Avistamiento de tiburones, por invasión de su hábitat y cambio climático

Los tiburones no atacan a los seres humanos premeditadamente: Píndaro Díaz Jaimes

¿Es el tiburón como lo pintan en las películas de suspenso? De cuando en cuando las agencias de noticias reportan la presencia de tiburones en los balnearios de playa y a veces dan noticia de ataques a los confiados turistas.

No obstante, los tiburones no atacan a los seres humanos premeditadamente; esos avistamientos pueden catalogarse dentro de los encuentros del ser humano con “depredadores tope”, sucesos en los que se espera que haya interacción física, señaló Píndaro Díaz Jaimes, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología del Mar (Icmyl) de la UNAM.

Sucede lo mismo cuando alguien se interna sin precauciones en la sabana africana y se encuentra con un grupo de leones. Hay grandes posibilidades de que haya un ataque, añadió.
Sin embargo, se ha identificado una relación entre algunas actividades turísticas con la presencia de tiburones. En el Caribe, por ejemplo, se organizan actividades para que el turista, mediante una cuota pueda alimentar o nadar con tiburones.

Se trata del tiburón toro (Carcharhinus leucas) cuyos ejemplares han establecido cierta interacción conductual, a la cual se han acostumbrado. Acuden o visitan con más frecuencia esa zona porque encuentran alimento fácil sin perseguirlo y sin arriesgarse a ser depredados, informó Díaz Jaimes.

Se han documentado otros casos de la misma especie en Florida, relacionados con la modificación de su hábitat, abundó el investigador. Esa zona estuarina ha sido utilizada de tiempo atrás por hembras de tiburón toro para depositar a sus crías debido a que es una especie filopátrica; es decir, los individuos regresan a donde nacieron, generación tras generación.

En la actualidad en esas bahías se han construido desarrollos turísticos, lo cuales incluyen marinas para yates que el tiburón toro sigue frecuentando. De ahí que al desplazarse aumenté la interacción con el ser humano y, por tanto, los ataques a nadadores y surfistas. “Es otro ejemplo de que cómo el ser humano altera los ecosistemas con el consecuente impacto en las especies”, afirmó el biólogo.

Otro ejemplo de interacción con el hombre es el caso del tiburón blanco en Australia. Como se sabe, aquél país de Oceanía es uno de los lugares más visitados por surfistas, actividad que incrementa la posibilidad de los encuentros con los tiburones y lógicamente la posibilidad de un ataque a los seres humanos, esto más como resultado del aumento de la actividad turística y no por una conducta de los tiburones hacia los seres humanos, comentó el investigador.

“En la medida en que se invade el hábitat de estos organismos, los encuentros con humanos aumentan. Más aún si las poblaciones en peligro de extinción, como la del tiburón blanco, se han recuperado por los esfuerzos de protección que un grupo de países, incluyendo a México, han realizado.

“La práctica del surf está asociada a los ataques de tiburón porque los tiburones encuentran en las tablas de surf un parecido con especies que depredan. Los ejemplares de esta especie son curiosos y averiguan los hechos de su entorno y lo hacen en general mediante una mordida. De ahí viene muchas veces la interacción con el ser humano. Los organismos marinos también muestran conductas inteligentes por lo que la visión antropocentrista como especie debe cambiar”, propuso Díaz Jaimes.

Especies marinas y cambio climático

En cuanto al impacto del cambio climático en los organismos marinos, Díaz Jaimes informó que hay evidencia de que disminuye su talla por los cambios fisiológicos: “al verse estresados por un cambio de temperatura, tienden a compensarla, incrementando su tasa metabólica, lo cual implica usar la energía de la alimentación para subsistir o adaptarse en vez de crecer.

“Es decir, un organismo estresado tiende a consumir más energía y oxígeno, lo cual no se traduce en crecimiento sino en subsistencia y adaptación. De ahí la disminución de la talla. Lo mismo ocurre con la reproducción; un organismo estresado, que utiliza la energía para compensar el cambio climático se reproduce menos”, aseguró.

