Genes y desequilibrio energético causan obesidad

La heredabilidad de genes que nos dan susceptibilidad a la obesidad va del 20 al 40 %, el resto está dado por el ambiente

En México, quizá tú seas parte de ese 35.2% de la población que padece obesidad. Tres de cada 10 personas son obesos y 7 de cada 10 tienen sobrepeso. Por género: la prevalencia de la obesidad es mayor en mujeres (40.2%) que en hombres (30.5%), según la ENSANUT 2018.

La obesidad no tendría tan redonda importancia si no fuera una enfermedad asociada a otras como la diabetes mellitus, esteatosis hepática, cáncer, patologías del corazón y apnea del sueño.

El obeso -según la OMS- tiene una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. ¿Qué tanto es excesivo? Si se mide con base en el Índice de Masa Corporal (IMC, se divide el peso -kg- entre el cuadrado de la estatura -m2-) y el resultado es mayor a 30 kg/m2, eres obeso. En cambio, si tu IMC es de 25 a 29.9 kg/m2 tienes sobrepeso.

La obesidad –apunta la doctora Ruth Gutiérrez Aguilar, de la Facultad de Medicina– se genera por un desequilibrio en la balanza energética, dado por la ingesta de alimentos y por el gasto energético. Si comes más (energía ingerida), que la energía que gastas al caminar, correr y otras actividades, ganarás peso. Si gastas más de lo que comes, entonces perderás peso.

Mutación y susceptibilidad

Que uno esté obeso o tenga sobrepeso no depende solo de ese desequilibrio en la balanza energética, por comelón y otros factores ambientales. Sino que hay también un componente genético que puede detonar la obesidad.

La obesidad monogénica es aquella donde existen mutaciones (cambios en el DNA poco frecuentes) en uno o varios genes involucrados en la regulación de la balanza energética, asegura Gutiérrez Aguilar, del Laboratorio de Enfermedades Metabólicas: Obesidad y Diabetes, Unidad Periférica de la UNAM en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”.

De los obesos, solo 5 por ciento padece algún tipo de obesidad monogénica, que es causada por mutaciones en genes como el receptor a la melanocortina 4 (MC4R), leptina, el receptor a la leptina, proopiomelanocortina (POMC), entre otros.

Mutaciones en MC4R provocan hiperfagia, el deseo por seguir comiendo. Por otra parte, la leptina regula la balanza energética y causa saciedad. Esto se debe a que es una hormona producida en el tejido adiposo y es capaz de “avisar” al hipotálamo, que ya hay suficiente energía acumulada en ese tejido.

Por lo tanto, cuando hay una mutación en estos genes, esas señales “no llegan” al hipotálamo y entonces éste ya no puede ayudarnos a regular la balanza energética, y uno sigue “comiendo y comiendo”.

Por otra parte, existe la obesidad poligénica, esto quiere decir, que varios genes dan susceptibilidad a desarrollar la enfermedad. Estudios de asociación del genoma completo indican que hay más de 200 variantes asociadas a la obesidad. Una variante o polimorfismo –explica Gutiérrez Aguilar– es un cambio de nucleótido en el DNA y es frecuente en la población, a diferencia de las mutaciones que son poco frecuentes.

La obesidad común o poligénica se debe a estas variantes en los alelos materno o paterno, que sí son frecuentes, y que nos dan susceptibilidad a desarrollar la enfermedad.

Por lo tanto, nosotros podemos tener la susceptibilidad a desarrollar obesidad, pero no quiere decir que estemos condenados a ser obesos. Sin embargo, una buena dieta y ejercicio, pueden ayudar a controlar el aumento de peso.

¿Quién tiene padres obesos será gordo? La heredabilidad de genes que nos dan susceptibilidad a la obesidad va del 20 al 40 por ciento, el resto está dado por el ambiente. En términos de la balanza energética, si comemos mal y en cantidades excesivas, y hacemos menos ejercicio, esto provocará un aumento de peso.

Nuevos genes asociados a la obesidad

Las nuevas herramientas moleculares han descubierto muchas variantes asociadas a la obesidad. Sin embargo, no se conoce su función, ni cuál es su impacto en el metabolismo.

