Realizan micropropagación de agave pulquero y orquídeas

La UNAM impulsa en Tlaxcala soluciones para garantizar la conservación y la variabilidad genética de dos especies vegetales

En una productiva sinergia entre científicas y productores del campo, la UNAM impulsa en Tlaxcala soluciones para garantizar la conservación y la variabilidad genética de dos especies vegetales: el agave pulquero (Agave salmiana) y la orquídea Flor de Mayo (Laelia speciosa).

El trabajo se realiza en el Laboratorio Regional de Biodiversidad y Cultivos Vegetales, que forma parte del Laboratorio Nacional de Biodiversidad (Lanabio) del Instituto de Biología (IB) de esta casa de estudios.

“El eje principal es propagar el agave pulquero de la zona de Tlaxcala para apoyar a los productores. Esto surge como un convenio entre el gobierno del Estado de Tlaxcala (en especial la entonces Secretaría de Fomento Agropecuario estatal) y el IB firmado en 2014”, afirmó Ana Laura López Escamilla, responsable de ese espacio y técnica académica del Instituto.

El agave tiene una distribución amplia y Tlaxcala era un lugar importante de producción de pulque junto con Hidalgo y parte del Estado de México. “Pero ha sido sobreexplotado, por eso es importante buscar estrategias alternativas para promover su conservación y hacer un uso racional de esta planta”, comentó.

En el laboratorio, el agave pulquero se propaga a través de semilla, porque de manera convencional los productores separan los hijuelos (retoños que nacen de la raíz de la planta) y los van sembrando.

“Pero estos hijuelos son copias de la mamá que se van multiplicando de manera extensiva y eso reduce la variabilidad genética. Para nosotros era importante hablar con los productores para que ellos dejaran generar el escapo floral (tallo desprovisto de hojas), llegaran los polinizadores y se generaran las semillas. Nosotros partimos de semillas porque con cada una de ellas se puede promover la conservación de esta especie con variabilidad, y que no sean los cultivos copias de la misma progenitora”, explicó.

Alma Yadira Martínez Rendón, también técnica académica en este laboratorio regional, detalló que una parte de las plántulas que se obtienen de la germinación de semillas en el laboratorio se usan para montar protocolos de propagación in vitro aplicando reguladores de crecimiento, y en otras se promueve su crecimiento, las plántulas se sacan de los frascos y se entregan a los productores (tanto obtenidas de germinación como brotes logrados de la multiplicación in vitro).

Entrega de plantas.

Todas las plantas y brotes se establecen en sustrato, se mantienen durante un tiempo en un invernadero y se entregan a los mismos productores que donaron las semillas.

Martínez Rendón destacó que el trato directo con productores ha sido positivo. “Son personas muy dispuestas a colaborar, al principio hubo resistencia, pero una vez que se les explicó la alternativa para conservar la diversidad de sus plantas lo tomaron muy bien, en especial pequeños productores que usan aguamiel, aquí en Tlaxcala. Ahora nos dan su material biológico sin ninguna desconfianza y saben que se les van a devolver las plantas”.

Agregó que, con esta interacción con el laboratorio, los productores no se sienten desplazados por la academia, sino incluidos. Socialmente han tenido un impacto positivo y la gente está más en contacto con la parte científica.

López Escamilla precisó que para observar un mejoramiento del cultivo se necesita tiempo, pues son plantas de lento crecimiento. “Van a pasar 15 o 20 años para poder observar mejoras en este material que les estamos devolviendo a los productores”, advirtió. “Si estas plantas son cuidadas y siguen creciendo con las prácticas culturales de los productores, van a tener material biológico con esta variabilidad”.

Las expertas también organizan charlas informativas con los productores. “A través de nuestras pláticas conocieron los polinizadores y las semillas y vinieron al laboratorio a conocer la técnica. Fue positiva la sinergia entre científicos y productores, sobre todo porque sí cumplimos con entregarles las plantas”, dijo López Escamilla.

