Escribir es un oficio y cada novela es un viaje: Santiago Roncagliolo

El autor impartirá el curso De la página a la pantalla: claves para no naufragar convocado por la Revista de la Universidad de México

Foto: cortesía Xavier Torres-Bacchetta.
Santiago Roncagliolo recuerda las descalificaciones de sus conocidos cuando quiere opinar del acontecer de Perú, su país natal, o de lo que ocurre en España, su lugar de residencia. Sus expresiones quedan anuladas porque es un extranjero. “He entendido que tu nación es la gente que te quiere”, dice.

“Yo creo que ser de lejos, ser de fuera, te da una mirada muy útil. Porque un escritor de alguna manera finge que es de fuera, se abstrae de la realidad, de un lugar, como si no formase parte de ella, como si se inventase ese sitio. De hecho creo que viajar y escribir parten del mismo impulso, que es que la vida tenga más, que ésta no sea solamente lo que ves, la pared de enfrente de tu cama. Y en ese caso, Perú forma parte de mi territorio emocional”, afirma en entrevista.

El autor de Abril rojo cree que “eso fue bastante obvio con la pandemia. Cuando estábamos encerrados, los libros, las historias hacían que nuestro mundo no fuera agobiante, estrecho, una jaulita; pero yo crecí así, en un lugar en guerra, en un Perú muy violento con muchas bombas, con muchos disparos, con muchos apagones. Y entonces es ahí donde empecé a leer, y comencé a ver películas, y observar que el mundo podía ser mucho más grande a través de esas ventanas”.

Sin duda, precisa Roncagliolo, “ser de afuera es problemático en tu vida personal, nunca acabas de encajar, ni con la gente a la que dejaste, ni con la que llegaste. Nunca volverás a ser el peruano que eras cuando te fuiste, pero tampoco llegarás a ser un español. Sin embargo eso también es una de las cosas buenas de escribir, que amortizas todo; y lo malo también, lo triste, porque yo nunca fui consciente, pero ahora me doy cuenta que todos mis protagonistas se sienten fuera de lugar, desencajados. No terminan de entenderse con su entorno, y eso nunca fue una idea explícita. Es como yo me he sentido a lo largo de mi vida, y es algo que mueve a mis personajes de manera natural. Así que incluso esas desgracias las conviertes en parte de tu labor, y eso es lo fascinante que tiene tu trabajo también”.

Roncagliolo salta de un tema a otro en sus colaboraciones periodísticas. Un día puede entrevistar al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y días después escribir sobre la princesa Diana o la relación tormentosa entre Stanley Kubrick y Vladimir Nabokov durante el rodaje de Lolita. No tiene una metodología para organizarse, no existe un mapa en el estudio de su casa. “En un principio era el hambre, porque yo nunca creí vivir de esto. Siempre pensé que como todo el mundo iba a hacer de todo, eso fue algo completamente inesperado. Y luego haciendo de todo es donde aprendí que escribir es un oficio, que se trata de aprender cosas, entre más variados sean tus temas y tus escenarios, más te permites que cada novela sea un viaje. No quieres viajar todos los años al mismo lugar de vacaciones, quieres explorar nuevos territorios”.

El curso De la página a la pantalla: claves para no naufragar, convocado por la Revista de la Universidad de México, será impartido por Santiago Roncagliolo (Perú) y João Paulo Cuenca (Brasil), con la participación especial de Everardo González, Bernardo Esquinca y Alejandro Gerber. Se impartirá del lunes 17 al viernes 21 de abril de 2023 de 12 a 14 horas, en la sala Pola Weiss de TV UNAM, en Ciudad Universitaria (https://www.filmoteca.unam.mx/convocatoria/de-la-pagina-a-la-pantalla-claves-para-no-naufragar/).

Roncagliolo disfruta mucho de su participación en el cine, “porque soy social, entonces la idea de trabajar en equipo me gusta, porque aprendo de todos estos artistas, actores y productores, a los que no les hacen mucho caso y que son muy creativos, porque no son solamente los encargados de la producción. Trabajo con toda esta gente, también aprendo de todas estas personas”.

Tiene muy claro que cuando se hace un guion se tiene que pensar en una buena película, no en un buen libro. “El libro se queda como está, nadie va a tocarlo, pero la película es otra cosa, debe tener otro ritmo, otro público y otro lugar. Si estás muy preocupado por proteger el libro, no vas a hacer nada con el texto, que se quede igual”.

Cuando han llevado sus libros a la pantalla siempre han sido versiones diferentes que el texto en sí, “pero me ha interesado ver cómo el director leía esta historia, como encontraba su propia historia dentro de la narrativa del libro. Yo mismo me he adaptado, y ha sido como si te fueran cortando partes del cuerpo. No necesitas dos orejas, no necesitas dos manos, y así vas mutilándote, porque dentro de una película no cabe todo lo que cabe en el libro”.

Lo que se compartirá en el curso “más que un recetario de cómo adaptar un libro es un intercambio de experiencias, todos nos contamos. Vamos viendo cómo cada historia es diferente. No hay plan”.

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