Inicio de una nueva carrera espacial

El objetivo de las expediciones es comprobar si la Luna puede convertirse en un puesto de avanzada para la exploración sideral: Gustavo Medina Tanco del ICN

Casi han pasado 50 años desde que el hombre caminó por última vez en la Luna. Hoy, una nueva era espacial se perfila en el futuro de la humanidad y regresar al satélite que orbita nuestro planeta es sólo el primer paso. El plan de la NASA consiste en tres misiones especiales –Artemis I, II y III–, las cuales comprobarán si la especie humana podrá lanzarse a la conquista del espacio exterior.

El itinerario de Artemis I comprende un recorrido total de más de dos millones de kilómetros a lo largo de 37 días, en caso de no haber eventualidades regresará a la Tierra a una velocidad cercana a los 40 mil kilómetros por hora. Para esta primera misión, la nave no tendrá pasajeros. En su interior viajarán tres muñecos de prueba que comprobarán los posibles daños causados en el cuerpo humano por el trayecto y la cantidad de radiación que recibirán los astronautas.

Este nuevo interés de la NASA, diversas agencias espaciales y empresas privadas por ir a la Luna responde, de acuerdo con Gustavo Medina Tanco –investigador del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) y responsable del Laboratorio de Instrumentación Espacial–, al desarrollo tecnológico de las últimas décadas y a la necesidad de comprobar si el satélite puede ser usado como puesto de avanzada para la exploración espacial profunda.

“Se abre la puerta para que, efectivamente, la Luna se empiece a integrar un poco en la revolución que está ocurriendo en otros sectores de la industria espacial, como las órbitas bajas, por ejemplo. Esto está llevando no sólo a las grandes agencias, sino también a pequeñas y medianas empresas y a la academia a hacer cada vez más suyo el espacio exterior”, consideró Medina Tanco y agregó:

“La Luna, en particular, tiene un carácter muy atractivo. Es suficientemente grande, prácticamente tiene el tamaño de un planeta. Es un cuerpo que está lejos, pero no tanto. Está lo suficientemente cerca como para que puedas ir rápidamente hacia ella y volver en tres, cuatro días. También tiene una serie de recursos naturales que facilitan cualquier tipo de asentamiento allí, algunos minerales muy útiles para ser utilizados in situ: aluminio, berilio, litio, siliconio, titanio, tantalio, torio, uranio, etcétera”.


Foto: NASA.

Misiones independientes

Los datos recobrados por Artemis I y las subsecuentes misiones –la tercera será la que toque la superficie del cuerpo celeste en 2025– permitirán a los científicos saber si las futuras misiones espaciales pueden dejar de depender de la Tierra. Así lo explicó Gustavo Medina Tanco:

“Podría servir como el lugar en el cual sería muchísimo más barato construir o ensamblar naves espaciales grandes, lo puedes hacer en su órbita directamente. La ventaja es que la Luna tiene una gravedad equivalente al sexto de la terrestre, es muchísimo más fácil y barato sacar masa desde su superficie hasta una órbita en comparación con la Tierra”.

El investigador subrayó que esta nueva carrera espacial es muy diferente a la que se vivió durante la Guerra Fría, en la que Estados Unidos y la Unión Soviética buscaron demostrar cuál era el modelo económico y social superior, por lo tanto se trató de “un evento geopolítico”.

Es un regreso a la Luna, indicó, “pero diferente. Es para quedarse y generar infraestructura –orbital y en la superficie– y de alguna forma comenzar a integrarla a la actividad socioeconómica de la Tierra. Empezar a generar un futuro diferente, un gran paso realmente para la unión de la humanidad; es el primero para salir efectivamente del planeta, salir como especie”.

Una marcada diferencia es que muchos de los actores involucrados actualmente son empresas privadas, dijo Medina Tanco: “Una gran parte de esa transformación que estamos viviendo es la entrada de todas estas empresas privadas –las más visibles para la gente son lanzadores como SpaceX–. Son muchísimas y las más interesantes, tal vez, son las más pequeñas, están entrando en el espacio exterior y generando todo un ecosistema de diversidad, están compitiendo entre ellas en diferentes segmentos, como constelaciones de satélites para imágenes, telecomunicación, montones de servicios, entre otros.

“Es momento de que nuestra civilización salga de una vez al espacio exterior y empiece a andar por el Sistema Solar Interior, a incorporarlo a la sociedad humana. Desde hace cinco años en la UNAM –mucho antes de que se pensara que México entrara a Artemis– empezamos a hacer Colmena, la primera de nuestras misiones a la Luna que lanzaremos a finales de año. La idea es que más adelante estas misiones –que van a desarrollar una herramienta para México con el fin de cooperar en ese proceso de vuelta a nuestro satélite natural y de incorporación socioeconómica y científica del mismo a la sociedad– se incorporen y operen como parte del esfuerzo y las contribuciones mexicanas a Artemis”.

También podría gustarte