Una historia de la Revolución le habla con fuerza al actual patriarcado

Más allá de los hombres, obra de María Luisa Ocampo, escrita en 1928, se estrenó en el Festival Cultura UNAM

Foto: José Jorge Carreón | Teatro UNAM.

En la maraña atroz de la guerra y su espiral infinita de venganza, la directora de escena Ruby Tagle rescata una máxima: lo indefendible es culpar a las víctimas. Es el acento que lleva su adaptación de una pieza recién desenterrada del olvido, de la dramaturga mexicana María Luisa Ocampo (1899- 1974): Más allá de los hombres, un texto escrito en 1928 que Teatro UNAM y la Compañía Nacional de Teatro (CNT) llevan a escena en estreno, como parte del Festival Cultura UNAM.

“A veces la gente justifica lo indefendible. No importa de qué lado de la guerra estés, las víctimas inocentes como daño colateral jamás serán admisibles”, sostiene la creadora escénica, a propósito del texto que, situado según su adaptación en 1918 (durante la Revolución mexicana), le habla con contundencia al presente.

La trama de Más allá de los hombres se desenvuelve en torno al secreto de Antonia, una profesora soltera, de 25 años –solterona para la época– que es alojada por una familia amorosa con ella, en una zona rural. La llegada de uno de los hijos, un joven militar que viene de la guerra, convierte en un infierno los planes de matrimonio y paz que la mujer creía haber logrado, tras enterrar su pasado: la herida de la violencia, la vejación tumultuosa y el aniquilamiento de su propia familia retornan con el recién llegado. La culpa inmerecida de ser víctima opera en su destino. Un destino sobre el que ella, finalmente, decidirá.

Antonia deberá erguirse sobre su vergüenza, su soledad y su silencio para hacerse justicia contra los prejuicios de una sociedad machista, dispuesta a revictimizar a la mujer, a justificar y callar ante las atrocidades de “los hombres”, en la lógica de una herencia patriarcal. Una justicia lejana a la venganza, en la que desde el cuerpo, la palabra y la acción, ella autorresarce su dignidad, a la vez que da una lección de humanidad.

“Simple y sencillamente el amor que Antonia tiene por la familia que la recibe es más grande; esto habla de un corazón enorme, de una pureza extraordinaria. De pronto necesitamos estos ejemplos, de saber que hay gente íntegra. A mí me da esperanza”, dice Tagle.

Cuenta la directora que recibió esta obra a partir del proyecto A la luz de la CNT –que buscar rescatar a dramaturgas olvidadas, de finales del siglo XIX y principios del XX–, en sinergia con el de Vindictas de Cultura UNAM –que a su vez, reivindica a escritoras silenciadas para darles o devolverles la visibilidad. Fue así posible el rescate y posterior puesta en escena de la pieza de María Luisa Ocampo. Una autora de grandes dimensiones que de pronto desapareció del mapa cultural.

“Su figura es tan grande, pero estaba borrada de la historia, un siglo después, de un plumazo. Defendió el voto femenino en México. Era una mujer de teatro: uno de los primeros escenógrafos que trabajó con ella fue Diego Rivera. Fue una intelectual y funcionaria pública, creó las Bibliotecas Populares porque pensaba que la literatura salvaría a la gente, que había que leer para ser mejores personas, ¡y de pronto la borran!”, comenta.

“En esta obra, ella plantea algo muy fino y muy profundo: no juzga a los personajes, los expone”, agrega la directora escénica, cuyo montaje despliega un concierto de voces, visiones y formas de lidiar con el hecho atroz que detona el drama.

Abrir la reflexión

Lo que le interesa a Tagle, menciona, es abrir la reflexión al espectador: “Más allá de los hombres, es decir, la humanidad más allá de una postura radical de los antagonismos. ¿Qué vamos a hacer para ser mejor sociedad? ¿Qué vas a hacer?”.

Aunque no se declaraba abiertamente feminista, María Luisa Ocampo revela un feminismo refinado, considera Tagle, quien potencia la fuerza femenina, feminista, de la protagonista en su modificación del final.

“En el manuscrito, escrito en una Olivetti, que proyectamos en la obra, vemos que lo que María Luisa tachaba como una postura social, una de género, de conciencia y de moral. Es maravilloso lo que descubrí con sus tachones”, comparte.

“Lo que está pasando ahorita (la guerra entre Israel y Hamás) es brutal, y viene justa la reflexión de que no importa de qué lado estemos, no podemos seguir radicales: tenemos que apelar por la humanidad antes que por los bandos.”

Con la integración de Blanca Guerra como actriz de número de la CNT, y Estefanía Norato en el rol protagónico, la obra tiene temporada de jueves a domingo hasta el 3 de diciembre en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (excepto 2 y 9 de noviembre). Es recomendada para mayores de 12 años.

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