Cine sobre el 11-S: muchas ficciones sin contexto

Las producciones dedicadas al tema sirvieron “para fortalecer el imaginario norteamericano de la amenaza permanente y la necesidad de estar preparados para la guerra”, sentenció el Dr. Francisco Peredo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Era la mañana del 11 de septiembre del 2001 y una infinidad de pantallas compartían la misma imagen alrededor del mundo: la Torre Norte del famoso World Trade Center en Nueva York ardía en llamas mientras la voz de diversos conductores buscaban las palabras adecuadas para explicar lo sucedido –un avión había impactado el edificio–; antes de conseguirlo, una segunda aeronave hizo contacto con la Torre Sur.

Miles murieron entre las ruinas, el evento afectó la vida de millones de personas, se grabó en las pupilas del planeta entero y lanzó a la nación más poderosa del mundo a una guerra que duró dos décadas. Era inevitable que la industria cinematográfica de Estados Unidos intentara darle sentido al ataque terrorista o, al menos, usarlo para atraer gente a las butacas.

“Viendo con atención la filmografía, que es muy abundante tanto en la ficción como en el documental, en realidad no tardaron demasiado en empezar a” tocar el tema, explicó el Dr. Francisco Peredo, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), al reflexionar sobre el tema y apuntando que películas como 11’09”01 – September 11 (2002) –una antología de cortometrajes sobre el impacto emocional del ataque– o United 93 (2006) –una recreación realista de lo sucedido al interior de uno de los aviones secuestrados– aparecieron poco tiempo después.

Sin embargo, para el especialista, muy pocas de estas ficciones se preocuparon por intentar entender o desentrañar el contexto geopolítico y social que dio pie al atentado terrorista: “son dramatizaciones intensas para los espectadores de lo que ocurrió, mezclan ficción y documental referente a los hechos de ese día. Pero la mayoría del cine de ficción, el de entretenimiento, incurre en ese grave problema: exponen el hecho pero no hay énfasis en todo lo que lo provocó.”

“Una película como World Trade Center (2006) recupera una idea que el cine estadunidense difunde y promueve cotidianamente: vivir en el imaginario de que son una nación en permanente amenaza, siempre en peligro de ataque, que está al filo de la navaja para entrar en guerra y necesitará de la participación de sus hombres. Eso tiene la película de Oliver Stone, es muy romántica e idealizada respecto al ciudadano medio que responde a la tragedia”, añadió el investigador de la FCPyS.

Es un punto de vista que comparte Jorge Negrete, crítico de cine y conductor de Derretinas, el espacio dedicado al séptimo arte de la barra nocturna de Radio UNAM, quien subrayó cómo “el cine del 11 de septiembre que se ambientado en suelo norteamericano se enfocó en el drama humano, en la alegoría o en las implicaciones sociales personales”, es sólo cuando la cámara viaja al Medio Oriente para retratar la Guerra en Irak o Afganistán que ésta encuentra su vocación de espectáculo:

“Las producciones ambientadas en el Medio Oriente, tienen como eje lo que representó la presencia de soldados estadunidenses en terreno profundamente hostil y, dependiendo de quién narra y cómo se narra, esas películas tienen connotaciones inclinadas al espectáculo, como The Kingdom (2007) o 13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi (2016), o una reflexión enfocada al sufrimiento de ‘los nuestros’, a la manera de American Sniper y The Hurt Locker.”

“La sensibilidad del tema evadía la dureza de una crestomatía, como lo haría después Oliver Stone en World Trade Center o Paul Greengrass en United 93, y aún a casi veinte años de los ataques, el tema no ha sido retomado a totalidad, ni esas imágenes han sido recreadas con toda su macabra espectacularidad. Existe un aura de tabú alrededor de la explotación de esas imágenes, de convertirlas en un espectáculo, cosa que evidentemente no sucedió con las imágenes de la Guerra en Irak y Afganistán que llegan a ser extremadamente crudas”.

Influyó toda la industria

Para el Dr. Peredo y Jorge Negrete, también psicólogo clínico de los Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México, el impacto de lo sucedido el 11 de septiembre del 2001 permeó muchos largometrajes a nivel metafórico. Fotogramas que no retratan directamente los hechos de ese día, pero que inevitablemente lo aluden.

Así lo demuestran las secuencias de destrucción en películas como El día después de mañana (2004), La guerra de los mundos (War of the Worlds, 2005), Soy leyenda (I Am Legend, 2007), 2012 (2009), Guerra Mundial Z (World War Z, 2013) o, de manera más reciente, el cine de superhéroes: El hombre de acero (The Man of Steel, 2013) o Avengers: Era de Ultrón (Avengers: Age of Ultron, 2015).

