Freder Bidegain, profesor universitario que busca visibilizar el tema de la transexualidad

“Tomé un curso de disidencias sexuales y me sentí tan seguro que, por primera vez, decidí comunicarles en la Universidad que soy un hombre transexual. Entonces, confirmé que si no es aquí no podría hacerlo en ningún otro lado”

Hace 39 años, al nacer, sus padres le asignaron el nombre de Frida, pero desde pequeño se percató que no se identificaba con todo lo relacionado con lo femenino, y para lograr su transición a hombre, como siempre lo quiso, se sometió a diferentes procesos. Freder Bidegain, como actualmente pide ser llamado, es profesor –desde hace 5 años– de las facultades de Arquitectura y de Ingeniería de la UNAM.

En vísperas del Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ –que se conmemora cada 28 de junio– , el académico busca sensibilizar y visibilizar el tema de la transexualidad, principalmente en docentes, pues menciona que son pocos los que han cambiado su identidad de género y lo dan a conocer abiertamente. Además, considera que este es un momento viable para que ellos y la comunidad estudiantil tengan presente que en la institución existe un profesor que es transexual, que busca ser reconocido como tal y que se siente orgulloso de su proceso.

Una historia de transformación

El catedrático cuenta a este medio que desde que tenía 5 años negoció con su mamá poder usar el cabello corto, ya que lo hacía sentirse cómodo. Fue también a esa edad que se presentaba como Carlos, cuando jugaba con sus amigos de la infancia. “Recuerdo que las mamás de mis amigos sí pensaban que yo era un niño, jugaba futbol, a los carritos y a las canicas”.

Cuando ingresó a la primaria se encontró con la imposición de usar el uniforme escolar; “ahí me di cuenta que mi cabello corto no cuadraba con la falda, que era una niña y que no podía ser niño”, rememora.

Posteriormente, relata, en su adolescencia intentó “de alguna forma ser mujer” al conocer que existían personas que se identificaban como gays y lesbianas, y que algunas de ellas figuraban como masculinas. “Entonces fue cuando me identifiqué como una lesbiana de aspecto masculino, ya que no podía ser hombre”.

Sin embargo, apunta, “no me sentía del todo como mujer, de hecho, en mi ignorancia, en aquel entonces creía que ser lesbiana era ser menos mujer y para mí era aceptable y podía vivir con eso. Fue así que adopté esta etiqueta durante mucho tiempo”.

El profesor enfatiza que es consciente de que nunca fue una mujer femenina porque fácilmente se le confundía con un varón, incluso hubo ocasiones en las que no le permitían el acceso al sanitario de mujeres debido a su aspecto físico.

“Desde la etapa de mi pubertad no me crecieron los senos, pero sí me crecía vello facial, lo cual consideraba algo bueno, ya que sentía que tenía pequeños rasgos masculinos. Por esta razón, la gente no sabía si tratarme como hombre o como mujer”, añade.

Fue durante su carrera profesional que se enteró de la existencia del movimiento transexual y de las acciones que los transactivistas realizan. “Gracias a ello supe que se podía transitar de un género a otro”.

En 2019, ya en mi etapa como profesor, en esta casa de estudios eran más visibles los movimientos feministas, se implementó el lenguaje no binario y se hablaba sobre la perspectiva de género, externa. “Los estudiantes también luchaban por vivir una identidad diferente, entonces me sentí identificado y eso propició que yo me cuestionara si como profesor, y siendo una persona más grande, podía sumarme, porque sabía que formaba parte de esa lucha”.

Ese momento significó un parteaguas en la vida de Freder Bidegain, ya que fue cuando analizó iniciar su proceso de transición, del cual, dice, “es algo que construí desde niño porque siempre creí que yo debí ser un hombre”.

Son pocos quienes han cambiado su identidad de género y lo dan a conocer.

Proceso de transición

Aunado a sentirse motivado por la lucha estudiantil, hubo otra razón por la que tomó la decisión de transitar a varón.

Recientemente, cuenta, se reventó un quiste que estaba en uno de mis ovarios, y la alternativa para atender este problema médico fue tratar con varias hormonas como estrógenos, que son usadas por quienes desean transitar a mujeres, “pero me di cuenta que no era lo que yo deseaba, porque estaba en contra de mi identidad de género; además quería dejar de habitar la etiqueta de lesbiana masculina y decidí iniciar el tratamiento de reemplazo hormonal con el que ya llevo diez meses”.

