Analgésicos, la ruta G para quitar el dolor

Por qué producen efectos adversos

Te tomas o te inyectan un fármaco analgésico y el dolor de cabeza o de espalda desaparecen minutos después, pero también te da sueño, padeces estreñimiento, tienes vómito o en casos extremos, dificultad para respirar.

¿Cómo o con qué interactúa el fármaco que te alivia y a la vez te provoca efectos adversos?

Deja que el doctor Abraham Madariaga Mazón, del Instituto de Química de la UNAM, te cuente cómo funcionan los analgésicos opioides.

Opioide y opiáceo —aclara el especialista en química medicinal— no son exactamente lo mismo, aunque los términos a menudo se utilizan indistintamente.

Los opiáceos son moléculas derivados de productos naturales. Por ejemplo, la codeína y la morfina son alcaloides que se obtienen de la amapola (también llamada popularmente adormidera).

Los opioides pueden ser compuestos semi sintetizados, es decir, su base estructural es natural, pero con modificaciones para potenciar su efecto analgésico o disminuir sus efectos adversos, o bien, pueden ser completamente sintéticos.

Los fármacos opioides se recetan para mitigar el dolor crónico, por ejemplo de cabeza o espalda, así como dolor intenso asociado a etapas terminales de cáncer.

También se utilizan, a corto plazo, para tratar dolor agudo, como en el caso de pacientes con dolor postoperatorio o en deportistas que se fracturaron o lastimaron.

El uso de los fármacos opioides dependerá de la severidad del dolor. Por ejemplo, para dolores moderados se emplean opioides en combinación como el dextropropoxifeno, el tramadol o la hidrocodona, generalmente con algún otro fármaco analgésico como paracetamol, ibuprofeno o incluso aspirina.

La codeína es un opiáceo menos potente que la morfina, pero con propiedades antitusígenas, por lo que se empleaba en jarabes para la tos. Sin embargo, causaba efectos adversos típicos de los opioides e incluso, si se administraba por periodos prolongados, llegaba a causar dependencia. Actualmente su uso está más restringido como analgésico.

Para dolores severos o intensos, se prefieren opioides más potentes, que pueden administrarse “solitos”, como la morfina para etapas de cáncer terminal, algunos semisintéticos como oxicodona, buprenorfina o metadona, o bien de tipo sintéticos como el fentanilo o sufentanilo.

Cómo funcionan

—Pero ¿cómo quitan el dolor y por qué causan efectos adversos?

Ambos analgésicos opioides y opiáceos se unen específicamente a receptores opioides que están en todo el cuerpo, dentro y fuera del sistema nervioso central, explica el doctor Madariaga Mazón.

Los receptores opioides pertenecen a una familia muy grande de proteínas que se conocen como receptores acoplados a la proteína G o GPCR, por sus siglas en Inglés.

Los GPCRs están involucrados en interacciones con estímulos externos como olores, sabores, luz, y con una gran variedad de moléculas endógenas y exógenas.

De hecho, los GPCR son blancos biológicos al que van dirigidos “cerca del 40 % de los fármacos” comercializados.

Y dentro de los GPCRs están los receptores opioides, y dentro de éstos, el receptor opioide mu (μ), con el que interactúa el analgésico opioide .

Cuando un analgésico opioide se une al receptor opioide mu se desencadenan muchas cascadas de señalización, entre ellas dos principales: la vía de las proteínas G y la vía de las β-arrestinas.

Estudios experimentales han sugerido que cuando el fármaco analgésico opioide activa solamente las vías de las proteínas G, se bloquean los mensajes de dolor, que son enviados a través de la médula espinal y hasta el cerebro.

Sin embargo, cuando también es activada la vía de las β-arrestinas, se produce también otro espectro de efectos no deseados: sedación, depresión respiratoria (dificultad para respirar), constipación o estreñimiento, así como trastornos cardiovasculares, vómitos, etcétera.

Así, puntualiza el doctor Madariaga, es básicamente cómo funcionan los analgésicos opiodes.

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