El duelo se convierte en danza: Luz sonora

Homenaje al compositor Mario Lavista en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario

Claudia Lavista, bailarina y coreógrafa, honra la vida y trascendencia de su padre. Foto: Danza UNAM.
Claudia Lavista atravesaba en pleno el duelo por la muerte de su padre cuando llegó al desierto de Judea, en Israel. Era marzo. Apenas cuatro meses de aquel quiebre. De ese viaje surgió Ofrenda, una obra que lleva por música la pieza homónima que Mario Lavista (1943-2021) compuso para flauta de pico tenor. Un homenaje con el que la bailarina y coreógrafa honra la vida y la trascendencia de este compositor fundamental en la tradición mexicana de los siglos XX y XXI.

La pieza de videodanza, dirigida por el cineasta Alexander Dahm, tiene como escenarios locaciones milenarias: la Torre de David, un muro erigido en los tiempos de Herodes en el desierto, y algunas formaciones rocosas entre las dunas.

“En marzo de este año gané la beca Jerusalem International Fellows Award para trabajar 10 semanas en esa ciudad y decidí filmar esta videodanza. Es una reflexión sobre el duelo, acerca de cómo lo viví”, cuenta la creadora respecto a este trabajo. “Hacer esta pieza fue un proceso muy sanador”.

Con una duración de poco más de nueve minutos, Ofrenda da apertura al montaje Luz sonora, celebrando a Mario Lavista, que se presentará en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario los días 28, 29 y 30 de octubre, tras su estreno en el 50 Festival Internacional Cervantino.

El espectáculo, que cuenta con la participación de Aurelio Palomino en escenografía, vestuario e iluminación, forma parte del repertorio del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) del INBAL, bajo la dirección de la bailarina y coreógrafa Cecilia Lugo.

El aliento de los muertos

Lo último que escuchan las almas en su transición a otra vida es el sonido de la flauta. Eso narran tradiciones diversas alrededor del mundo y de los tiempos. Y es por esto que –dice Lavista– eligió obras dedicadas a ese instrumento para abrir y cerrar el tributo a su padre, fallecido el 4 de noviembre de 2021.

“Me gustaba la idea de comenzar y terminar con la flauta, imaginando que mi papá la está escuchando”, comparte la coreógrafa, quien junto a Víctor Manuel Ruiz es codirectora de la compañía Delfos Danza Contemporánea. “Fue mi padre quien me dijo que el sonido de la flauta guía a los muertos, que es lo único que pueden escuchar porque es el aliento”.

Nocturno, para flauta en sol cierra el homenaje en el que se hilvanan, además, cuatro obras, a partir de cuatro cuartetos de cuerda, en la visión de cuatro coreógrafos invitados por Claudia Lavista.

“Este homenaje tiene la finalidad de honrar la música y la visión del mundo de mi papá: él tenía una idea sobre la interdisciplina, la creación de comunidades, de diálogos entre artes y personas. Quise hacer un proyecto colaborativo para emular la manera en la que trabajaba y pensaba.”

De los ocho cuartetos de cuerda que compuso Mario Lavista, cada coreógrafo eligió uno. Así, la idea de Raúl Tamez marca el inicio de la serie con el Cuarteto No. 4 Sinfonías. Continúa la coreografía de Víctor Manuel Ruiz, con quien el compositor sostuvo una relación cercana como asesor musical de Delfos. Ruiz eligió el Cuarteto No. 3 Música para mi vecino. Le sigue el trabajo de Melva Olivas, con el Cuarteto No. 2 Reflejos de la noche. Culmina la obra de Claudia con el Cuarteto No. 8 Toque de silencio.

También se escucharán algunas introspecciones del compositor. “Este espectáculo es una reflexión sobre los ciclos de vida y muerte, la luz y la oscuridad, los inicios y los finales”.

La bailarina repara en la profunda espiritualidad con que vivió su padre, y que se escucha en sus obras, especialmente las de carácter sacro o místico; una vertiente de su trabajo que dio comienzo tras la muerte de su tío, el gran compositor de la época del Cine de Oro Raúl Lavista, y de quien fue muy cercano.

“No era un hombre religioso, pero sí espiritual. Decía que no tenía duda que había algo más, no tangible”, cuenta.

“Este programa tiene una razón simbólica. Ha sido una experiencia intensa, un proyecto importante para mí y para todos los que hemos participado. Es desde un profundo amor que hemos hecho este homenaje a su música y a su ser; es increíble tener la oportunidad de verlo manifestarse a través del sonido. Él se vuelve presencia sonora, de ahí el título: Luz sonora.”

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