“El cine de superhéroes comparte con la guerra un rampante desprecio por la pérdida civil (material o humana) en nombre de la ‘patria’ o el ‘entretenimiento’. Las imágenes de destrucción en esas películas sin duda se han convertido en la forma más recurrente para los estadunidenses de lidiar con el trauma del ataque local, que antes era sólo una fantasía autodestructiva, como en Día de la Independencia (Independence Day, 1996) o Godzilla (1998)”, aventuró Jorge Negrete y prosiguió:

“Esta cualidad monstruosamente terapéutica del cine de superhéroes no sería tan problemática, si quienes la fabrican y aparecen en ella no condenaran tan enérgicamente el sufrimiento humano derivado de conflictos humanitarios al tiempo que en sus ficciones la destrucción es una fuente única de espectacularidad”.

El tema, meditó el Dr. Francisco Peredo, se extiende a cómo los géneros de la ciencia ficción (invasiones alienígenas) y el terror apocalíptico (los zombies) son usados para “establecer un paralelismo que no es evidente. Así como la hordas extraterrestres amenazan al mundo entero, también lo hacen las hordas árabes. En las películas Estados Unidos tiene los recursos para repeler agresiones extraterrestres, en el mundo real también tiene la capacidad bélica para hacer frente al islamofascismo”.

“Los atentados incidieron en crear toda una cadena de entretenimiento que promueve dicha ideología. Revivir el mito de la masculinidad todopoderosa, heróica, imbatible asociada a los marines estadunidenses y sus incursiones en el mundo, siempre con todo su equipo y armamento. Superhéroes en sí mismos, que cargan con todos los recursos bélicos que potencian esa masculinidad. Este relanzamiento también se da en el cine que abiertamente aborda el 11 de septiembre, como en La noche más oscura”, consideró el especialista de la FCPyS.

Un abono al nacionalismo

La falta de interés por ahondar en el contexto geopolítico alrededor del 9/11 por parte de la maquinaria cinematográfica de Estados Unidos, llevó a que las producciones dedicadas al tema se convirtieran en vehículos de propaganda y en un factor crucial para revivir mitos de la ideología de dicho país. Así lo razonó el Dr. Francisco Peredo:

“Se ve en el cine y la televisión: Estados Unidos como una nación que ha construido la ideología de la inevitabilidad de la guerra, lo inevitable del conflicto y la amenaza permanente, que los lleva a estar prevenidos y preparados siempre para guerrear, es el trasfondo del culto al militarismo estadunidense. Ésa es su política exterior, el culto a la diplomacia bélica amenazante que desarrollan”.

“A final de cuentas, el cine sobre el 11 de septiembre sirvió para fortalecer un imaginario. El atentado fue para la mayoría un nuevo Pearl Harbor, un nuevo Álamo, una nueva pelea por la tierra. En su imaginario, las agresiones recibidas en la historia son siempre presentadas como acciones injustificadas y gratuitas. Ninguna lo es, pero así han sido construidas en su imaginario y, en consecuencia, los obligan a guerrear”.

“Muy temprano, unos años después de los atentados a las Torres Gemelas se hizo una enésima versión de la historia del Álamo. Claramente, se recuperó esa historia como lo han hecho antes con el ánimo de volver a fortalecer la moral de guerra y el patriotismo. En 2004, varios dijeron que no estaba relacionado porque era un acontecimiento de 1836, pero es necesario recordar que periódicamente revisan el suceso, así pueden decir otra vez: ¡recuerden el Álamo! Cuando somos atacados, nos hemos defendido y salimos adelante”, argumentó el autor del libro Cine y propaganda para Latinoamérica: México y Estados Unidos en la encrucijada de los años cuarenta.

Las representaciones de aliento nacionalista y con un marcado miedo a la otredad han sido populares en Hollywood desde su fundación. El primer gran género de la industria fue el western, en el que pulcros vaqueros de piel blanca combatían salvajes y sanguinarios nativos que obstaculizaban sus deseos civilizatorios. Y uno de sus primeros éxitos de taquilla fue la vertiginosa El nacimiento de una nación (1915), cuyas imágenes retratan los esfuerzos de varios miembros del Ku Kux Klan por terminar con las aspiraciones políticas –y sociales– de un grupo de afroamericanos recién liberados en el sur de Estados Unidos.

