Mujeres indígenas, su lucha cotidiana

No obstante la histórica falta de respuesta de parte del Estado, cada vez más, sin perder sus raíces, deciden su propio destino

Se les ha vulnerabilizado por una histórica falta de respuesta de parte del Estado; no hay una inclusión de estas mujeres ni de sus pueblos a un proyecto de nación.

No obstante, cada vez más deciden su propio destino. Sin perder sus raíces, algunas mujeres indígenas han salido de sus comunidades, superado barreras, accedido a educación y gracias a ello se desempeñan como abogadas, maestras, enfermeras, emprendedoras, o son lideresas en sus comunidades. Esto significa un cambio generacional.

La migración ha impactado las esferas de la vida de las comunidades originarias, además de la situación y los roles que hoy juegan ellas. Este fenómeno abrió la posibilidad de que accedan a otras posiciones, más allá de los trabajos domésticos; en suma, ha trastocado su condición.

Hoy, afirma Carolina Sánchez García, secretaria académica del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC), también estudian y son proveedoras; algunas de ellas desempeñan nuevas actividades que antes eran sólo para los varones, y en ocasiones toman decisiones o administran los recursos que les envían sus maridos, quienes dejaron sus pueblos para ir a trabajar.

Para la académica Susana Bautista Cruz ahora es el momento de dejar de pensarlas como “marías” o como si fueran piezas arqueológicas o de museo, porque son personas que contribuyen al desarrollo del país. A ellas les debemos, por ejemplo, la transmisión de las 68 lenguas originarias que se hablan en México y que enriquecen nuestra cultura, o el conocimiento de la medicina ancestral y de una relación espiritual con la Tierra.

Con motivo del Día Internacional de las Mujeres Indígenas, que se conmemoró ayer 5 de septiembre, fecha instituida en el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tiahuanaco (Bolivia), en honor a la lucha de Bartolina Sisa, guerrera aimara quien se opuso a la dominación colonial y murió asesinada en esa fecha de 1782, Sánchez García menciona:

“Hay que aplaudir los logros alcanzados por los pueblos originarios y, de forma particular, por las mujeres, e impulsarlas a seguir su lucha para proteger y ejercer plenamente sus derechos.”

Foto: cortesía de Susana Bautista

La educación cambia vidas

Susana Bautista Cruz estudió dos carreras de manera simultánea: Derecho y Letras Modernas. Tiene especialidad en Derechos Humanos y maestría en Derecho. Su vida académica la ha realizado en la UNAM, “de la que me siento muy orgullosa porque ahora también imparto la clase de Mujeres Indígenas en el PUIC”.

La académica, originaria de un pueblo mazahua y nacida en Ciudad de México (porque las familias migran a las urbes en busca de mejores condiciones de vida y educación) es un ejemplo de los nuevos roles que desempeñan las indígenas.

Sin duda, la educación cambia vidas. “Fue muy importante que mi padre, campesino, y mi madre, trabajadora doméstica, contribuyeran a mi formación y la de mis hermanos. Gracias a su esfuerzo pude acceder a la educación universitaria”, relata.

Abogada de formación por la cercanía con su hermano mayor, quien también eligió esa profesión, y “porque mi padre nos inculcó la defensa de la tierra”, recuerda que durante sus estudios universitarios sufrió discriminación. “En casa sólo había para comprar un par de zapatos al año, y eran tenis; llegar a una facultad como Derecho, siendo mujer y usando tenis, no era bien visto”.

Pero superó ese problema con inteligencia. “Me daba cuenta de que la vestimenta es parte de la identidad de las profesiones, y así como un médico usa bata, un abogado también va confeccionando una identidad. Fui realista: los recursos eran insuficientes, lo entendí, acepté y asumí con responsabilidad, no sintiéndome mal. Había clases donde los profesores advertían que las alumnas debían usar falda y tacones; entonces me tenía que cambiar de grupo para estar en donde ese no fuera un requisito”.

Tampoco fui la única; tenía compañeros que todos los días usaban la misma camisa. Por supuesto, íbamos con la ropa limpia, e hicimos un gran esfuerzo para continuar nuestros estudios; éramos de los que siempre cumplían y teníamos buenas notas, recuerda la universitaria.

Hoy, opina, un cambio relevante lo han marcado las universidades interculturales en diferentes estados del país; eso ha permitido que la población de origen indígena pueda tener mayor acceso a educación superior. Es muy importante que haya medios e instituciones, así como la voluntad de hombres y mujeres para cambiar sus destinos, concluyó.

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