Inicia nueva era en investigación espacial

Antes de ser lanzado al espacio, el telescopio James Webb tuvo que ser plegado como un origami, explicó Gustavo Medina Tanco

Cúmulo de galaxias SMACS 0723. Imagen: NASA, ESA, CSA, STScI.
Nuestra forma de observar el universo para contemplar una lluvia de estrellas, una espectacular luna llena o el paso fortuito de una estrella fugaz podría cambiar significativamente luego de las imágenes infrarrojas captadas por el telescopio espacial James Webb, que por primera vez nos muestran la profundidad de un universo lejano, la evolución de las galaxias y la composición atmosférica de nuevos planetas, despertando el interés apasionado de la comunidad científica internacional.

Para Gustavo Medina Tanco, jefe del laboratorio de instrumentación espacial del Instituto de Ciencias Nucleares, estamos ante el inicio de una nueva era en la investigación espacial al abrirse una puerta hacia lo inexplorado, lo desconocido y lo inimaginado: “se trata de algo fabuloso que nos permite anticipar la gran cantidad de ciencia que se podrá realizar a partir de los hallazgos de ese nuevo telescopio. Se abre una puerta hacia una región no conocida en donde puede ser que descubramos algo que no nos imaginamos y entonces se rompan paradigmas”.

El investigador universitario resaltó la trascendencia de las imágenes que se dieron a conocer por parte de la NASA y recordó algunos de los retos librados por el sofisticado telescopio antes de ser puesto en órbita y registrar las extraordinarias imágenes de regiones inexploradas. Por ejemplo, dijo, para poder captar una de las más sorprendentes en la que se muestra el llamado universo profundo, así como para registrar la etapa de la formación de las primeras galaxias, técnicamente se tuvo que resolver primero el tema de la calidad de la focalización del lente.

Antes de ser lanzado al espacio, el instrumento óptico de seis metros y medio de diámetro tuvo que ser plegado como un origami para que pudiera entrar en la cofia del cohete que lo transportó, lo cual representó un gran desafío y una innovación para los ingenieros y fabricantes, pero también una serie de maniobras de gran riesgo, pues una vez colocado en órbita el gran reto fue desplegarlo, teniendo al menos 343 puntos de posibles fallas. “En general, en estos lanzamientos se admite un punto de falla y si es posible ninguno, pero este caso era más de 340 riesgos, que de manera increíble todos fueron superados”.

Una vez desplegado, hubo que realizar el ajuste fino del lente, ya que el espejo se encuentra segmentado en 18 espejos más pequeños que cuando se abren y se ensamblan forman una superficie gigantesca de aproximadamente 25 metros cuadrados y seis metros y medio de diámetro. Se trata de una maniobra extremadamente compleja que debe tener una gran precisión en el alineamiento entre los espejos para poder formar una superficie uniforme que desde el punto de vista óptico se observa como si fuera un solo espejo, garantizará una alta calidad de la imagen, sin dejar de mencionar que para lograr eso se requiere una serie de microactuadores criogénicos que trabaja a muy bajas temperaturas de menos 223 grados centígrados; es una tarea realmente impresionante y de gran precisión, explicó el investigador.

Gracias al éxito que se tuvo en todas estas etapas de preparación, el telescopio espacial está capturando imágenes fabulosas con gran nitidez y es así que en el fondo de una de esas imágenes se pueden observar por primera vez miles de galaxias que aún no se sabe si son las primordiales, pero serán objeto de estudios venideros.

El especialista destacó la relevancia de algunas de las imágenes que se dieron a conocer por la NASA y que permitirán profundizar en la investigación en otras áreas de la astrofísica espacial, como por ejemplo, el estudio de las regiones de formación de estrellas, así como la evolución de los sistemas planetarios equivalentes al sistema solar. De igual forma, algunas de las primeras imágenes permitirán realizar mediciones espectrales en los llamados exoplanetas que están fuera del sistema solar, particularmente de sus entornos atmosféricos en donde incluso, en uno de ellos se pudo detectar la presencia de agua.

“Se espera que con el tiempo se puedan realizar mediciones en planetas rocosos con características similares a las de la Tierra con superficie sólida y eventualmente nos puede arrojar información sobre la posibilidad de que haya vida en algún otro planeta, o cuando menos que existen las condiciones, los elementos que podrían permitir que exista”.

Medina Tanco resaltó que en México, en los institutos de Astronomía y de Ciencias Nucleares hay excelentes científicos de primer nivel mundial trabajando en todas esas áreas de la astronomía espacial por lo cual, sin duda, seguirán haciendo investigación científica con toda la nueva información que se genere a partir de las observaciones del telescopio James Webb. “Esto nos permitirá comprender un poquito más el universo y en consecuencia a nosotros mismos”.

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