La dimensión ritual de la palabra, el sonido y el cuerpo

El Festival Poesía en Voz Alta recibió artistas nacionales y extranjeros para enfatizar la necesidad vital de los procesos artísticos

Foto: Fernanda García / servicio social.
Hoy vendemos aritos, pulseras, fragancias, vendemos el cuerpo, identidades, vendemos limoneees… Hoy vendemos poesía, los libros, el agua, la tierra, vendemos limoneees…”.

El pregón de Bartolina Xixa, personaje satírico de Maxi Mamani, artista de los Andes argentinos, resuena en el Foro Alicia Urreta de la Casa del Lago. Una cantaleta cuya retahíla de artículos para vender coloca en dimensión el valor más o menos equitativo entre la cháchara y el ser, la bisutería y lo sagrado: la tierra, el agua, o insumos naturales más cotizados, como el litio. Todo con gracia, humor, dotes musicales y de danza andina.

Bartolina Xixa es definida por el artista, investigador y docente de origen indígena jujeño como una “drag diversa”. El personaje honra el nombre de la lideresa boliviana Bartolina Sisa, quien dio la vida por la libertad del pueblo aymara en rebelión contra la colonia española y murió torturada a finales del siglo XVIII. Sus actos desarman el relato de una argentinidad blanca y heteronormada. Además de la discriminación y la desigualdad, su discurso aborda problemáticas ecológicas, ambientalistas y de territorio.

Con el performance Rituales de la Cruz del Sur, Mamani abrió la programación del 25 Festival Poesía en Voz Alta, que tuvo lugar del 8 al 10 de septiembre en Casa del Lago. Tres días de música, performance, proyecciones, instalaciones, charlas y talleres de entrada libre que, bajo el lema Constelaciones: voz, cuerpo y palabra, tuvieron como centro la poesía desde una perspectiva contemporánea y extendida.

Entornos colectivos

La curaduría del Festival, realizada por Cinthya García Leyva, directora de Casa del Lago, y la investigadora Macarena Hernández, partió de una pregunta: ¿de qué modo enfatizamos la ritualización de los procesos artísticos para priorizar su necesidad vital en los entornos colectivos?

“Este Festival ha ampliado lo que entendemos por palabra, por voz y, especialmente este año, por cuerpo también”, comentó García Leyva en el acto inaugural.

“Nos implica nuevos retos en cuanto a programación y su desarrollo, especialmente en el retorno a una normalidad pospandémica que sigue mostrando episodios de trauma después de un largo periodo de encierro, y que ha afectado las maneras en que nos podemos conectar. En este sentido queremos devolver a la palabra su capacidad de acción, ritual y colectiva. Entendemos esta palabra en voz alta como la capacidad de poner en conjunto voluntades de acción”, agregó.

En esta ocasión, el emblemático encuentro tuvo como invitados a Argentina e Indonesia, que presentó a Raja Kirik, dueto conformado por Yennu Ariendra y J. Mo’ong Santoso Pribadi, dos artistas radicales que abrevan de las ricas tradiciones culturales de Java y de su historia, y quienes presentaron un set en vivo interdisciplinario, de música y performance, basado en sus investigaciones de la historia y el presente de las danzas folk trance de su capital Yakarta. Bailes basados en la magia, el chamanismo y el animismo, que exploran una historia a veces oscura, caótica, violenta e injusta.

De Estados Unidos llegó la visita de claire rousay. Radicada en San Antonio, Texas, su música se enfoca en emociones personales y detalles de la vida cotidiana, como los mensajes de voz, las sensaciones táctiles, las grabaciones ambientales, los cronómetros, los susurros y las conversaciones, de los que busca estallar sus significados.

También participaron figuras nacionales provenientes de distintas partes de la República, como La Bruja de Texcoco y Mare Advertencia –que cerraron el primer día de actividades–; los músicos oriundos de Veracruz Patricio Hidalgo y El Afrojarocho, portadores de la tradición del fandango y el son; Bárbara Lázara, quien reflexiona sobre la memoria, al archivo y su reminiscencia corporal a través de ejercicios vocales y sonoros, a veces extremos y llenos de improvisación; y la poesía muxe de Elvis Guerra, cuya propuesta busca construir un vínculo narrativo entre las ritualidades compartidas y las propias de una escritura al límite.

Este año –añadió Leyva– el Festival realizó colaboraciones con otros espacios dentro y fuera. Extramuros, en el Museo de la ciudad de Querétaro, donde se presentó Raja Kirik; en Guadalajara estuvo claire rousay; así como en la Fonoteca Nacional, la Bienal Latinoamericana de Radio y Radio Educación.

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