Aportaciones desde la formulación de nuevas preguntas

Para Norma Blazquez, titular de la CIGU, la perspectiva de las mujeres, y particularmente el pensamiento feminista, ha sido clave para transformar en las universidades los principios de construcción del conocimiento

La participación de las mujeres en las ciencias no sólo es un asunto de derechos humanos, sino también un componente necesario para ampliar las respuestas a los grandes desafíos científicos de nuestra época.

Para Norma Blazquez, titular de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU), la perspectiva de las mujeres, y particularmente el pensamiento feminista, ha sido clave para transformar en las universidades los principios de construcción del conocimiento. Gracias a su incorporación en la academia, ha sido posible formular nuevas preguntas al quehacer científico, y “al hacernos preguntas distintas se genera un conocimiento diferente”, que resulta en beneficios más grandes para la sociedad en su conjunto.

Dentro de diversas disciplinas, la incorporación de tópicos y preocupaciones cercanas a las experiencias de mujeres han permitido identificar lo que hoy se conoce como “sesgos de género” o “ceguera de género”, es decir, formas de aproximación a la realidad que no toman en consideración la diversidad humana, en particular las diferencias sexuales y de género; a partir de este proceso ha sido posible replantear teorías, métodos, hallazgos e incluso desarrollar nuevos productos científicos y de innovación.

A continuación presentamos 10 grandes aportaciones hechas por mujeres desde el pensamiento feminista que han sido fundamentales para las ciencias:

  • Epistemologías feministas. Han desafiado la ciencia positivista al poner en duda su supuesta neutralidad y universalidad, lo que ha causado una transformación profunda en la generación de conocimiento. Las contribuciones críticas de Donna Haraway, Sandra Harding y Ochy Curiel han cuestionado las bases mismas de la objetividad científica y han resaltado cómo estructuras de poder ancladas en el género, la clase social y la racialización influyen en la producción del conocimiento y la legitimación de las desigualdades sociales.
  • Teoría de la evolución. Antoinette Blackwell criticó el sesgo de género en la teoría darwiniana de la evolución, que aseguraba que las mujeres se encontraban subevolucionadas frente a los hombres debido a la supuesta división sexual del trabajo entre hombres (caza, luchas por recursos) y mujeres (crianza, gestación, recolección). Según esta perspectiva, el papel de ellas impidió que sus cerebros se desarrollaran, situación observable en el hecho de que no hubiera mujeres en las ciencias, sin considerar los factores socioculturales que invisibilizan los aportes de las mujeres en todo campo de conocimiento.
  • Primatología. Las primatólogas demostraron que entre los bonobos hay prácticas homosexuales de manera normalizada, desmintiendo así la falacia naturalista que condena la sexoafectividad homosexual por ser “antinatura”.
  • Ensayos clínicos con hembras. Históricamente la investigación sanitaria y biomédica se ha limitado a los machos, excluyendo a las hembras y dando como resultado un conocimiento escaso e inexacto sobre el funcionamiento de las enfermedades y de fenómenos específicos que afectan principalmente a las mujeres.
  • Enfermedad cardiaca. Ha sido estudiada como una condición principalmente masculina, dando lugar a estándares clínicos “basados en evidencia” fundamentados en la fisiopatología y los resultados observados únicamente en varones. Este sesgo ha llevado a diagnósticos erróneos y a menudo subestimados en mujeres y personas sexodiversas.
  • Investigaciones sobre efectos de medicamentos. Las investigaciones médicas se han centrado en los hombres, desde las fases preclínicas en roedores hasta los ensayos clínicos. Este sesgo ha llevado a que las mujeres experimenten más efectos secundarios en comparación con los varones, algunos incluso mortales. Al incorporar una mirada relacional entre mujeres y hombres en todas las fases del desarrollo de fármacos, desglosar los informes de efectos secundarios según el sexo y proporcionar la información en el etiquetado de los medicamentos.
  • Hiperémesis gravídica. La presencia de náuseas y vómitos intensos durante el embarazo había sido desestimada por la medicina, argumentando que las mujeres sólo buscan llamar la atención exagerando sus síntomas. Sin embargo, Marlena Fejzo logró desmentir este sesgo a través de una investigación que descubrió que la responsable del malestar es una hormona (GDF15) que segrega el embrión durante sus primeras semanas de gestación.
  • Ciencias marinas y cambio climático. Se ha descubierto que el sexo no es binario ni está determinado únicamente por factores genéticos. Es crucial entender cómo el cambio climático afecta a animales cuyo sexo se determina por la temperatura, como las tortugas marinas, ya que esto puede amenazar su supervivencia. Estudiar la sensibilidad diferencial frente al cambio climático es esencial para evaluar el riesgo de extinción y para una gestión sostenible de recursos naturales.
  • Cinturón de seguridad para mujeres embarazadas. En las simulaciones de pruebas de choque el cuerpo masculino a menudo se define como la norma; los cinturones de seguridad convencionales excluyen modelos de cuerpos embarazados, convirtiendo los accidentes automovilísticos en la principal causa de muerte fetal relacionada con traumatismos materno.
  • Tecnologías sexuadas. Recientemente se ha visibilizado que las tecnologías contienen sesgos de género. Ejemplo de ello se puede encontrar en objetos como rasuradoras, herramientas para el hogar o tintes para el cabello cuya publicidad y precio varían en función de si van dirigidas a hombres o a mujeres.

*CIGU

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