El tratamiento es con testosterona, precisa, “y mi cuerpo lo ha recibido de forma positiva, además de que ya he percibido los primeros cambios en mi cuerpo. La grasa se acumuló en mi quijada, entonces se me está formando un rostro más cuadrado, la grasa también se acumula en la espalda por lo que hay un aumento en la musculatura, y al igual hubo crecimiento de vello en todo el cuerpo”.

Subraya que “nunca había tenido una relación tan bonita con mi cuerpo, hoy me veo y me gusto mucho. Yo creo que la gente que me quiere, me conoce y me ve contento, también lo ha aceptado así, porque no he dejado de ser la persona alegre, trabajadora, apasionada de la arquitectura y de la docencia, soy quien siempre he sido”.

Lazos de apoyo familiar

Una de las cosas que ha constatado es que “como mujer no le causo miedo a las otras chicas, sin embargo, ahora que soy un hombre sí lo ocasiono, pero esto es a causa de la violencia que vivimos día a día. Este hecho provocó que me diera temor el no saber cómo mi familia o las demás personas iban a reaccionar al comunicarles de mi transición. Decidí enterarlos a través de las redes sociales mediante una publicación que realicé, ya que siendo lesbiana recibí mucha discriminación, y no quería pasar por la misma situación ahora con la transfobia, y para mi sorpresa recibí comentarios de apoyo muy positivos”.

Freder Bidegain cree que al comunicarles de forma masiva tuvieron tiempo para asimilarlo, y entonces “cuando me encontré con familiares, sobre todo los más cercanos, hubo quienes me dijeron que me quieren tal cual soy, y también que les era indiferente si yo era hombre o mujer, pues lo que les importa es la persona que les muestro”.

Sin embargo, sí ha recibido reacciones de miedo, “hasta de mi propia familia por no saber cómo tratarme o dirigirse a mí. Los noto algo temerosos de decir algo indebido, y creo que eso no debe de ser castigado porque todos estamos aprendiendo; hay que seguir siendo tolerantes”.

Académico desde hace cinco años. Fotos: cortesía Alicia González.

Aceptación social

Considera que la transición social es lo más importante dentro de su proceso. “Independientemente de lo que la ley permita en cuanto al reconocimiento del cambio de identidad de género y en lo administrativo, como en las cédulas profesionales, títulos y demás, debemos de tomar en cuenta también los espacios en los que nos desenvolvemos y compartimos con otras personas, para que todos nos sintamos cómodos”.

Las personas transitan al mismo tiempo que uno, indica, “es una especie de duelo porque pierden a sus sobrinas, amigas, tías y ahora son sus sobrinos, amigos y tíos, y eso requiere tiempo para asimilarlo”, analiza.

“Recibir el apoyo y el cariño de mis amigos, de mi familia y de algunos colaboradores con los que ya he abierto mi proceso de transición en la UNAM, sin duda me da fortaleza.”

Algo que he podido observar es que a la gente le importa saber si me tiene que tratar como hombre o mujer, “porque existe mucho machismo e indiferencia entre el trato que recibe cada género, entonces necesitan saber si te van a tratar desde la dominación o la subordinación. Por lo tanto, al ser una persona transexual, el trato es mucho más diferenciado y se vuelve más complicado porque existe un odio hacia nosotros.”

Según datos de la organización civil Letra S, Sida, Cultura y Vida A.C., en México se han registrado al menos 453 asesinatos contra personas integrantes de la comunidad LGBTIQ+, durante cinco años, desde 2018.

La UNAM, un espacio seguro

El académico confirma que el último paso, el que le dará un cimiento importante a su transición y a presentarse ante la sociedad como Freder Bidegain, será hacerlo en esta casa de estudios. “Yo creo que si no fuera en esta institución, no sería en ningún otro lugar, porque considero que es un espacio seguro, en donde se han trabajado estos temas, y además donde me he sentido cobijado por la comunidad de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU), especialmente por docentes como Rubén Hernández”.

“Con la maestra Myriam Brito, de la Escuela Nacional de Trabajo Social, tomé un curso de disidencias sexuales y me sentí tan seguro que, por primera vez, decidí comunicarles en la Universidad que soy un hombre transexual. Entonces, reafirmo, si no es aquí no podría hacerlo en ningún otro lado.”

Para finalizar, el profesor da a conocer que en la institución hay pocos académicos que se sabe son transexuales, por lo que están creando una colectiva de docencias disidentes para visibilizar su existencia en la comunidad universitaria y que se les reconozca como tales.

No ha dejado de ser una persona alegre y apasionada de la arquitectura.
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