En el proceso, se logran porcentajes muy buenos de germinación. “Recién recolectadas las semillas tenemos arriba de 80 por ciento de germinación, pero conforme pasa el tiempo esta variabilidad va disminuyendo y tenemos rendimientos menores. Se lo decimos a los productores para que cuando recolecten no las tengan guardadas, pues en lugares donde el agave ha sido muy manejado, baja su productividad”, mencionó.

Revisión de cultivos en el cuarto de incubación. Fotos: Ana Laura López y Alma Yadira Martínez.

Otros proyectos

Martínez Rendón ahondó que en el Laboratorio Regional de Biodiversidad y Cultivos Vegetales también tienen otros proyectos de conservación, principalmente de especies que están en algún nivel de riesgo. “Otra planta que manejamos es la orquídea Laelia speciosa, comúnmente conocida como Flor de Mayo. Es una epífita que está registrada como silvestre en algunas áreas de Michoacán, Puebla y Estado de México; es endémica del país. Aquí en Tlaxcala hay una comunidad llamada Belén, en donde la cultivan hace muchos años. Creemos que alguien trajo plantas de localidades cercanas y comenzaron a sembrarla. Las condiciones climáticas de la zona fueron adecuadas y actualmente es una especie representativa de la localidad”.

La orquídea se cultiva en traspatios y se propagan vegetativamente, es decir, cortan pequeños bulbos, los separan, los ponen en otro tronco y se desarrolla una planta nueva, que tiene una gran cantidad de clones de plantas genéticamente idénticas. Cuando florecen, de color fuscia y muy bonitas, se aprovechan especialmente en mayo, y hacen arreglos que venden en esta temporada.

Explicó que en esta orquídea hay polinización y las plantas forman semillas, sin embargo su germinación es complicada, porque sus semillas necesitan ciertas condiciones e interacciones con hongos para poder germinar en su hábitat natural, por lo que es complicado para estas plantas reproducirse por semilla.

“En el laboratorio también recibimos semillas de estos productores y aquí las germinamos in vitro, dándoles los nutrientes que difícilmente pueden obtener en condiciones de campo. Tenemos un lote grande de plántulas obtenidas de la germinación de semillas de orquídeas que crece aún más lento que los agaves y parte de este material biológico ya se ha entregado a dos productores, que son quienes han colaborado más”, añadió Martínez Rendón.

También trabajan con otras especies de orquídeas y con cactáceas en las que se pueden aprovechar estas técnicas y obtener ejemplares para su conservación.

Productor de Laelia speciosa, en Belén, Tlaxcala.

López Escamilla precisó que la técnica que aplican se llama micropropagación y consta de cuatro etapas:

La primera, la elección de la planta madre que debe tener buenas características, ser sana. Nuestro material son las semillas que pasan por un proceso de desinfección en una serie de soluciones con cloro y alcohol para desinfectar semillas que vienen del campo y pueden tener microorganismos en la superficie. Es la etapa de inicio in vitro, dentro de nuestro frasco.

La segunda etapa implica hacer barridos hormonales y lograr que la planta siga creciendo. Para lograrlo se utilizan reguladores de crecimiento vegetal. “Hacemos combinaciones para promover la micropropagación”. La planta ya germinada no se utiliza toda. En el caso del agave esperan hasta un año para que tenga un tamaño adecuado.

En la tercera etapa, en la campana de flujo laminar, que permite tener un ambiente aséptico, se hacen los cortes a la planta, de la que se conserva un pequeño fragmento llamado “explante”, el cual se siembra en un medio de cultivo con reguladores de crecimiento. Esta combinación permite que ciertas zonas se cultiven y se formen nuevas plantas que generan brotes. De un explante se pueden obtener muchos brotes (entre cinco y siete en el caso de los agaves), que se van separando y generan raíces para lograr plantas completas. A eso se le llama micropropagación.

La cuarta etapa implica sacar las plantas de los frascos, y cambiarlas de condiciones in vitro a ex vitro para aclimatización. “Las tenemos que obligar a que hagan su proceso natural de fotosíntesis, bajamos los nutrientes hasta que logramos sacarlas del frasco y sembrarlas, primero en sustrato y cuando crecen se llevan a invernadero, donde crecen y se devuelven a los productores”, finalizó.

Aprendiendo las técnicas de cultivo in vitro.
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