La ciencia es promotora de la paz y el desarrollo

Dicha actividad no tiene color ni posición política, son los tomadores de decisiones públicas quienes tienen intereses y visiones sesgadas del mundo; el conocimiento, dependiendo del uso que se le da, puede mejorar la vida del ser humano o infligir dolor

La ciencia es un magnífico vehículo para la paz y el desarrollo porque es un bien universal, no tiene fronteras y no debe tenerlas, asegura el investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, José Franco.

Esa actividad representa el conjunto de saberes más poderoso que ha generado la humanidad para entender el mundo y contender con sus problemas.

“Los conocimientos científicos y tecnológicos son las herramientas más relevantes para enfrentar las dificultades que tienen todas las sociedades en el mundo. La ciencia es un elemento esencial para la toma de decisiones, desde la salud hasta la economía”, agrega.

El experto universitario subraya que el conocimiento ha sido definitorio a lo largo de la historia, las civilizaciones han avanzado gracias a él y cada una ha hecho aportaciones importantes; “es una construcción histórica social que nos ha permitido avanzar y resolver problemas de salud, alimentación, seguridad, riqueza, energía, etcétera. Es imposible visualizar el desarrollo del mundo sin él y hoy su pilar es la ciencia”, explica el doctor en Astrofísica.

Esta actividad no tiene color ni posición política. Son los tomadores de decisión quienes tienen intereses y visiones del mundo sesgadas. Es un embuste hablar de ciencia nacionalista, neoliberal o popular. “Hay falacias que se propagan fácilmente como el decir que la ciencia es responsable de las guerras, de la miseria, etcétera. No es responsable de absolutamente nada, el conocimiento es universal, lo utiliza todo mundo y dependiendo del uso que se le da, puede mejorar la vida del ser humano o infligir dolor”, comenta.

Por ello, considera fundamental que los tomadores de decisiones públicas –presidentes, gobernantes, grupos parlamentarios, entre otros actores– se asesoren en materia de ciencia y tecnología, con el objetivo de generar políticas que ayuden al desarrollo de la sociedad.

Estos actores también deberían promover el conocimiento entre la población para que cuente con herramientas que le permitan hacer frente a sus problemas.

Lecciones

El también exdirector general de Divulgación de la Ciencia de la UNAM aclara que la pandemia por la Covid-19 ha dejado muchas lecciones respecto a la importancia del conocimiento generado por la ciencia a lo largo de la historia y su uso para aportar a la solución de problemas.

“Fue una labor de cooperación global sin precedentes; las bibliotecas, los laboratorios y los ejércitos de investigadores y médicos fueron los elementos claves para conocer el agente que estaba generando las infecciones, sus características su estructura molecular, para poder producir sustancias que inhibieran su acción. Así es que las vacunas se desarrollaron con el conocimiento previo, generado en decenas de años, y con la información que se obtuvo en ese momento sobre las características del agente infeccioso.”

Además, participaron también los demás profesionales del sistema de salud de todo el mundo; por otro lado, la iniciativa privada se unió a los expertos que desarrollaron las moléculas para fabricar, mantener y distribuir las vacunas en tiempo récord.

Instrumento para la colaboración

La historia muestra que la ciencia es universal y promotora de la paz, ya que es una actividad que requiere y permite la colaboración, incluso de grupos antagónicos en los terrenos político, militar o económico. A esta práctica se le denomina “diplomacia científica”, señala Franco.

Por ejemplo, en la segunda mitad del siglo pasado, durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estaban enfrentados y tenían una competencia feroz en los ámbitos armamentista, espacial, político y económico, se generaron grandes avances. La Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite artificial Sputnik en 1957, y unos años después al primer ser humano. Esto detonó la carrera espacial que llevó al ser humano a la Luna.

Con el paso de los años se consideró que, si la competencia había dado frutos para desarrollar la ciencia espacial y su tecnología, quizá hubiera sido mayor el avance con colaboración.

“Entonces entre el proyecto de naves espaciales Soyuz, de la Unión Soviética y el Programa Apolo, de Estados Unidos, se tuvo la idea de que cosmonautas y astronautas de estas dos naciones se dieran la mano en el espacio en 1975. Este evento, totalmente simbólico, detonó la cooperación y permitió que a inicios de este siglo se construyera la Estación Espacial Internacional donde hay astronautas de muchas nacionalidades”, concluye.

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