“Hay una necesidad permanente por construir al otro como enemigo al que deben enfrentarse. Primero fueron los nativos y esclavos que debían mantener a raya, había que someterlos. Luego, los mexicanos salvajes que atacaron a los texanos. Después los orientales y los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, planteados como bestias salvajes. En la Guerra Fría aparecen los soviéticos. Es una cadena que alimenta su necesidad cultural del enemigo amenazante, Estados Unidos como el gran defensor de la democracia. El mundo islámico sólo es la versión más reciente, en un gran imaginario con muchas líneas entrelazadas”, consideró el Dr. Peredo y agregó:

“El mayor pecado del entretenimiento es dejar de lado todo lo que está detrás, sólo tocar la punta del iceberg. Se va a seguir haciendo cine sobre los atentados porque se ve como una necesidad de sus estrategias ideológicas, hay que revivir el trauma para mantener en la sociedad vivo el miedo a las amenazas.”

El documental, la excepción

Ambos especialistas coincidieron que el cine documental ha sido el más adecuado para retratar y buscar entender los hechos alrededor del 11 de septiembre, también fue el primero en abordar el tema. No obstante, su distribución es limitada y su popularidad entre el público está lejos de conseguir los mismos resultados en taquilla que los productos de ficción, reduciendo su impacto social.

El Dr Peredo destacó que tras los ataques terroristas surgieron tres tipos de documental: “los que manejaban las teorías de la conspiración y elucubraban sobre si era un acto donde el propio gobierno estadunidense estaba involucrado; otros que adoptaron una postura patriotera, xenofóbica, emocional y propagandística en el peor sentido; y algunos, muy interesantes, intentaron desde el inicio establecer las razones detrás, los contextos históricos, los contextos geopolíticos que explicaban por qué sucedió. Lo mejor, a nivel de explicación, se hizo a nivel documental”.

https://youtu.be/fn-XPs8hFGg

Uno de los ejemplos más notorios de este tipo de reflexiones fue Fahrenheit 9/11 (2004), de Michael Moore, ganador de la codiciada Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Fue el primer documental en obtener el codiciado premio desde que lo hiciera The Silent World, de Jacques Cousteau y Louis Malle, en 1956. Además, recaudó más de 100 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos, un logro presumido por pocos documentales.

“Michael Moore hace mucho hincapié en las transacciones financieras, de petróleo y geopolíticas. Fue un documental que causó mucha furia. Son pocas realmente las películas de ficción que ponen atención a toda esta parte contextual y explican cómo se gestó el odio junto al ánimo de revancha que condujo al atentado”, recordó el autor de Gregorio Walerstein y el cine. Historia de una pasión.

Las mejores críticas, analizó Jorge Negrete, vienen no sólo del género documental sino de aquellos que se producen fuera de los Estados Unidos, películas como La memoria robada: regreso al museo de Bagdad (La mémoire volée, retour au musée de Bagdad, Milka Assaf, 2004), Camino a Guantánamo (The Road to Guantanamo, 
Mat Whitecross & Michael Winterbottom, 2006), Rutas del terror (Les routes de la terreur, Jean-Christophe Klotz, 2011) o Irak año cero (Homeland (Iraq Year Zero), Abbas Fahdel, 2015), porque su carácter “extranjero” les permite tomar una postura genuina, crítica e incisiva contra la poderosa maquinaria bélica estadunidense “sin temer a las represalias sociales”.

Filmografía para entender el 11-S

  • 1’09”01 – September 11 | Dir. Samira Makhmalbaf, Claude Lelouch, Youssef Chahine, Danis Tanovic, Idrisa Uedraogo, Ken Loach, Alejandro González Iñárritu, Amos Gitaï, Mira Nair, Sean Penn & Shohei Imamura | 2002
  • Fahrenheit 9/11 | Dir. Michael Moore | 2004
  • The Hamburg Cell | Dir. Antonia Bird | 2004
  • Syriana | Dir. Stephen Gaghan | 2005
  • The Flight That Fought Back | Dir. Bruce Goodison | 2005
  • Vuelo 93 / United 93 | Dir. Paul Greengrass | 2006
  • En el valle de las sombras / In the Valley of Elah | Dir. Paul Haggis | 2007
  • Standard Operating Procedure | Dir. Errol Morris | 2008
  • The Road to Guantanamo | Dir. Mat Whitecross & Michael Winterbottom | 2012)
  • Tan fuerte y tan cerca / Extremely Loud and Incredibly Close | Dir. Stephen Daldry | 2011
  • The Reluctant Fundamentalist | Dir. Mira Nair | 2012
  • La noche más oscura / Zero Dark Thirty | Dir. Kathryn Bigelow | 2012
  • 9/11 and the Belligerent Empire | Dir. Abby Martin | 2015
  • Irak año cero / Homeland (Iraq Year Zero) | Dir. Abbas Fahdel | 2015
  • Reporte clasificado / The Report | Dir. Scott Z. Burns | 2019
  • In the Shadow of 9/11 | Dir. Dan Reed | 2021

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