¿Quién era Jerónimo de Aguilar?

De los hombres que acompañaron a Hernán Cortés desde Europa a América, este "conquistador" ha visto su figura diluida en los anales históricos, asegura Carlos Conover Blancas, académico del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM

Entre los hombres de Hernán Cortés que participaron en la toma de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, Jerónimo de Aguilar ocupa un lugar decisivo aunque su figura aparece diluida en los anales históricos.

¿Quién fue ese audaz conquistador? De acuerdo con Carlos Conover Blancas, académico del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, se trata de un personaje diferente de entre quienes han registrado los cronistas e historiadores así como entre literatos, cuyas obras recrean la singular vida de este español del siglo XVI, quien también se lanzó, deslumbrado, a la aventura de encontrar riqueza y nuevas rutas comerciales hacia el Oriente.

Era un andaluz –describe el historiador–, nacido en Écija, un pequeño poblado entre Córdoba y Sevilla hacia 1490, que a finales del siglo XV era un cruce de caminos donde varias órdenes religiosas habían fundado conventos. Un hermano de Jerónimo, Juan, era cura de Santa Cruz de Écija, la iglesia más antigua de la villa, hecho que influyó en Jerónimo pues se convirtió en diácono, hecho que se ha prestado a confusiones pues un diácono no tenía las obligaciones del clero secular.

De pronto, resumió el investigador en el Centro de Estudios Mayas, en 1509 Jerónimo de Aguilar cambia su vocación y parte a La Española donde la Corona estaba consolidando la conquista de las Antillas.

Era un horizonte prometedor para este joven, pero por circunstancias aún no esclarecidas decide participar en la expedición a Veragua, una gobernación creada por Fernando el Católico, gran porción de Tierra Firme en América Central donde fundan el legendario Darién.

Tras enconadas disputas, sordas traiciones e incontables infortunios, los pobladores continúan en búsqueda del oro que tanto el Almirante Cristóbal Colón como su hijo Diego.

Las exploraciones en esta región no cesan ni el sometimiento de los pueblos de Panamá donde Vasco Nuñez de Balboa tiene las primeras noticias de la Mar del Sur y decide dar la buena nueva a Diego Colón con lo que empieza el envío de naves a La Española.

A inicios de 1512 sale un bergantín del Darién pero no llegará a su destino. Aunque estos barcos de principios del siglo XVI eran la punta tecnológica de la náutica de entonces, eran endebles y en el Caribe enfrentaban a un enemigo invisible que poco a poco los mermaba. Se trata de la “broma”, un gusano (Teredinidae) que vivía alojado en el maderamen destrozándolo.

Ese bergantín seriamente dañado por la “broma” encalló cerca de Jamaica, en un enorme bajo llamado Las víboras y se deshizo en poco tiempo. Entre los desafortunados iba Jerónimo de Aguilar.

Los que pudieron, ocuparon un pequeño batel, pero sin poder hacer más, vieron como la corriente del Caribe los empezó a llevar a la deriva. Uno a uno, los náufragos fueron muriendo y en el momento de más desesperación la corriente marina, arrojó al grupo restante a una playa de Cabo Catoche, al norte de Quintana Roo en la Península de Yucatán.

Esa zona, a finales del siglo XV, formaba parte de uno de los principales cuchcabales, es decir, una de las provincias más poderosas de los mayas de Yucatán, organizada tras la caída de la liga de Mayapán, llamada Ecab. Su capital era la ciudad portuaria del mismo nombre.

La primera reacción de los mayas al ver a los náufragos no fue sacrificarlos, como siempre se ha creído, sino proporcionarles ayuda y trasladarlos a un lugar llamado Xama-Xamanzama (en maya yucateco “Lugar del amanecer”), que no es otro sino el macro asentamiento conocido hoy en día como Tulum-Tancah.

Si se da crédito a la información de Bernal Díaz del Castillo en su famosa Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España puede concluirse que los diferentes señores de la región hayan tomado a los náufragos a su servicio, lo que explica el por qué Jerónimo de Aguilar fue a dar a Tulum y otro de ellos, Gonzalo Guerrero, a Chetumal, otro de los cuchcabales importantes con presencia del linaje Pat.

Es 1512 y Jerónimo de Aguilar tiene la suerte de convertirse en sirviente de un sacerdote quien, probablemente, era miembro de la élite de Xama-Xamanzama que los historiadores han registrado como ¿Ah Kin Cutz? el “gobernante sacerdote”.

Es una enorme ironía, desde la óptica de Conover Blancas, que un diácono católico se convirtiera en sirviente de un sacerdote maya, refinado y miembro de la élite de este macro asentamiento.

