Debe revolucionarse la planificación y movilidad urbanas

Población y migración aumentan, pero las expectativas de encontrar una mejor vida son fallidas muchas veces

Es necesario pensar a largo plazo e impulsar las áreas verdes.

Más de 55 por ciento de la población en el mundo vive en las ciudades, las cuales emiten más de 70 por ciento de los gases de efecto invernadero globales, por lo que el Día Mundial del Hábitat sirvió para reflexionar sobre cómo se pueden mejorar o perfeccionar estos lugares, consideró Alejandra Alvarado Zink, especialista en medio ambiente de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha revelado que, en la actualidad, más de 500 millones de residentes urbanos enfrentan problemas por el aumento del nivel del mar y tormentas más frecuentes o severas, y a mediados del siglo más de tres mil 300 millones de personas podrían estar en riesgo de sufrir impactos climáticos severos.

La maestra en Ciencias por la Universidad de Nuevo México precisó que en Biología el hábitat es considerado el área donde un organismo vive, realiza sus actividades y lleva a cabo su vida. Y lo que se quiere es revalorar el sitio donde estamos, en el caso del ser humano son múltiples los ecosistemas en los que se ha desarrollado, pero especialmente prosperó en bosques templados o cerca de cuerpos de agua.

Mundo libre de carbono

En 1985 la ONU determinó el primer lunes de octubre de cada año como el Día Mundial del Hábitat. Este año el organismo internacional invitó a pensar sobre “Acelerar la acción urbana para un mundo libre de carbono”.

Alvarado Zink comentó: “La ONU quiere crear conciencia de que las ciudades tienen que ser mejor planeadas, porque la población sigue creciendo y se requieren cada vez más espacios donde viva la gente, porque muchas personas que residen en otros lugares empiezan a emigrar a las urbes con la esperanza de encontrar mejores condiciones y resulta que no es así”.

Con motivo de la conmemoración, que se celebró el 4 de octubre, la divulgadora expresó que la forma en que diseñamos la generación de energía, el transporte y la construcción, así como las propias urbes, será decisiva para encaminar a las naciones hacia la consecución del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Se necesita una revolución en la planificación y movilidad urbanas, mejor eficiencia de combustibles, vehículos cero emisiones; cambios de hábitos como caminar, mayor uso de la bicicleta, transporte público o desplazamientos cortos. Las ciudades se beneficiarán más de la eliminación gradual del carbón: aire limpio, espacios verdes al aire libre y gente más sana, aseveró la especialista.

Aunque las sociedades modernas lidian con las consecuencias de las decisiones tomadas por los administradores del pasado, es necesario pensar a largo plazo e incorporar tecnologías que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono, fortalecer las áreas verdes que en ciudades como la de México no están accesibles en toda la ciudad, y los espacios azules (cuerpos de agua) tampoco.

“Cuando pensamos en Ciudad de México pensamos en Xochimilco, porque el agua nos atrae, o en el bosque de Chapultepec, porque ahí está el lago. Créalo o no, ese tipo de ambientes fortalecen nuestra salud mental o la salud ambiental que existen en estos espacios. Lo que se persigue es eso, hay muchas formas de hacerlo. Nosotros desde la ecología podemos impulsar las áreas verdes que mejoran la calidad de vida”, reflexionó.

Alvarado Zink agregó que diversos estudios promovidos por la Organización Mundial de la Salud (y corroborados por trabajos respecto a los beneficios de los espacios azules o verdes) demuestran que un sitio con mayor biodiversidad ofrece mejor calidad de vida a sus habitantes.

Adicionalmente, son importantes en el aspecto psicológico debido al confinamiento por la pandemia, ya que no es lo mismo estar en el encierro, mirar a la ventana y ver árboles o escuchar el canto de las aves, a ver sólo edificios grises, enfatizó la experta en Educación Comunicación Ambiental.

Los habitantes de las urbes, continuó, pueden tener mayor calidad de vida y reducir los efectos del cambio climático al aprovechar mejor los recursos, apoyar el desarrollo de techos verdes, colocar macetas con flores, contribuir a la reforestación en sitios público, y, sobre todo, no desperdiciar el agua.

Algunas cifras

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, hacia 2019 cada persona producía 865 gramos de basura diaria, pero debido a la contingencia por la pandemia esta cifra se incrementó considerablemente llegando a más de dos kilos y medio por persona por el uso de productos tipo biológico-infecciosos (guantes, cubrebocas, plásticos, entre otros).

Por otra parte, según el Panorama de la Generación y Manejo de Residuos Sólidos y Médicos durante la emergencia sanitaria por Covid-19 (editado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático), en 2014 cada cama de hospital generaba al día 1.5 kilos de desechos; sin embargo, hacia la mitad de 2020 la cifra subió a 9 kilos por el constante uso de productos de recambio, desinfección y demás.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales reportó en 2020 que 10 por ciento de los municipios en México no presta servicio público de acopio de basura, de tal manera que 16 por ciento de los residuos no son recolectados. Y únicamente 3.7 por ciento de los mil sitios que hay, cumplen la NOM-083.

Por otra parte, de los siete mil 800 millones de habitantes del planeta, dos mil 200 millones no tienen acceso al agua potable y dos mil 500 millones al saneamiento, es decir, un tercio de la población mundial.

Respecto a nuestro país, la Comisión Nacional del Agua (Numeragua, 2018), indica que 39 por ciento de los usos nacionales (excepto hidroelectricidad) son suministrados por las aguas subterráneas. De la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, puntualiza, se extraen mil millones de metros cúbicos cada año y la recarga natural estimada es de 500 millones.

Debido a la pandemia se incrementó la demanda de 20 a 50 por ciento del líquido, además de que los operadores debieron tomar previsiones para que el recurso no se convirtiera en factor de transmisión de la Covid-19.

Manuel Perló Cohen, exdirector del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, refirió hace poco que, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, 96.3 por ciento de la población tiene acceso al agua potable, pero la pandemia incrementó su demanda hasta 50 por ciento.

Se deben incorporar tecnologías que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono.
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