Universitarios de varias especialidades, a la búsqueda de personas desaparecidas

Son licenciados en ciencias forenses, así como médicos, odontólogos, antropólogos, administradores e historiadores, entre otros, que ayudan a la CNB

El aporte de las y los universitarios a la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) es desde el conocimiento, la vocación, pero también del sentir colectivo que tenemos de pensar en dar respuesta a la sociedad, y de cómo imaginar y crear algo nuevo, afirma Karla Quintana Osuna, comisionada nacional de Búsqueda de Personas, doctora en Derecho por el Instituto de Investigaciones Jurídicas.

Cerca del 70 % de los trabajadores de la Comisión vienen de universidades públicas, y la gran mayoría de ellos de la UNAM, señala en entrevista. “Muchos llegaron por las convocatorias que hicimos. Hubo un acercamiento desde la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) con la licenciatura en Ciencia Forense de la Facultad de Medicina de la UNAM, ante esta necesidad de atraer perfiles científicos para la búsqueda de personas desaparecidas”.

Se firmó un convenio de colaboración entre la carrera de Ciencia Forense y la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas acota, “para poder construir conjuntamente y comenzar a abrir estas vías de diplomados, seminarios, acompañamiento científico a la Comisión”, indica.

El gran reto, precisa, es cómo crear una respuesta distinta para lograr resultados diferentes. “Nosotros tenemos que pensar en la profesión de buscador o buscadora, como algo multidisciplinario. Estamos construyendo este grupo desde los diferentes ámbitos. Cuando hablo de ellos normalmente la gente piensa en la persona que está en terreno, caminando en campo, que, por supuesto, es importante, pero tenemos una amplia gama: licenciados en ciencias forenses, médicos, odontólogos, antropólogos y también mucha gente del área de ciencias sociales, historiadores, abogados, administradores”.

Para que un equipo funcione, indica, “necesitamos que sea multidisciplinario, que tenga un punto en común, el cual es fundamental y parecería muy obvio, pero no lo es en las instituciones públicas: hay que tener claro cuál es la misión de la institución y para quién estamos trabajando. Nosotros trabajamos para las personas desaparecidas y sus familias, y para crear esa institucionalidad, todo el engranaje”.

El mayor reto de la CNB es trabajar dentro de un sistema que aún no acepta que haya una institución, la cual se encuentra haciendo una función que es necesaria e imprescindible para el país y que es una obligación del Estado mexicano, dice Karla Quintana.

El desafío mucho más amplio es encontrar a casi 112,000 personas reportadas como desaparecidas o no localizadas –esto es evidentemente el número mínimo–, y cómo construir una política pública que involucre a todas las instituciones, a todo el Estado mexicano para tomar todas las medidas posibles y para poder dar con el paradero de todas esas personas, agrega.

Puntos de vista científico y humanitario

Hay que pensar la búsqueda de personas desaparecidas desde los puntos de vista científico y humanitario, aclara. “Desde luego, esto viene con este compromiso social de la Universidad Nacional Autónoma de México. Un compromiso de acercamiento con las familias, con las personas desaparecidas”.

Quintana añade que “tenemos varios ejemplos de cómo los universitarios de diferentes profesiones, desde las áreas científicas hasta las sociales, han imaginado por primera vez respuestas distintas: historiadores que han pensado en trabajar con matemáticos para crear sistemas algorítmicos que nos ayuden a mejorar la búsqueda de personas desaparecidas; que han tenido que idear cómo se busca en cuerpos de agua. Muchas veces las instituciones ordinarias no lo hacen, porque es complicado, porque no hay una respuesta clara, y porque toma tiempo”.

La CNB debe trabajar de la mano de las familias. “Ver lo que las buscadoras y los buscadores vemos todos los días, es, por supuesto, profundamente doloroso. Aquí yo cito a una buscadora que lo dijo tal cual: ‘En este trabajo uno ve lo peor del ser humano, pero también ve lo mejor del ser humano’”.

Ilustración: Andrés Otero.
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