Aunque poco se sabe de la vida de Aguilar entre los mayas en los años entre 1512 y 1519, hay evidencia de que perteneció a un segmento social de servidumbre. Díaz del Castillo refiere que cuando lo rescataron en 1519 apareció “trasquilado a manera de indio esclavo”, con un corte de pelo, propio de los h-k’os, es decir “criado que tiene el pelo cortado” en maya. En fin, Bernal dice que cavaba los maizales e iba por agua, una especie de sirviente del trabajo agrícola.

En la tercera expedición que salió de Cuba en 1519, el capitán Hernán Cortés tiene la encomienda de rescatar a unos españoles que se encontraban en esa zona, cosa que hace, no sin momentos azarosos y de verdadero accidente.

En el encuentro con Cortés, de inmediato se revela como intérprete, sabe hablar la lengua maya y se convierte en lengua de los expedicionarios ante los mayas.

En la desembocadura del río Tabasco (hoy Grijalva) es cuando da sus primeras muestras de su eficacia, sobre todo después de la batalla de Centla. Ahí conocen a Marina, otro gran personaje de la conquista. Su figura va a terminar por eclipsar a la de Jerónimo de Aguilar, pero en este primer momento ambos se desempeñan como intérpretes, sobre todo después de la partida del área maya y al arribo a las tierras de dominio mexica en las costas veracruzanas.

Ahí se articula la díada de intérpretes. Marina y Aguilar hablan entre sí para aclarar conceptos y palabras en español y náhuatl, tamizados por maya chontal y maya yucateco. “Aquí hay una gran cuestión a precisar, señaló Conover Blancas.

Integrado a la hueste cortesiana -asienta el historiador en su estudio Del buen cautivo y del mal salvaje. Naufragios y cautiverios de Jerónimo de Aguilar- “realizó trabajos de gran valor durante el avance de los invasores por Mesoamérica. Todos tuvieron como denominador común una gran habilidad para la comunicación.

“Ante todo, Aguilar fue intérprete y también efectuó una labor de propaganda al comunicar a los diversos pueblos indígenas con los que se encontraban los conquistadores el origen, la fe y la misión de aquellos misteriosos hombres. Además, instruyó a diversos mensajeros indígenas para que llevaran recados a sus señores; claro, en varias ocasiones el propio Aguilar, cumplió esta labor. Finalmente, el andaluz fue informante en momentos cruciales de la conquista. De todas estas labores, la mayoría realizadas junto a una indígena que pronto fue incorporada a la expedición de conquista”.

El náufrago rescatado se mostró desde el principio como un elemento valioso de la hueste. A su dominio de uno de los idiomas mesoamericanos se sumaron su iniciativa personal y su conocimiento de las costumbres indígenas.

Un punto alto en esta labor ocurrió “cuando los españoles ya estaban instalados en la ciudad, la pareja de intérpretes cumplió la tarea de ser mensajeros ante el tlatoani. La primera ocasión sucedió cuando el capitán general quiso conocer el Templo Mayor: ‘Y para ello enbió (sic) por mensajero a Gerónimo de Aguilar e a doña Marina’.

“La segunda oportunidad tuvo lugar cuando la misma pareja visitó a Moctezuma para informarle de la construcción de una iglesia pequeña en los aposentos destinados a los españoles.

“Una tarea más delicada para nuestro personaje fue ser el intérprete durante el acto por medio del cual Moctezuma aceptaba la soberanía del emperador Carlos V”.

A final de su vida en 1526, después de la caída de Tenochtitlan se encuentra con Marcos de Aguilar, quien lo había traído a La Española en 1509, 16 años después se van a encontrar en México porque su pariente llega como gobernante de la Nueva España y le da varias encomiendas: Molango, Xochicoatlán y otra, cuyo nombre se desconoce, situada en el moderno estado de Hidalgo.

Jerónimo de Aguilar se une a una noble tlaxcalteca llamada Elvira Toznenitzin, “hija de un principal de Topoyanco, provincia de Tlaxcala, llamado don Alonso Cuauhtimotzin y de doña Francisca Acatlmina, su mujer”. De Elvira nace Luisa de Aguilar, aunque no en matrimonio por la iglesia.

Se tiene noticia, aunque sin precisar, que muere entre 1529 y 1531. Marina va a tener gran protagonismo en el siglo XVI y tiene amplio crédito en la Conquista. En cambio, Jerónimo de Aguilar no tiene la misma fortuna que sus contemporáneos y con el tiempo su figura se desvanece, concluyó el estudioso.

Pueden descargar el libro en: cephcisunammx.wixsite.com

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