Joseph Madondo, del Instituto de Geofísica
De Zimbabue a la UNAM, una aventura académica
Es el primer estudiante de su país en esta casa de estudios
Del otro lado del mundo, en el sudeste de África, se ubica la República de Zimbabue, un país sin litoral que colinda con Botsuana, Zambia, Sudáfrica y Mozambique. Así como nos cuesta trabajo ubicar esos países en el mapa, a los habitantes de aquella región del planeta se les complica saber dónde está México y distinguirlo de ese enorme territorio llamado América Latina.
Eso le pasó a Joseph Madondo, joven oriundo de Zimbabue que recorrió medio planeta para llegar a la UNAM y convertirse en el primer estudiante de su país en esta casa de estudios.
“Yo no sabía dónde estaba México, sólo ubicaba a Latinoamérica”, dice con un fluido y casi perfecto español que estudió durante cinco años en Cuba, el primer país de América al que llegó para aprender nuestro idioma y cursar la licenciatura en Geología, algo que difícilmente podría haber logrado en su país natal.
“Estudié en Zimbabue hasta la preparatoria, después con una beca pude viajar a Cuba para realizar la carrera”, recuerda.
Fue en Cuba donde Joseph se interesó en cursar estudios de posgrado en México, y supo del prestigio de la UNAM, a la que conoció por internet y por unos alumnos mexicanos de Medicina que estudiaban en el país caribeño. “Ellos me contaron de la UNAM, investigué más y lo que encontré me gustó bastante: era una universidad grande y de gran prestigio”, revela.
Joseph llegó a la UNAM para cursar estudios de maestría y doctorado en Ciencias de la Tierra en el Instituto de Geofísica, donde tuvo como tutor al investigador Carles Canet Miquel, quien le enseñó a ser un estudiante independiente y buscar sus propias líneas de investigación explorando en el futuro. “Él me preparó para el posdoctorado”, reconoce.
El académico confiesa que vivió un choque entre culturas que al principio fue difícil de asimilar. “Comencé un proceso de adaptación, pues también el sistema educativo es muy distinto. Aquí en México ponen mucho más énfasis en que un estudiante investigue y se involucre, haga un esfuerzo por sí mismo; mientras que en Zimbabue la educación es del maestro al alumno, y uno solamente escucha al profesor”, compara.
“Gracias a que aprendí español en Cuba, cuando vine aquí ya no empecé desde cero, aunque hay modismos diferentes entre ese país y México”, confiesa.
En la UNAM encontró que el nivel en Ciencias de la Tierra es muy elevado. “En Zimbabue pensamos que todo lo más desarrollado viene de Europa y de Estados Unidos, así que los que tienen el dinero para estudiar van a esos sitios o a Australia. Pero cuando llegué a la UNAM encontré gran nivel en la educación, comparable con el de Europa y Estados Unidos. Estoy muy orgulloso de haber estudiado en la UNAM e impresionado de que esta Universidad se encuentre en América Latina”.
Vino a la UNAM en 2015, y aún le preguntan por qué no se fue a Estados Unidos. “Pienso que es el mismo nivel de calidad educativa y, además, la UNAM es prácticamente gratuita. Yo vengo de una familia humilde, así que tener una oportunidad de estudiar con calidad y sin que represente mayor gasto es muy valioso. Tuve una beca económica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología que tal vez no hubiera conseguido en Estados Unidos”, señala.
Hoy, Joseph Madondo está establecido en México, donde tiene esposa e hija mexicanas. Su plan es seguir vinculado a la UNAM, ahora como investigador posdoctoral en el Centro de Geociencias, en Juriquilla, dentro del campus Querétaro de esta casa de estudios.
“Mi línea de investigación sigue la del doctorado, que es sobre la génesis de los yacimientos minerales. Trata de cómo se forman, qué procesos están involucrados en su origen y dónde podemos encontrarlos. Hago trabajo de exploración y prospección”, explica.
Actualmente, Joseph Madondo se está especializando en yacimientos del mineral manganeso. “México tiene en Hidalgo uno de los yacimientos de manganeso más grandes del mundo, que a nivel internacional llama mucho la atención. Se ubica en el municipio Molango de Escamilla y es el más grande del continente americano”, señala.
El académico detalla que el manganeso se utiliza con el hierro para hacer el acero, y también se usa en la fabricación de baterías, además de que hay manganeso en menor cantidad en los fertilizantes y en el vidrio.
Tras terminar su posdoctorado, en dos años, la aspiración de Joseph es quedarse como investigador en el Centro de Geociencias, donde encuentra un buen ambiente, con investigadores de varios países con un buen nivel profesional. “Si se presenta la oportunidad, sería un honor quedarme”.
Por ahora cree que es el único estudiante de Zimbabue porque no ha conocido a nadie oriundo de su país, incluso entre africanos que estudian en la UNAM. “Tengo compañeros de Nigeria, Ghana y Camerún que están estudiando en la UNAM, tanto la licenciatura como el posgrado, pero ninguno de mi país”, revela.
Recientemente, Joseph Madondo obtuvo el tercer lugar del Premio BALUNAM de Ciencias de la Tierra. “Es un reconocimiento con el que me siento muy feliz, siento que todo el esfuerzo de la maestría y el doctorado ha valido la pena, porque se reconoce mi trabajo de investigación de varios años en yacimientos de manganeso”, finaliza.