100 años de Ray Bradbury

Es autor de obras fundamentales de la ciencia-ficción, como sus libros de relatos Crónicas marcianas y El hombre ilustrado, y su novela Fahrenheit 451

No soy un escritor de ciencia-ficción. Escribo lo que me dictan mis musas cada mañana”, decía el escritor estadounidense Ray Bradbury, quien nació hace 100 años, el 22 de agosto de 1920, en Waukegan, Illinois.

Y, en efecto, Bradbury también escribió obras realistas, costumbristas, policiales…, así como poemas, ensayos, piezas de teatro y guiones de cine y televisión; sin embargo, hoy en día es recordado, sobre todo, por sus libros de ciencia-ficción, entre los que sobresalen Crónicas marcianas (relatos, 1946), El hombre ilustrado (relatos, 1951) y Fahrenheit 451 (novela, 1953).

Ya instalado con sus padres y hermanos en Los Ángeles, California, Bradbury estudio en Los Angeles High School, donde coincidió (pero no entabló ningún tipo de relación) con otro joven que, tiempo después, también se convertiría en un escritor famoso: Charles Bukowski, nacido sólo seis días antes que él.

Luego de graduarse en 1938, Bradbury no pudo ingresar en la Universidad debido a la mala situación económica de su familia y, con el fin de ganarse la vida, comenzó a vender periódicos, actividad que realizó hasta 1942.

A partir de entonces, para compensar su falta de estudios universitarios, dedicó muchas horas al día a leer en una biblioteca pública toda clase de libros: de literatura, filosofía, historia, ciencia.

Pronto, su actividad como escritor, que había arrancado cuando era niño, tomó un nuevo y poderoso impulso, y dio como frutos varios cuentos y relatos que salieron publicados en diversas revistas.

Y llegó 1946. Bradbury ya tenía un libro terminado: Crónicas marcianas, y lo envió a la pequeña editorial neoyorquina Doubleday, que no tardó en publicarlo. Ése fue el inicio de su ascendente fama literaria.

De esta obra ya clásica, Borges escribió en el prólogo a la primera edición en español (1955) de la Editorial Minotauro: “¿Cómo pueden tocarme estas fantasías y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo ‘fantástico’ o a lo ‘real’, a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o novelería, de la science-fiction? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street.”

Bradbury siguió escribiendo hasta unos días antes de su fallecimiento, ocurrido el 5 de junio de 2012 en Los Ángeles. Sobre su lápida, en el Cementerio Westwood Village Memorial Park, debajo de su nombre y los años de su nacimiento y muerte, se lee, por petición expresa de él mismo, el siguiente epitafio: “Autor de Fahrenheit 451”.

En su honor, un asteroide descubierto el 24 de febrero de 1992 en el cinturón de asteroides lleva el nombre (9766) Bradbury.

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