movimiento, estuvieron miembros de la Junta de Gobierno y el rector Enrique Graue Wiechers, quien comentó a sus acompañantes del talento de estos jóvenes.

También podría gustarte