Cada año el tabaquismo ocasiona el fallecimiento de ocho millones de personas en el mundo. En México, de acuerdo con datos de la Dirección General de Epidemiología, más de 170 fumadores pierden la vida cada día como consecuencia de esta enfermedad que ahora es, además, factor de riesgo para hospitalización y muerte por coronavirus.
En ocasión del Día Mundial sin Tabaco, que se celebra el 31 de mayo, Guadalupe Ponciano Rodríguez, coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina (FM), refiere que, en promedio, los mexicanos fuman siete cigarrillos al día; “tenemos más fumadores ocasionales”. A pesar de campañas, esfuerzos, tratamientos para apoyarlos, la prevalencia en adultos se mantiene y en jóvenes aumenta.
Hay en el planeta aproximadamente mil 300 millones de consumidores en sus diferentes formas. Según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2018), en el país la prevalencia es de 17.9 por ciento en personas de 12 a 65 años de edad; es decir, más de 15 millones, señala.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al tabaquismo como la principal causa de enfermedad, invalidez y muerte prematura, así como la número uno de mortalidad prevenible. En México, 10 por ciento del total de decesos son ocasionados por esa adicción, explica la científica.
A partir de 1987 el organismo internacional estableció el Día Mundial sin Tabaco, para reflexionar sobre la importancia de este padecimiento. Antes de la Covid-19 numerosos epidemiólogos lo consideraban la pandemia del siglo XXI, porque representa un problema grave de salud pública.
Además, al inicio de la emergencia sanitaria se detectó que los fumadores tienen más probabilidad de presentar cuadros graves al contagiarse del virus SARS-CoV-2.
En contraste, los beneficios de dejar el cigarro, ilustra la OMS, son casi inmediatos: a los 20 minutos disminuye la frecuencia cardiaca; transcurridas 12 horas las concentraciones de monóxido de carbono en la sangre vuelven a la normalidad; de la segunda semana a los tres meses la circulación y la función pulmonar mejoran. Por eso, este año el lema de la conmemoración es “Comprometerse a dejar el tabaco”.
Más niños y mujeres
Ponciano expone que en México todavía fuman más los varones que las mujeres, en una relación aproximada de dos a uno; pero es preocupante que esta práctica se presenta cada vez más en grupos más jóvenes: niños de 10 años aparecen en las encuestas epidemiológicas, porque empiezan con el cigarro a esa edad.
Además, va en aumento el número de mujeres, lo cual es también delicado porque son más susceptibles a desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y a hacerse adictas; en alguna etapa de su vida adulta encontrarán muy difícil dejar de fumar, aunque estén embarazadas.
En el grupo de 10 a 19 años la prevalencia es de aproximadamente seis por ciento; es decir, un millón de niños y adolescentes ya están fumando. El promedio de edad de inicio es de 14 años y eso es grave porque la nicotina es una droga adictiva, incluso más que la cocaína o la heroína por su comportamiento farmacológico, con un fuerte impacto en el cerebro que terminará de madurar hasta los 21 o 24 años; los cerebros jóvenes son más susceptibles a las drogas y se hacen adictos más rápidamente, advierte la experta.
Aparte, el tabaco es conocido como “droga puerta de entrada”: los jóvenes que lo fuman tienen trece veces más riesgo de empezar a consumir marihuana y alcohol.
A pesar de que la ley prohíbe la venta de cigarros a menores, en la realidad la restricción es nula. “Se les venden porque se asume que son para el papá o la mamá. Además, los adquieren por unidad”. A eso hay que sumar que la industria aprovechó la pandemia para utilizar de manera indiscriminada las redes sociales y vender por Internet cigarrillos electrónicos, vapeadores y otros sistemas electrónicos de administración de nicotina.
El tabaco, recuerda Guadalupe Ponciano, afecta de manera importante el aparato respiratorio y en ocasiones ese daño es irreversible; “hablamos de siete mil sustancias químicas en ese humo, de las cuales alrededor de 250 son altamente tóxicas, y 60 o 70, dependiendo del tipo de tabaco, producen cáncer”.
De ahí, recalcó, que los males más frecuentes asociados con el tabaquismo son el enfisema y la bronquitis crónica, y cuando se producen juntas, EPOC. En ese caso se presenta destrucción del tejido alveolar al grado que el paciente podría necesitar terapia de sustitución de oxígeno, ya que hasta bañarse o vestirse le generaría una terrible fatiga.
También son frecuentes las infecciones respiratorias, neumonías atípicas que no responden bien a los antibióticos, y el asma, sobre todo en niños fumadores pasivos expuestos a ese humo. También el cáncer de pulmón y, por supuesto, la Covid-19, ya que el riesgo de adquirir el coronavirus es del doble respecto de los no fumadores, y más del doble de requerir hospitalización, así como ventilación mecánica.
No se supera sólo con ganas
Conocer los beneficios de dejarlo, los daños que produce o entender qué es lo que una persona trata de cubrir al fumar o qué quiere conseguir, debería estimular a cualquiera a librarse de la nicotina.
Sin embargo, indica la investigadora, se trata de una enfermedad crónica adictiva que no se supera sólo con ganas. Muchas personas, aunque quieran dejarlo, no pueden; entonces requieren apoyo profesional que pueden encontrar en la UNAM, el Consejo Nacional contra las Adicciones, y en algunas clínicas y hospitales.
Para los pacientes que tienen un grado mayor de dependencia, “contamos con medicamentos aceptados por la Secretaría de Salud, muy buenos, cuya seguridad y eficacia está comprobada”. El parche, que es una terapia de remplazo de nicotina, no funciona cuando “lo compras en la farmacia y te lo colocas tú solo, porque no sabes si es la dosis requerida, dónde y cómo ponerlo, y por cuánto tiempo; pero con un apoyo profesional por supuesto que es muy bueno y barato”.
Otros requieren, además, de fármacos como Bupropión, un antidepresivo que actúa a nivel de sistema nervioso central y la Vareniclina, que evita el síndrome de abstinencia.
El tratamiento que ofrece la FM es integral, porque además incluye atención psicológica mediante ejercicios de terapia cognitivo-conductual. Por eso, la eficacia de la atención es de 80 por ciento; es decir, de cada 10 fumadores que solicitan la ayuda ocho dejan de hacerlo.
Igualmente, abunda, se les da acompañamiento al menos durante un año, pues existe el problema de las recaídas por diferentes situaciones, emocionales la mayoría. No obstante, “hemos dado seguimiento tres años a nuestros pacientes, y encontramos 69 por ciento de abstinencia”, resalta Guadalupe Ponciano.
Por la pandemia, el proceso de atención ha sido vía telefónica o correo electrónico, porque este tipo de apoyo tiene un impacto positivo muy importante en los exfumadores. Además, “estamos probando algunas nuevas técnicas de e-salud a través de redes sociales, por ejemplo audios en Spotify, que día a día van preparando a las personas para dejar de fumar. Lo que necesitamos es que realmente se animen a dejar la nicotina, que se comprometan y busquen apoyo profesional”, resume.
La OMS enumeró más de 100 razones para dejar el cigarro, por ejemplo: afectación del aspecto físico, ya que el tabaco amarillea los dientes y crea un exceso de placa dental, causa mal aliento, produce arrugas en la piel, etcétera; es una amenaza también para la salud familiar y de los amigos, toda vez que más de un millón de personas mueren cada año en el mundo debido a la exposición al humo de tabaco ajeno; afecta de manera importante la economía familiar porque es caro, pues en México el costo de una cajetilla va de los 45 a los 59 pesos, a lo cual se suma la atención médica por afecciones asociadas, entre otros aspectos.