En el Instituto de Biología describen cerca de 500 nuevas especies para la ciencia

De ellas, 384 corresponden al reino Animalia, 71 a Plantae y 40 a Fungi; actualmente es posible conocer microestructuras en los organismos con gran detalle: Alejandro Zaldívar

Investigadores del Instituto de Biología (IB) han descrito cerca de 500 nuevas especies para la ciencia en los últimos cuatro años, las cuales ayudan a conocer nuestra biodiversidad, conservarla y enriquecen los inventarios de los recursos naturales de nuestro país. De éstas, 384 corresponden al reino Animalia, 71 a Plantae y 40 a Fungi.

En México y en el mundo aún hay un gran número de especies por descubrir y describir, principalmente de invertebrados, afirma Alejandro Zaldívar Riverón, curador en jefe de la Colección Nacional de Insectos del IB.

“En el grupo de animales vertebrados, la tarea está muy completa; de los mamíferos ya se encuentran reconocidos la mayoría, aunque se siguen describiendo algunos pequeños como roedores, murciélagos y musarañas.”

“Pero en invertebrados, incluyendo insectos, aún hay una labor titánica por realizar. Por ejemplo, se han descrito más de un millón de especies de insectos, pero se piensa que pueden existir entre cuatro y hasta 60 millones en nuestro planeta. Es una caja negra, nadie sabe la diversidad real en este grupo de organismos”, asegura.

El descubrimiento y la descripción de especies son realizados principalmente por taxónomos, quienes trabajan tanto en campo como en museos. Para ello, examinan la morfología de ejemplares, así como su información genética. La descripción formal de especies culmina al publicar estos hallazgos en revistas científicas, explica el experto universitario.

Esta labor es muy importante para nuestro país, considerando que es uno de los más ricos en especies en el planeta debido a que se encuentra en una zona geográfica donde confluyen las regiones neotropical y neártica, con una historia geológica y paleoclimática muy compleja que ha permitido el origen y evolución de un gran número de plantas, animales y hongos.

“La descripción de especies es ciencia básica y la taxonomía un pilar para investigaciones posteriores en biología. No puedes hacer estudios, por ejemplo, del control biológico de una plaga, si no sabes con qué especies estás trabajando, o no es posible realizar un proceso de producción de plantas de uso comercial o alimenticio si no conoces sus características”, dice afirma el investigador del IB.

Fotos: Francisco Parra.

Ayuda de la tecnología

Alejandro Zaldívar Riverón explica que la descripción de nuevas especies también se ha visto favorecida por el desarrollo tecnológico, así como por los avances metodológicos y teóricos.

El desarrollo de tecnología en microscopía electrónica, las técnicas de secuenciación masiva del ADN y los avances bioinformáticos han permitido, en los últimos años, acelerar el proceso de reconocimiento y descripción de especies. Actualmente es posible conocer microestructuras en los organismos con gran detalle, y secuenciar el genoma completo de una especie en un tiempo relativamente corto y a un costo cada vez menor.

“Hace una década, las técnicas de secuenciación del ADN no proveían suficiente información y eran poco accesibles. Con el paso del tiempo esto se ha hecho más rápido, es mucho mayor la información genética que obtenemos y los costos también se han reducido”, detalla.

De igual forma, los procesos editoriales han cambiado. Hoy en día los manuscritos se suben a plataformas por internet, cuando hace un par de décadas se enviaban por correo postal y el proceso de publicación demoraba hasta dos años antes de ser publicada la descripción.

“Ahora tardas un par de meses o incluso semanas. Todas las descripciones deben tener un arbitraje, son revisadas por pares; pero actualmente es mucho más acelerado el proceso”, comenta el experto universitario.

Nombres científicos

El especialista en sistemática de insectos expone que se siguen varias reglas para asignar el nombre científico a una nueva especie: deben estar latinizados y no pueden ser denominados como los autores que la describen.

Generalmente se elige el nombre por alguna característica del organismo, en honor a alguna investigadora o investigador o persona destacada, o bien estar relacionado con la región en donde se encontró.

“Últimamente se han aprovechado las redes sociales y los medios de comunicación para promover las descripciones, y suelen asignarse nombres atractivos para el público, por ejemplo, de artistas o personajes famosos. Recientemente se nombró Photinus guillermodeltoroi a una nueva especie de luciérnaga de los bosques de Jalisco, en honor a Guillermo del Toro.

“De todo se vale si es para dar a conocer organismos que la mayoría de la gente ignora”, asevera el investigador del IB y también integrante nivel III del Sistema Nacional de Investigadores.

Incluso, en Estados Unidos y Europa, desde hace varios años, se realizan subastas en las que empresas y público en general compiten para nombrar nuevas especies. Los recursos que se obtienen se destinan a financiar investigaciones.

Esta controvertida estrategia ha sido criticada por algunos miembros de la comunidad científica, pero sin duda ha sido exitosa para atraer la atención hacia el conocimiento y la conservación de las especies por parte de las empresas y público en general, asegura Zaldívar Riverón.

Los académicos del IB realizarán próximamente una primera subasta para nombrar especies de “cara de niño”, “grillo niño” o “niño de la tierra” (Stenopelmatus) de Ciudad de México y otras regiones del centro del país. Erróneamente la gente cree que estos organismos son venenosos, pero son inofensivos.

Los “cara de niño” del género Stenopelmatus se encuentran distribuidos desde el norte y centro de México hasta Ecuador. A pesar de ser ampliamente conocidos por diferentes culturas mesoamericanas, aún se desconoce cuántas especies de ellos existen.

“Nosotros empezamos a trabajar con este grupo de “cara de niño” en México hace cuatro años, y nos dimos cuenta que hay un gran número de especies todavía por describir”, precisa.

Se prevé que en la subasta participen empresas, instituciones privadas y público en general. No se podrán nombrar las especies con términos ofensivos, de burla o contrarios a los valores de respeto o inclusión promovidos por la UNAM.

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