La bondad de Drusila Torres
Una metáfora sobre el impacto de la violencia en la vida de las familias
La obra se gestó en el Programa de Tutoría en Novela de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura y fue publicada por Libros UNAM
La bondad, de Drusila Torres Zúñiga, se desarrolla en un barrio de Ciudad de México, en un contexto compartido por “varias regiones de Latinoamérica y lugares donde el capitalismo moldea los deseos de las personas”, comentó la autora.
Es la historia de una familia que, ante la necesidad de salir de la pobreza y el dolor, encuentra solución en el “placer inmediato, la imposición del poder por medio de la violencia y la urgencia por el dinero”, describió la autora.
Las sesiones de trabajo de la segunda edición del Programa de Tutoría en Novela de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura, impartidas por los tutores Jorge Volpi, Eloy Urroz y Pedro Ángel Palou, sirvieron como ejercicios de creación para los participantes, de entre los que se seleccionó esta obra. El comité a cargo de la evaluación estuvo integrado por Guadalupe Alonso, directora de la Casa Universitaria del Libro; Socorro Venegas, directora general de Publicaciones y Fomento Editorial (Libros UNAM), y Jorge Volpi, titular del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España.
La novela se sitúa en el México de los años 50 del siglo XX, donde el personaje central, Carmelina, una chica muy joven, se embaraza de Nene, con quien forma una familia. Él se dedica a actividades ilegales, ella se involucra de forma inevitable; la situación se transmite de una generación a otra, hasta la actualidad.
De esta manera, la historia abarca tres generaciones de la misma familia, que inician con Carmelina, y da contexto a lo que le ocurre a sus hijos, pues ellos también se involucran en el narcotráfico. Alejandra, su nieta, a quien apodan la Chucky, representa un quiebre porque logra preguntarse: “¿quiero dedicarme a esto?, ¿por qué no me está resultando?”.
El escenario es una colonia llamada La bondad. “Una metáfora –señala Drusila Torres–, sobre lo que ocurre en muchas familias desde mediados del siglo pasado. El título es una especie de trampa, porque se puede concluir: ‘Ah, pues seguramente hay personajes muy bondadosos en esta novela’, pero no es así, es una historia que podríamos encontrar en cualquier barrio de entonces y de ahora. Así, el lector puede buscar dónde está la bondad en los personajes”.
“Traté de retratarlos como seres humanos para ir más allá de la imagen que tenemos del delincuente, sean hombres o mujeres; verlos en el ámbito doméstico, a partir de preguntas como ¿cuáles son las causas reales que los llevan a dedicarse a esas actividades? Independientemente de plantear una maldad innata, etiquetarlos, manejar un estigma, o tener prejuicios, hay situaciones complejas en el entorno de los personajes que tienen un origen vigente y que definen su forma de vida.”
Tejido social
La novela habla sobre el tejido social, de cómo se va resquebrajando y desde dónde es posible retomar para volverlo a unir. Esta idea se concreta con los personajes de la última generación, en particular con Alejandra, la Chucky, a quien le dicen así porque tiene los dientes picados, y quien es la primera en su familia que quiere salir de ese mundo de violencia en el que no existe la bondad.
“Las tres generaciones de mujeres involucradas en contextos de violencia y crimen son un retrato de lo que pasa a nivel social. Ellas se cuestionan en diferentes momentos si están dispuestas a replicar la violencia tal como la ejercen los hombres, con los mismos niveles de crudeza, con el uso del poder, de las armas, para someter a otras personas.”
Justamente, La bondad posee un estilo que combina la crudeza y la ternura, sin tocar lo melodramático, sumerge al lector en la oscuridad más profunda de la sociedad, en medio de la lucha resiliente de sus personajes contra la violencia y el crimen.
Del Programa, Drusila Torres recordó que desarrolla una dinámica de trabajo en la que la retroalimentación y guía con los escritores Jorge Volpi, Eloy Urroz y Pedro Ángel Palou, le ayudaron a ver que “una novela no sólo es contar una historia sino buscar y encontrar, con la escritura, la profundidad en la trama y en el desarrollo de los personajes. Estos elementos, aunque conforman un mundo de ficción, no son sino el reflejo de las complejidades de la vida humana”.