El conocimiento y la vocación al servicio de la sociedad

Forense universitaria es la subdirectora de Políticas y Programas en la Comisión Federal que indaga el paradero de gente sin localizar

El 22 de abril de 2019, Edgar Villalba Ceballos salió de su casa en el barrio San Luis Obispo, en la ciudad de Toluca, tras recibir la llamada telefónica de alguien que, supuestamente, le pagaría un dinero. Poco después su celular apareció “fuera de servicio” y no se supo más de él.

Chapis, como le decían en casa, tenía 40 años. Era el menor de cuatro hermanos, padre de tres niñas y un apasionado de las bicicletas y las motos. En 2010 sufrió un accidente automovilístico que lo dejó con discapacidad motriz y, a partir de ello, creó un centro de rehabilitación para ayudar a gente de bajos recursos con problemas de salud similares.

“Desde que desapareció todo se vino abajo. Fueron muchas horas de angustia, desesperación y ansiedad. Me dolía ver el sufrimiento de mis hermanos, de mi padre”, comparte Bibiana Villalba, hermana de Edgar e integrante del Consejo Estatal Ciudadano de Búsqueda del Estado de México (CECIBEM).

Parentela y amigos se manifestaron en varias ocasiones por los nulos avances de la Fiscalía General de Justicia mexiquense. A más de 90 días de la desaparición de Edgar, el Ministerio Público y la Policía de Investigación fueron sustituidos a petición de la familia, pues ambas entidades desestimaron información crucial para la carpeta.

Durante 17 meses, los Villalba Ceballos exigieron a las autoridades compromiso para hallar a Edgar, fuera como fuese. Por desgracia, el 17 de septiembre de 2020 su cuerpo fue localizado dentro de un contenedor metálico a un costado de la carretera Lerma-Tres Marías, en el Estado de México, en una diligencia realizada de forma conjunta por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB), el CECIBEM y la Guardia Nacional.

“La CNB fue el primer oído y corazón que nos escuchó y abrazó. Tienen mucha gente empática, preparada y con ganas de ayudar. Muchos son de la UNAM. Mil gracias; sin ellos no hubiéramos encontrado a Chapis. ¡Gracias por siempre!”, expresa Bibiana.

Ilustración: Dolores Rojas.

Hallazgo en el río Lerma

“En la CNB nos enteramos del caso de Edgar por una solicitud de colaboración con la CECIBEM. Analizamos la carpeta de investigación y establecimos una zona, el Río Lerma; consideramos una exploración subacuática”, explica Sofía Avelino Labana (o la jefa Sofi, como le dicen sus compañeros), egresada de la licenciatura en Ciencia Forense de la Universidad Nacional y una de las 50 participantes en la búsqueda de Edgar.

Se sabía que había un cuerpo en un contenedor de metal arrojado a la laguna desde la carretera, por lo que se “barrió” el fondo lacustre. “Iniciamos el 14 de septiembre de 2020 en una de las ciénegas del río Lerma, en un área de 500 metros”, agrega la también subdirectora de Políticas y Programas para la Búsqueda de Personas Desaparecidas de la CNB.

Las dificultades de trabajar bajo el agua fueron dos: por un lado, en las mañanas persistía una espesa neblina y la visibilidad era nula; por el otro, había islotes de lirio acuático que se movían a donde las empujaba el viento, lo cual obligaba a los buzos a esperar a que se alejaran de la orilla para sumergirse, y eso los hacía perder tiempo.

“Como buscábamos un objeto metálico recorrimos las márgenes con canoas y barrimos el área con imanes de 15 centímetros (amarrados para conseguir mayor peso) con la esperanza de que alguno se adhiriera al objeto. Además, había buceadores que palpaban el fondo en cuanto los islotes de lirio permitían trabajar”.

La incertidumbre de la familia Villalba Ceballos terminó el 17 de septiembre de 2020, cerca de las 10:30 horas, cuando un buzo salió a la superficie y avisó de un objeto cilíndrico, por lo que uno de sus compañeros ingresó al agua para corroborar y efectivamente, ahí estaba el contenedor de metal.

“Al confirmar el hallazgo dimos aviso a la Fiscalía, que al llegar acordonó el lugar y aseguró el objeto para sacarlo con una grúa. Una vez fuera, Servicios Periciales realizó maniobras para introducirlo en la ambulancia y llevarlo a la Fiscalía. Nosotros acompañamos a los allegados de Edgar cuando identificaron el cuerpo”, indica la jefa Sofi.

El aporte de las y los universitarios es desde el conocimiento y la vocación, pero también a partir de esta inclinación tan característica de los egresados de la UNAM de responderle a la sociedad”

Sofía Avelino Labana

Fuerza puma

La Ciencia Forense ha cobrado relevancia en México por resultar de gran ayuda para las instituciones de impartición de justicia, pues agiliza las investigaciones y proporciona resultados objetivos y confiables. Los especialistas en la materia están capacitados para dirigir y realizar indagatorias de tipo científico alrededor de un delito y así obtener datos sobre las causas del mismo, la víctima y el culpable.

Por ello, la Universidad prepara jóvenes para enfrentar estos retos a través de la licenciatura en Ciencia Forense, en la que participan las facultades de Medicina, Ciencias, Derecho, Filosofía y Letras, Psicología, Química y el Instituto de Investigaciones Antropológicas.

“La UNAM promovió un convenio entre la CNB y esta nueva carrera para que los universitarios realizáramos nuestro servicio social y colaboráramos con las fiscalías en la localización de personas y elaboración de planes de búsqueda y ejecución en campo, entre otras actividades”, subrayó.

A decir de la jefa Sofi, el problema de los desparecidos hiere a todo México (oficialmente hay más de 100,000 casos) por lo que ella busca, en todo momento, aplicar los conocimientos técnicos y científicos aprendidos en la UNAM, además de diseñar diversas estrategias que echan mano de la multidisciplina.

“El aporte de las y los universitarios es desde el conocimiento y la vocación, pero también a partir de esta inclinación tan característica de los egresados de la UNAM de responderle a la sociedad”, concluye Karla Quintana Osuna, comisionada nacional de Búsqueda de Personas.

Con un imán, localizaron un contenedor de metal en cuyo interior estaba el cuerpo de Edgar Villalba. Ilustración: Dolores Rojas.
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