Archivo Filoctetes: el hedor de la indiferencia

La exposición narra cómo el arte sacudió a Buenos Aires tras la crisis de 2001

Foto: Museo del Chopo.

En la mitología griega, Filoctetes es “el del pie podrido”: mordido por una serpiente, el héroe portador del arco y las flechas de Heracles fue abandonado por los aqueos, asqueados por el hedor de la herida.

Es en alusión a este personaje que el artista argentino Emilio García Wehbi nombró el proyecto artístico que en 2002 perturbó el espacio público de Buenos Aires –y de otras tres ciudades de Europa–, cuyas calles se poblaban con nuevos habitantes: los desterrados de un sistema económico que colapsó por las políticas neoliberales del menemismo, que tras la crisis de 2001 en Argentina arrojaron a una parte de la clase media, literalmente, a la banqueta.

“Lo que más me llamó la atención fue el rápido acostumbramiento de los ciudadanos que sí teníamos techo a que estas personas formaran parte del paisaje urbano. Esa sensación me producía una inquietud, porque también formé parte de ese naturalizar rápidamente algo que es consecuencia de estas políticas del capitalismo, que terminan por eliminar a la gente del sistema productivo y la arrojan a la calle. Preguntarme por ese acostumbramiento me llevó a provocar una experiencia en la vía pública para revisibilizar aquello”, dice García Wehbi.

El artista se encuentra en Ciudad de México para el montaje de la muestra Archivo Filoctetes, en el Museo Universitario del Chopo, donde se despliega parte del registro de las intervenciones urbanas realizadas dentro del proyecto, bajo la curaduría de la artista Maricel Álvarez, quien tomó parte en el proceso documental y archivístico de la obra.

El Proyecto Filoctetes (2002-2007) consistió en colocar 25 esculturas hiperrealistas de forma humana, escala 1 a 1, en espacios estratégicos de la vía pública bonaerense. Elaboradas con látex, las piezas lucían como los cuerpos de los ciudadanos caídos, y con los que, en el ajetreo diario, aquellos que iban o volvían del trabajo podían casi tropezar sin prestarles atención.

“Elegimos lugares que manifestaran cierta representatividad cultural, política o económica para colocar los 25 muñecos en situaciones de calle más evidentes que las habituales; de modo que cuando irrumpiese la jornada laboral se diera una interacción con el transeúnte. En cada locación había un grupo de tres personas supervisando la acción: una tomando registro fotográfico, otra en video, y alguien más encargado de recolocar el muñeco o contestar las preguntas de la gente”, detalla García Wehbi.

La intervención se llevó a cabo el 15 de noviembre de 2002, entre las 7 am y las 4 pm. Posteriormente fue replicada en Viena, Berlín y Cracovia, ciudades en las que el artista encontró el auspicio para realizar el proyecto.

“En el equipo éramos más de 75 personas. Luego de la intervención, cada grupo de tres se reunía y organizábamos un coloquio: un trabajo de reflexión y análisis del material recopilado. Después se hacía una muestra abierta del material documental y se invitaba a algún representante de la cultura local a una mesa redonda para convocar a la gente a reflexionar sobre las condiciones de los acontecimientos sociales específicos y acerca del arte y del espacio público”, cuenta el artista.

Al encontrar los muñecos, fácilmente confundibles con personas reales, hubo reacciones tanto de conmiseración o de apoyo al proyecto como de rechazo. Incluso de violencia. El acto más agresivo ocurrió en un barrio rico de Buenos Aires.

“Un vecino de la colonia trompeó a uno de los fotógrafos y lo mandó al hospital porque le molestaba la acción artística en su colonia”, recuerda García Wehbi.

La policía también fue violenta, sin importar que el equipo llevara todos los permisos en forma, abunda Maricel Álvarez. “A la distancia se revela tragicómico. Nos quisieron secuestrar muñecos y tuvimos que ir a buscarlos a la comisaría; llevar preso a un muñeco era una situación de enorme desesperación. Tuvimos que contener mucho a los participantes: a unos (la obra) los derrumbaba anímicamente, otros nos querían pegar. El espacio público es ingobernable”, añade.

Más de mil 500 imágenes

La documentación generada en las cuatro ediciones del Proyecto Filoctetes originó información heterodoxa reunida en más de 1,500 imágenes, testimonios, notas periodísticas y ensayos académicos; de los que se presenta la selección de unas 80 fotografías, material en video editado de las cuatro intervenciones urbanas, dos muñecos y vitrinas con documentos sobre lo que fue el proyecto.

La muestra, ubicada en el Espacio Underground, se inauguró ayer miércoles 2 de agosto con el conversatorio Archivar el acontecimiento, donde estuvieron el autor y la curadora. La exposición estará hasta el domingo 20. Habrá activaciones con visita guiada los días 5, 6, 12 y 19 de agosto, a las 17 horas.

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