Rescata el Servicio Mareográfico Nacional de la UNAM valiosos datos del interior del huracán Otis

Su objetivo es contribuir a la mejora de los modelos de predicción, y así estar más preparados ante la ocurrencia de este fenómeno en el futuro

Miriam Zarza y Valente Gutiérrez.

Son las 00:00 del miércoles 25 de octubre de 2023. Otis, que hace sólo 12 horas era una tormenta tropical, estaba a punto de impactar la costa de Acapulco ya como huracán de categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson. En ese momento, en el Servicio Mareográfico Nacional (SMN) del Instituto de Geofísica de la UNAM, se efectuaba el seguimiento del evento gracias a los datos de las dos estaciones de monitoreo que tiene ubicadas en el interior de la bahía de aquella ciudad: una en las instalaciones de ASIPONA (Administraciones del Sistema Portuario Nacional) y otra en el Club de Yates.

Todos los valores reportados por los sensores comenzaban a cambiar muy rápidamente, hasta que, de repente, a las 00:22 se perdió toda comunicación con las estaciones. Fueron muchas horas de incertidumbre, la información en medios de comunicación fluía muy lentamente, y no fue sino hasta muy entrada la mañana del 25 de octubre que los noticieros comenzaron a mostrar algunas imágenes de la terrible devastación que había sufrido el puerto.

En el SMN seguía la incertidumbre total al no poder tener comunicación alguna con las estaciones, ni por satélite ni por internet. La incertidumbre se comenzó a disipar hasta el viernes 27 de octubre, cuando por la mañana una de las estaciones (ASIPONA) empezó a transmitir nuevamente datos, y poco después la segunda (Yates) también lo hizo; aunque los valores recibidos de esta última hacían pensar que los sensores se encontraban completamente dañados.

Desafortunadamente, a los datos recibidos en las instalaciones del Servicio Mareográfico Nacional les faltaban los días miércoles 25 y jueves 26, y junto con ellos el registro de todo el huracán. Había que tomar una decisión rápida: si las condiciones del camino lo permitían, tendríamos que ir a Acapulco a tratar de recuperar los datos directamente de los sensores, a realizar mediciones en las paredes de las edificaciones cercanas a la costa antes de que se borraran las marcas, y a recoger el testimonio de los pobladores.

Se decidió hacer el viaje de campo, y los encargados de esta tarea serían la ingeniera Miriam Zarza Alvarado y el físico Valente Gutiérrez Quijada, dos de los técnicos más experimentados del SMN. Viajaron en autobús comercial de madrugada para llegar el sábado 28 al puerto.

Durante toda su estadía en Acapulco tuvieron que trasladarse a pie debido a la falta de transporte, y llevando víveres suficientes desde Ciudad de México por la falta de comida y sitios de venta.

En primer lugar, se desplazaron a la estación de ASIPONA. Al llegar, comprobaron que, gracias a la alta calidad con la cual el SMN hizo la estación, era la única estructura en pie del muelle. Toda la barda perimetral había desaparecido y el alambre de púas que estaba en la parte superior de dicha barda ahora se encontraba enredado en la estación. Al verificar el estado de los equipos, pese a que algunos sensores tenían daños, los más importantes pudieron registrar el evento en su totalidad.

Posteriormente, los técnicos se dirigieron a la estación del Club de Yates. Durante el traslado, documentaron mediante fotografías los estragos que había causado el huracán, más allá de las zonas hoteleras que tanto fueron mostradas en medios: estructuras colapsadas, decenas de postes de luz caídos, vegetación arrancada de raíz. Al llegar a la segunda estación corroboraron que ésta fue la que sufrió más daños: vidrios rotos, el techo con serias cuarteaduras, y los sensores que ahí estaban, del nivel del mar y GPS, completamente destrozados.

Una vez terminada la inspección de las estaciones se procedió a reunir los testimonios de los pobladores, los cuales son sumamente útiles para complementar los datos recogidos por los sensores. En general, aquéllos están de acuerdo con que fue el viento lo que causó la mayor devastación, y que la lluvia tuvo una menor influencia.

Registro completo de los sensores meteorológicos y del nivel del mar de la estación
de Acapulco ASIPONA. Imagen: cortesía SMN.

Poco después de las 16:00 horas, el equipo partió de Acapulco para regresar a Ciudad de México, ya que ante la falta de hoteles, pernoctar en la zona no era una opción.

Varias horas después, en las últimas horas del sábado 28 de octubre, el equipo llegó sano y salvo a Ciudad Universitaria.

Los datos recuperados por Miriam y Valente son absolutamente impresionantes: el sensor de viento registró un máximo de la velocidad de ráfaga de 329.76 km/h a las 00:40 del día 25 de octubre, pocas veces en el mundo un sensor de viento ha podido medir esta clase de velocidades.

Esta velocidad de ráfaga coloca a Otis bastante cerca del huracán que ostenta el récord en el Pacífico nororiental: Patricia, con 345 km/h. Cabe destacar que para que el sensor de viento registre una velocidad de ráfaga, esta debe sostenerse durante tres segundos o más.

Otro valor interesante es el viento sostenido, el cual para que sea registrado por el sensor requiere mantenerse durante un minuto o más, y el cual tuvo un máximo de 182.88 km/h, a la misma hora que se registró el pico de la ráfaga. El viento sostenido es el que causa la mayoría de los daños a la infraestructura.

En el sensor de presión atmosférica se puede observar que ésta cayó de 1005 hPa hasta 963.5, lo cual indica que, aunque el centro del ojo no pasó exactamente sobre la bahía de Acapulco, sí lo hizo bastante cerca.

En la variable de humedad se puede ver que de estar en un 60 % a las 8:00 de la mañana del día 24 de octubre, llegó al 100 % poco antes de las 02:00 del día siguiente, y la temperatura que estaba alrededor de los 30° cayó hasta los 23° poco después de las 00:00 del día 25 de octubre.

Mención aparte merecen los registros del nivel del mar, ya que afortunadamente la marea de tormenta fue muy pequeña, sólo de 45 centímetros, y además ocurrió durante marea baja, por lo cual prácticamente no hubo inundaciones. Las mediciones hechas por Miriam y Valente en las paredes de los edificios cercanos a la costa corroboran este dato. De haberse registrado una marea de tormenta intensa, a las ya de por sí graves afectaciones que tenía Acapulco, se les hubiera agregado una inundación de varios días de agua de mar, lo cual habría complicado considerablemente todas las labores que se efectúan para el restablecimiento de los servicios y la restauración de las comunicaciones.

Con las primeras gráficas que generamos de estos datos, creamos un hilo en X (antes Twitter), que rápidamente se viralizó. Al momento de la redacción de este artículo, la publicación llevaba más de 413,000 impresiones.

Este hilo dio también pie a notas periodísticas nacionales e internacionales, incluyendo medios tales como El Universal, Milenio, Reporte Índigo, Excélsior y The Washington Post. Esto es una muestra clara de que no sólo la comunidad científica tiene la necesidad de datos, sino que el público en general también quiere conocer los detalles que rodearon a este fenómeno.

Sirvan estas últimas líneas para expresar el mayor reconocimiento a la ingeniera Miriam y al físico Valente por su destacada labor en campo, y los datos recogidos serán puestos a disposición de la comunidad científica nacional e internacional en nuestro portal web www.mareografico.unam.mx, con el objetivo de contribuir a la mejora de los modelos de predicción, y así poder estar más preparados ante la ocurrencia de este fenómeno en el futuro.

*Jefe del Servicio Mareográfico Nacional

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