La descolonización del cuerpo, en el arte de Santo Miguelito Pérez

Danza, bordado, fotografía y performance, herramientas del autor plástico para expresar su creatividad

Foto: cortesía Ángel Augusto.

Primero como rebeldía y luego como técnica formal”. Así resumió Miguel Pérez Ramos, mejor conocido como Santo Miguelito Pérez, su devenir artístico, en el que ha echado mano de la danza, el bordado, la fotografía y el performance para reflexionar en torno a la representatividad y significado simbólico del “cuerpo gordo”.

Como rebeldía, explicó durante una charla virtual organizada por la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras, ante la sociedad racista mexicana, en general, y ante los prejuicios en el seno familiar, en particular. Y como técnica formal, con el uso de la aprendida en la Universidad de las Américas de Puebla, donde estudió la licenciatura en Artes Plásticas, formación que ha pulido con los años.

Dentro del Ciclo de Performance: La Descolonización de lxs cuerpxs y del Programa México 500 UNAM, la Cátedra Contreras organiza una serie de entrevistas y proyecciones artísticas titulada Hablemos de Performatividad y la Acción de la Carne.

Charla inaugural

En la charla inaugural, entre Santo Miguelito Pérez y Adriana Dowling, profesora de danza clásica y contemporánea, se trataron temas en torno al cuerpo, la ritualidad, las pedagogías decoloniales a través del performance, el proceso creativo de la más reciente obra del artista, Carmen Levare: sensibilidad y cuerpo, así como sobre algunas experiencias personales que marcaron su destino.

Sobre esto último, contó sus pininos en el bordado, una de las primeras prácticas que emprendió y que ha mantenido a lo largo del tiempo. Fue su tía abuela, durante unas vacaciones escolares, quien le enseñó a bordar, algo que nunca aprobó su padre. Para contrariarlo, y con ello pugnar contra estigmas y prejuicios, no dejó de practicarlo. En casa y luego en los traslados en transporte público, bordaba con movimientos medidos y exagerados, un tanto para práctica y otro mucho para el escándalo de su padre y los demás usuarios, a fin de causar conmoción y reflexión sobre el estigma que se tiene sobre esta actividad, considerada mera manualidad relacionada exclusivamente con la mujer y el hogar y negada como medio de expresión artística.

Conforme Miguel Pérez crecía y veía que su figura voluminosa no se apegaba a los estándares artísticos occidentales, comenzó a reflexionar y estudiar sobre el cuerpo humano, su representatividad, simbolismo y los ambientes y entornos en los que se desarrolla; trabajó sobre el cuerpo gordo y su exclusión en el mundo de las artes, a la par de iniciar un proceso psicológico y espiritual que terminarían por despojarle aquellas ideas racistas. Todo ello, nutrido con lecturas e investigaciones y con experimentos con bordado, danza polinesia, performance y fotografía.

“En el mundo de las artes el cuerpo gordo no existe como imagen central. En el Renacimiento sí hay esta cosa de la corpulencia grande, pero no es gorda ni obesa. Entonces, empecé haciendo ejercicios de sanación para mi cuerpo porque me daba cuenta que me costaba verme al espejo, por estos ataques al cuerpo gordo: de que el cuerpo gordo no puede enamorarse, no tiene novio o novia, es sólo el chiste de la sociedad. Todas estas cargas las descubro en este ejercicio catártico a través del espejo y generó toda una metodología. Como no puedo verme al espejo, pero sí en las fotografías, empecé a tomarme fotos como un primer filtro”, relató.

Pedagogía decolonial

Y así inició una etapa creativa donde primó el autorretrato y la expresión a través de su propio cuerpo. Dicha etapa llegó hace poco a su fin, puesto que Miguel adelgazó: su figura se tornó ajena, aunque aquello no le impidió continuar hablando del asunto que atravesaba hasta entonces toda su obra, sólo que ahora incluyendo la parte de los cambios biológicos y expandiendo su actividad a la pedagogía decolonial.

Durante la charla también abundó sobre su método de trabajo en el performance: para cada presentación hay un guion a seguir, aunque el final depende de la reacción del cuerpo ante lo que sucede en cada presentación. “Porque siempre es un gran misterio esto de la corporalidad”, dijo.

La serie de entrevistas y proyecciones continuará hasta el 28 de abril, con la participación de Sandra Monterroso, artista visual guatemalteca; Aristeo Mora, director de escena, y Daniel B. Coleman, investigador, activista, artista de performance y bailarín. Las sesiones son martes y miércoles a las 20 horas en la página de Facebook de la Cátedra Gloria Contreras.

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