Revaloran textos creados por gente común

El historiador participó en el segundo ciclo de conferencias internacionales

Alrededor de 1900, Lorina Bulwer, interna en el manicomio para mujeres Great Yarmouth, en Norfolk, al este de Inglaterra, escribió una notable y extremadamente larga carta bordada en diferentes tipos de tela que mide cinco metros de largo, y en la que narró de esta forma una enmarañada biografía que detallaba su ira por estar confinada con sus compañeras lunáticas, repetía su nombre constantemente, y se declaraba libre.

“El ejemplo de Lorina Bulwer nos recuerda la importancia de la escritura en todos los niveles de la sociedad, tanto con fines privados como públicos, así como en el proceso de formación de la identidad. También demuestra que la escritura es omnipresente y, a menudo, utiliza materiales inesperados y tecnologías poco ortodoxas”, consideró Martyn Lyons, historiador de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

El profesor emérito de Historia y Estudios Europeos ofreció la charla El escritor común, al participar en el segundo ciclo de conferencias internacionales “Una cita con la Biblioteca Nacional de México: Historia de la lectura y del libro en la pospandemia. Reflexiones sobre un porvenir incierto”, organizado por el Instituto de Investigaciones Bibliográficas.

El especialista en Historia del Libro explicó que múltiples han sido las evidencias que han dejado personas comunes sobre las guerras o las migraciones con escritos no sólo en papel, sino hasta bordados en sábanas, que reflejan la necesidad de comunicar su historia, con diversos vaivenes.

De ahí que la idea de que las clases bajas o menos alfabetizadas han dejado poco rastro de su existencia –porque nunca dominaron la pluma o el lápiz– debe ser reconsiderada, y es tiempo de incluir su escritura en cartas, grafitis y otros mensajes que muestran su influencia en la cultura y la historia, destacó.

Documentos que no siempre siguen convenciones del lenguaje escrito, que presentan faltas de ortografía o con letras que muestran un pobre manejo de la pluma, ilustran muy bien la importancia de la enseñanza del lenguaje.

En este caso, detalló, la migración española es un gran ejemplo, pues muchos jóvenes salieron de su país siendo adolescentes y con un conocimiento incompleto de la lectura y la escritura, pero aquellos que tuvieron más éxito invirtieron en las escuelas de sus lugares de origen con la esperanza de que las siguientes generaciones estuvieran mejor preparadas.

“El estudio de la alfabetización histórica ya no se encuentra como antes en esquemas estadísticos basados en quién podía firmar un registro matrimonial o no. En cambio, investiga el acceso a la lectura, la escritura y los usos que las personas alfabetizadas daban a sus habilidades. Al considerar los usos y funciones de la escritura en diferentes contextos históricos, de ahora en adelante debemos incluir a los escritores que carecieron de educación formal y que no disfrutaron de un dominio completo de las habilidades letradas”, consideró el historiador.

Escritos ordinarios

Lyons enfatizó que las personas de orígenes sociales modestos siempre han dejado huellas estrictas de su existencia, por demás oscura. Estos textos fueron nombrados por el antropólogo francés, Daniel Fabre, como escritos ordinarios, los cuales permiten rescatar vidas olvidadas en el anonimato y darles forma y sustancia. Considerar el pasado desde el punto de vista de las personas que no pertenecen a las élites abre la posibilidad de una historia alternativa que contrasta con las narrativas políticas convencionales de arriba hacia abajo. Esto cambia la perspectiva, centrándose en las suposiciones y preocupaciones de las llamadas masas silenciosas y descubriendo que, después de todo, no han sido tan silenciosas, agregó.

Otro ejemplo de estos textos, comentó, son las cartas de los soldados en la Primera Guerra Mundial, tiempo en el que se produjo lo que podría llamarse una “diarrea” literaria, pues en Francia, en 1915, se enviaron cuatro millones de cartas diarias; en Italia de 1915 a 1918, se registraron cuatro mil millones de envíos postales; mientras que en Alemania de 1914 a 1918, se tienen más de 30 mil millones de envíos.

Las migraciones transoceánicas son otro motivo por el cual miles de personas escribían cartas, en las que se puede visualizar cómo era la experiencia en sí misma, el proceso de vida en un nuevo país, por el cual muchos adquirieron doble identidad, ofreciendo una versión alternativa de la historia que revalora a los emigrantes no sólo como entes anónimos, sino como agentes que determinan su propio futuro.

Sobre la posibilidad de realizar este ejercicio en la modernidad, empleando registros de redes sociales como Twitter, el investigador consideró que para utilizarlos se deben superar algunos problemas como el tiempo de vida de estos recursos, pues la memoria de dichos archivos es efímera y conservarlos puede ser un problema; además, se debe tomar en cuenta la estructura del texto, pues no es lo mismo escribir una carta que un mensaje de correo electrónico.

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