Es por esto que la doctora Ruth Gutiérrez Aguilar se ha dedicado en los últimos años a describir la función de los nuevos genes asociados a la obesidad. Ella logró describir la función del gen ETV5 en el metabolismo. Ratones sin ese gen mostraron resistencia a la obesidad inducida por dieta, lo que quiere decir que no subieron de peso, a pesar de mantenerlos en una dieta alta en grasa. Además, presentaron una intolerancia a la glucosa, debido a la reducción en la secreción de la insulina. Se demostró también que ETV5 regula genes involucrados en la exocitosis de la insulina.

Actualmente, Gutiérrez Aguilar estudia otros dos genes asociados a la obesidad y de los que no se conoce su función. Uno que pareciera ser un sensor de la concentración de la glucosa. Y el otro, pudiera ser un canal de potasio, posiblemente relacionado con la secreción de insulina.

Obesidad mórbida y cirugía bariátrica

¿Cuándo la obesidad se vuelve mórbida? La obesidad mórbida se define cuando el IMC es mayor a 40 kg/m2 o tienen 50kg por encima de su peso ideal. Además, este tipo de obesidad suele acompañarse de otras enfermedades como hipertensión, diabetes tipo 2, apnea del sueño, entre otras.

En casos de obesidad mórbida, se realizan muchos tipos de cirugía (banda gástrica, manga gástrica, bypass gástrico, entre otras), que son efectivas para bajar de peso. Por ejemplo, la cirugía del bypass gástrico tiene un éxito del 85%.

Se ha reportado que la pérdida de peso después de un año poscirugía es de un 20% para la banda gástrica y del 32% para el byass gástrico. A los 10 años poscirugía, la pérdida de peso había disminuido al 14 y 25%, respectivamente.

Según un informe de la Federación Internacional de Cirugía Bariátrica, entre 2014 y 2018 se realizaron 394 mil 431 cirugías de este tipo en el mundo. La mediana del IMC precirugía fue del 41.7 kg/m2 y el 73.7% de los pacientes bariátricos son mujeres.

En México, el Colegio Mexicano de Cirugía para la Obesidad y Enfermedades Metabólicas reportó que se realizaron 7 mil 784 cirugías bariátricas en 2016.

También a la cirugía bariátrica se le ha llamado cirugía metabólica, ya que ayuda a controlar la diabetes tipo 2. El 66.1% de los pacientes, después de la cirugía, ya no recurrieron a los medicamentos hipoglucemiantes.

En los pininos

Se sabe que las cirugías bariátricas tienen gran éxito en la pérdida de peso, pero se desconocen cómo y por qué la cirugía bariátrica es efectiva. Por eso, Gutiérrez Aguilar investiga los posibles mecanismos moleculares por los cuales la cirugía bariátrica ejerce beneficios metabólicos.

En modelos animales, se ha logrado probar que la manga gástrica no es una cirugía restrictiva. En esta cirugía se quita el 80% del estómago, por lo que uno pensaría que existe menos lugar en donde almacenar la comida. Sin embargo, se comprobó que al someter a los animales bariátricos a una restricción alimentaria por unas semanas y después dejar que coman lo que quieran, ellos fueron capaces de aumentar su consumo, probando que no es restrictiva.

Por otra parte, se postulaba que la grelina, hormona que se producen en células del estómago y que es orexigénica, que indica “come más”, fuera un fuerte candidato para explicar la pérdida de peso después de la cirugía, donde se quita el 80% del estómago. Sin embargo, resultó no ser la hormona responsable de la pérdida de peso después de la cirugía.

El único gen que hasta el momentos se ha logrado demostrar que influye en la cirugía bariátrica es el gen FXR (receptor X farnesoide), pero “¿cómo, cuándo y por qué?”, son preguntas de estudios en marcha a nivel mundial.

Un proyecto que la doctora Gutiérrez-Aguilar y sus colaboradores tienen en la mira, es el análisis del tejido adiposo, antes y después de la cirugía bariátrica, para determinar qué modificaciones sufre este tejido y qué genes están implicados.

Si entendemos los mecanismos moleculares involucrados en la funcionalidad de la cirugía bariátrica, quizá –considera Gutiérrez Aguilar– nos ayude a entender mejor el origen molecular de la obesidad, que por factores exógenos (mala y exceso de alimentación, además de una vida sedentaria) se ha convertido en un problema de salud público mundial.

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