De manera que la densidad de las poblaciones se ve afectada al grado de que algunas poblaciones pueden ausentarse de esa área o si tienen la capacidad de desplazarse a otras zonas, como ocurre con los tiburones, lo harán. Además, cuando las poblaciones son susceptibles pueden extinguirse, advirtió el estudioso.

Si se altera la temperatura de las corrientes marinas a causa del cambio climático ¿cómo afecta a las especies marinas?

Cuando hay un sobrecalentamiento, aclaró el científico, “ese patrón se ve alterado y las corrientes pueden verse disminuidas en intensidad. Como se sabe, diversos organismos, como el caso específico de las tortugas marinas (Cheloniidae y Dermochelyidae), utilizan las corrientes para trasportarse hacia zonas de alimentación o anidación. De modo que el cambio climático también altera a las poblaciones, tanto en abundancia como en potencial reproductivo.

Ocurre algo similar, abundó Díaz Jaimes, con los tiburones (Selachimorpha). Esta especie, como se dijo, se desplaza a esteros o bahías pequeñas, a depositar a sus crías en las zonas de crianza o nurseries. Si la migración a esas zonas se ve alterada por el cambio climático, a causa de la alteración del patrón de corrientes, de igual manera las poblaciones no encontrarán zonas apropiadas para depositar a sus crías.

Recientemente se publicó un artículo donde Hosegood y colaboradores (2020) hicieron una revisión de la sistemática molecular del grupo de las mantarrayas, ahora denominadas móbulas. Tales organismos han llamado la atención por el atractivo de la talla y la diversidad de especies.

En décadas pasadas sólo se conocían dos especies de Manta que habitan aguas australianas y otra con mayor distribución, que habita incluso en costas mexicanas del Pacífico oriental, pero se logró confirmar la existencia una más en el Mar Caribe, específicamente Holbox, zona altamente productiva, que es utilizada por esta especie como área de alimentación. Si se acentúa el calentamiento de las aguas marinas, esta especie se verá amenazada, señaló Díaz Jaimes.

Respecto de si el cambio climático podría causar modificaciones en las fuentes alimentarias de la especie humana, el investigador consideró: “De manera indirecta, ya que los cambios en la composición o en el flujo energético de las cadenas tróficas –originados por el incremento de la temperatura del mar– están asociados al tamaño de los organismos.

“Como se sabe, una de las manifestaciones del cambio climático en los ecosistemas marinos consiste en que la temperatura superficial del mar se incrementa y, por tanto, diversas especies de aguas templadas tienden a emigrar a zonas donde encuentran condiciones adecuadas para su existencia.

“Al ausentarse de su zona de distribución, provocan un desequilibrio en la cadena trófica. En el caso de las especies tropicales, estas van a encontrar condiciones en aguas de latitudes altas, propicias para subsistir, y de esta forma expanden su distribución. Esa condición, obviamente trae cambios en la estructura trófica de los ecosistemas.

Por otro lado, “las especies que generalmente conforman las pesquerías, denominadas ‘depredadores tope’, se sitúan en el nivel más alto de la cadena alimenticia. Si los pescadores capturaban especies, como atunes o tiburones, de talla mayor (entre dos o tres metros), probablemente con el cambio climático serán especímenes más pequeños.

“Aún más: esa modificación hace que el esfuerzo de pesca también se incremente. Debido a que las embarcaciones tienen cierta capacidad, para hacer costeable el viaje hay que llenar las bodegas. Si capturan especies de menor talla tienen que hacer viajes de un mayor número de días o incrementar el número de lances. Esto es, deben incrementar el ‘esfuerzo de pesca’. De modo que con organismos pequeños, obviamente se requiere de un mayor esfuerzo para la captura”, concluyó, el biólogo.

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