Continúa la extinción de corales nacionales

El causante: un padecimiento contagioso y creciente, cuyo patógeno aún se desconoce, pero que está asociado a la intensa actividad humana en el Caribe mexicano

Su blanqueamiento, manifestación de enfermedad. Foto: cortesía Lorenzo Álvarez.

En el Caribe mexicano ocurre actualmente una catástrofe de dimensiones nunca vistas que está llevando a la extinción de los corales nacionales en esa región de mar turquesa y arenas blancas. Entre 2018 y 2019 ocurrió un pico de esta afección, que ya dañó 90 por ciento de estas estructuras calcáreas, entre ellos los singulares y bellos corales de pilar, los de laberinto y los de cerebro, alertó Lorenzo Álvarez Filip, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML).

La causante es la enfermedad de pérdida de tejido en los corales duros (SCTLD, por las siglas en inglés de stony coral tissue loss disease), un padecimiento contagioso y creciente, cuyo patógeno aún se desconoce, pero que está asociado a la intensa actividad humana en la región, con hoteles, muelles, aguas residuales y un pobre tratamiento de las mismas, presencia de nutrientes y sedimentos que estresan el ecosistema, advirtió el científico adscrito a la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del ICML en Puerto Morelos, Quintana Roo.

Un estudio sobre la situación de los corales en el Caribe mexicano fue publicado hace una semana por Álvarez Filip y sus colegas en la revista científica Communications Biology.

“La enfermedad de pérdida de tejido en los corales duros es muy agresiva, puede matar colonias de coral en cuestión de días o pocas semanas, es muy virulenta y puede contagiar grandes cantidades de individuos o de colonias de coral en muy poco tiempo, además de que se disemina muy rápidamente”, explicó.

Dijo que a lo largo del Caribe mexicano en menos de un año tenemos la enfermedad en toda la zona y afecta a una gran cantidad de especies. En todo el mar Caribe (no sólo en México) hay alrededor de 50 especies de coral diferente, y este padecimiento ya atacó a la mitad de ellas, entre 20 y 25 especies. “Es una enfermedad muy letal que está cambiando la ecología, la dinámica y los servicios ecosistémicos que recibimos de los arrecifes”, aseguró.

Los corales duros son los constructores de arrecife, así que al ir creciendo van acumulando carbonato de calcio, que es básicamente una roca que toma diferentes morfologías de acuerdo a la especie de coral que se trate.

Estos arrecifes bordean las costas del Caribe y de otras regiones tropicales del planeta. “Desde el punto de vista económico, dan protección a la costa, pues son una barrera natural; desde el ecológico ofrecen refugio a una gran cantidad de especies (algunas de importancia comercial, como muchos peces). Además, al irse deshaciendo el carbonato de calcio de la roca, están generando las arenas blancas”, detalló el experto.

Consideró que hablar de la mortalidad de corales no sólo nos habla de la tragedia biológica de una especie, sino de una tragedia que tendrá consecuencias sobre los sistemas socioeconómicos de los humanos que dependemos de los arrecifes.

Entre sus registros, Álvarez Filip y sus colegas detallan que está afectada más de 90 por ciento de la población de corales de pilar, estructuras de hasta cuatro metros de largo que tienen torres semejantes a catedrales submarinas. “De un año para el otro, casi todos los corales de esta especie desaparecieron del Caribe mexicano”, indicó.

Afirmó que cuando hay un declive poblacional de esa magnitud, se puede hablar de extinción local. “En nuestra área de estudio prácticamente desapareció esa especie”.

Esta enfermedad está diseminándose en todo el mar Caribe y es posible que pronto muchas de estas especies estén en peligro de extinción, advirtió el científico.

Otra especie, que se llama coral de laberinto, tuvo entre 80 y 90 por ciento de afectación, y las llamadas coral cerebro, de las que existen cinco especies, tienen un porcentaje de daño de entre 30 y 60 por ciento. Esta enfermedad, en menos de un año, mató entre 30 y 70 por ciento de los individuos que existen de estas especies, sostuvo.

El carbonato de calcio que forma al coral es un esqueleto blanco brillante, es una roca cubierta por una capa muy delgada de tejido de coral vivo, que es como su piel. “Cuando el tejido se empieza a morir queda descubierto el esqueleto, que se ve blanco. Cuando vemos los corales (que pueden ser cafés, verdes y de muchos otros colores) con el esqueleto blanco, es como si les diera una lepra, porque el tejido se les cae muy rápidamente y se ven unas manchas blancas que son muy evidentes. En nuestra zona de exploración vimos los corales manchados de blanco por miles, prácticamente muriendo, en una zona relativamente pequeña”, mencionó Álvarez Filip.

El daño ya está hecho

El investigador informó que el pico de la enfermedad ocurrió entre 2018 y 2019, cuando inició la mortalidad masiva, así que el daño ya está hecho y la recuperación tardará varias décadas solamente si se toman medidas drásticas para controlar el padecimiento que se detectó en 2014 en Miami, Florida.

“Los científicos dedicados a estos temas nos podemos dedicar a la restauración, y esperar 20 a 30 años a que se desarrollen nuevos corales. Pero ello, sólo será posible si hay cambios en el ambiente marino que los rodea y que está fuertemente afectado por aguas residuales con pobre tratamiento, exceso de nutrientes, sedimentos y gran actividad humana cerca de la costa, con hoteles y muelles”, finalizó.

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