Diálogo wagneriano e interpretación memorable

Conversación en torno a la figura y música del controvertido compositor alemán

Concierto El oro del Rin, en la Sala Nezahualcóyotl. Foto: Barry Domínguez.
Concierto El oro del Rin, en la Sala Nezahualcóyotl. Foto: Barry Domínguez.

Diálogos Wagnerianos: a 150 Años de El Oro del Rin fue el título de una ágil y disfrutable conversación en torno a la figura y la música del controvertido compositor alemán Richard Wagner, y que tuvo como escenario la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario. Los participantes: Federico Ibarra, reconocido autor mexicano de diversas óperas; Grace Echauri, cantante mezzosoprano; Rodrigo Macías, director de la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM); Jacobo Dayán, coordinador de la Cátedra Nelson Mandela de Derechos Humanos en las Artes; y Gerardo Kleinburg, coordinador de Formación de Nuevos Públicos y crítico musical. La moderación corrió a cargo de Jorge Volpi, coordinador de Cultura UNAM.

Los seis invitados expusieron sus diferentes posturas respecto a la tetralogía El anillo del nibelungo y la personalidad del genio musical que cambió radicalmente el mundo de la ópera. Durante casi hora y media, el diálogo abordó aspectos sobresalientes de la vida, obra e influencia de Wagner desde la perspectiva musical, estética, dramática y psicológica.

La charla se dio tres días antes del concierto que la OSEM, dirigida por Rodrigo Macías, ofreció en la Sala Nezahualcóyotl en una afortunada coincidencia, ya que precisamente un 22 de septiembre de 1869 se estrenó el prólogo de la tetralogía wagneriana en el teatro de ópera de Bayreuth, en Alemania.

Un genio

Kleinburg abrió inesperadamente: “No recuerdo un momento de mi vida como melómano y estudiante de música en que no haya odiado y despreciado a este compositor, que no me haya parecido una aberración lo que estaba haciendo. Ante ustedes está el más perfecto antiwagneriano. Wagner era un megalómano, un antisemita y un genio. Asomarse a su vida es asomarse a un loquito que se creía Dios, y lo más perturbador es que, al escuchar su música, efectivamente está uno frente a un Dios”.

Para Kleinburg, el compositor creó una nueva semántica y sintáctica. “Un acorde se convierte en otra cosa después de él, un acorde adquiere una significancia muy específica más allá de la armonía. Un intervalo, una cuarta justa ascendente, una segunda aumentada se vuelven Erda, Fricka, el anillo, el oro, el arcoíris, la espada”.

La intervención de Federico Ibarra se enfocó en los argumentos que utilizó Wagner para sus óperas, algo que apreció como contrastante con lo que se venía haciendo hasta entonces. Dijo que su propuesta fue muy distinta a la de Rossini, el compositor más extraordinario de óperas de aquel momento. Y reparó en que la mayor parte de los argumentos que se escribieron en el siglo XIX estaban dedicados a enaltecer a dioses, nobles y reyes, mientras que Wagner se propuso rescatar leyendas medievales, sin dejar de exponer un camino entre el amor profano y el amor divino.

Rodrigo Macías mencionó que Wagner es un compositor al que antes veía con cierto recelo y actualmente lo valora como un inventor de música. “Es increíble su capacidad de invención. Se trata de un artista extraordinariamente visionario. A él la forma operística tradicional y la orquesta le quedaban cortas. Sorprende muchísimo cómo logra la síntesis”. En esta selva wagneriana la variación y la inventiva son una constante, apuntó.

Grace Echauri consideró que cantar las óperas de Wagner, a las que él mismo llamó dramas musicales, es demandante. Comentó que su manera de atender la voz no era precisamente muy noble. “Con él uno se encuentra en que no hay respeto por el puente o pasaje de la voz, que es cuando se hace un cambio en el registro”. Y añadió: “Es un gozo disfrutar todos esos colores”.

Jacobo Dayán se presentó como un amante de la música y de la figura de Richard Wagner, a quien definió como un hombre de su época y de una vanguardia brutal. “Hoy volteamos a verlo para encontrar respuesta a nuestra época”.

Jorge Volpi enriqueció el diálogo en su papel de moderador y aportó elementos para situar la trascendencia artística y social del compositor alemán, cuya música convocó el domingo en la Sala Nezahualcóyotl a un público que tuvo la oportunidad de escuchar seis arpas en el escenario, la grandilocuencia de los metales y 14 voces con brillo y carácter, destacando la solidez vocal y soltura escénica de Krisztián Cser, bajo-barítono, Michael Múller Kasztelan, tenor, y Leent Barkici, barítono.

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