Conferencia de Lizbeth Vega Pérez, de la FP
Niños preescolares construyen una gran cantidad de conocimiento
Es recomendable que todo ese bagaje se aproveche para la enseñanza de la escritura y lectura convencionales
A diferencia de lo que tradicionalmente creemos, los niños preescolares, construyen una gran cantidad de conocimiento, habilidades y actitudes respecto del lenguaje, tanto oral como escrito, afirmó Lizbeth Vega Pérez, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
De ese modo, es deseable y recomendable que cuando los infantes ingresen a la primaria, todo ese bagaje de conocimientos se aproveche para la enseñanza de la escritura y lectura convencionales.
Los pequeños construyen ese saber mediante la observación y la participación en actividades cotidianas en la casa y en la escuela. “Mientras más activa sea esa participación habrá más probabilidades de que la apropiación del lenguaje sea exitosa”.
En la medida en que las actividades en las que participan los infantes sean funcionales y significativas, el niño desarrollará interés por la lectura, la escritura y el lenguaje en general, detalló la experta.
En la conferencia La continuidad entre desarrollo del lenguaje oral y escrito en los años preescolares, organizada en la FP, añadió que todas las áreas del crecimiento están estrechamente relacionadas.
Así, la alfabetización constituye parte importante del desarrollo integral del niño en esa etapa, ya que influye y es influenciado, tanto por el desarrollo del lenguaje oral y escrito, como por el cognoscitivo y social, señaló la especialista.
Los adultos, recalcó, desempeñamos un papel primordial como guías y promotores del desarrollo, ya que, a través de la participación cotidiana en las actividades relacionadas con el lenguaje oral y escrito, “modelamos, moldeamos y reforzamos las conductas y actitudes relacionadas con él, que permite a los pequeños construir conocimiento que siente las bases para el aprendizaje de la lectura y escritura convencionales”.
Diferentes situaciones proveen oportunidades para que el pequeño comprenda que el lenguaje está en todos lados, es importante y transmite significados. Realizarlas en un ambiente relajado, natural, sin forzarlo, permite que se interese tanto por el lenguaje oral, como por el escrito.
Usuarios
La universitaria recomendó promover que niños y niñas aprendan a escuchar, escuchando; a hablar, hablando; a leer, leyendo y a escribir, escribiendo. “La mejor manera de aprender es practicar”. Todo ello permitirá formar usuarios del lenguaje, en diferentes contextos sociales.
En el Auditorio Luis Lara Tapia de la FP, la coordinadora del Programa de Maestría y doctorado en Psicología de la UNAM señaló que la alfabetización no se trata sólo de leer y escribir, sino que es un continuo que incluye al lenguaje oral y escrito y que se refiere a las competencias que desarrollamos al escuchar, hablar, leer y escribir.
El lenguaje escrito es una habilidad de segundo orden; es decir, el oral sienta las bases para el escrito, y eso hace que, además de una estrecha relación, haya una continuidad entre ambos. Los dos se desarrollan al mismo tiempo, desde que nacemos y hasta que morimos.
Vega Pérez agregó que la alfabetización emergente son los conocimientos, conductas, habilidades y actitudes de los niños con respecto al lenguaje oral y escrito, cuando aún no les introducimos las convenciones del lenguaje escrito, e incluye los intentos de los pequeños por interpretar símbolos y sonidos, o comunicarse mediante ellos. Abarca desde el nacimiento hasta la instrucción de la lecto-escritura convencional.
En la etapa preescolar, los pequeños desarrollan un vocabulario rico, y aprenden las diferencias y relaciones entre lo oral y lo escrito, que el lenguaje transmite significado, el uso adecuado de los libros o los convencionalismos del texto impreso (se escribe de izquierda a derecha, las palabras van separadas, etcétera).
Finalmente, Lizbeth Vega dijo que en el preescolar los alumnos también aprenden que el habla puede segmentarse en unidades, que lo que decimos está formado por letras, palabras, sílabas, oraciones y sonidos. En esa etapa también se desarrolla una actitud positiva hacia la lectura que “ojalá se mantuviera a lo largo de la vida”.