Para estudiar los bosques se necesita más tecnología

México ocupa el primer lugar mundial por el número y diversidad de pinos y encinos; en contraste, tiene programas de reforestación, pero sin enfoque económico sustentable; no hay datos de qué siembra y qué sobrevive, asegura el investigador y exdirector del Instituto de Ecología, de la UNAM, Daniel Piñero Dalmau.

Opina que a ese inconveniente se suma el grave problema del comercio de madera, pues en algunas regiones, incluso alrededor de Ciudad de México, ha caído en manos de taladores ilegales. Ayudar a conservar la riqueza de nuestros bosques “nos conviene a todos; es por nuestra propia sobrevivencia”, afirma.

Éste es un recurso que puede ayudar a vivir a las comunidades; el conocimiento que tenemos de ellos es tan grande, que se pueden elaborar programas estatales, regionales y nacionales para aprovecharlos, recalca el experto.

Es importante que nuestro país retome una política forestal, sobre todo, considerando a las comunidades, detalla con motivo del Día Internacional de los Bosques, que se celebra hoy, con el tema “Bosques e innovación: nuevas soluciones para un mundo mejor”.

Cabe precisar que, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, la lucha contra la deforestación requiere nuevos avances tecnológicos.

Estos ecosistemas terrestres, añade el organismo, albergan 80 % de las especies de anfibios conocidas; contienen más de 50 % de la reserva mundial de carbono en los suelos y la vegetación; las cuencas hidrográficas forestales y los humedales proporcionan 75 % del agua dulce accesible del planeta.

Diversidad

El investigador del Departamento de Ecología Evolutiva explica que, en general, hay dos tipos de bosques: templados y tropicales. Los primeros son los “típicos”, de una o pocas especies, por ejemplo, abetos o pinos; pero también los hay de centenares de especies, llamados selvas.

México tiene bosques tropicales, templados, secos, o húmedos, presentes en las sierras de Chiapas, Madre Oriental y Madre Occidental, así como en la Faja Volcánica Transmexicana, o en el sureste, en estados como Campeche y Quintana Roo, detalla.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Información Forestal, nuestro país cuenta con 138.7 millones de hectáreas con cobertura de vegetación forestal; es decir, aproximadamente del 70.6 % del territorio nacional está cubierto por bosques templados y selvas, pero también se consideran aquí los manglares y ecosistemas áridos y semiáridos.

Según datos de la Comisión Nacional Forestal, en el periodo 2001-2021 se han perdido en promedio, 208,850 hectáreas por año a causa de la deforestación.

Las principales razones de esa disminución son su cambio a pastizales, en 74.43 %; a tierras agrícolas, en 21.41 %; a asentamientos humanos, en 2.41 %; otros usos, en 1.68 %; y a humedales, en 0.07 %.

La política forestal, considera el doctor en genética, debería estar dirigida a aprovechar de manera sustentable esos bosques, “pero en México hemos sido muy desafortunados para hacer esto”.

Esos sitos, recalca Piñero Dalmau, prestan servicios ambientales, como ser fuentes de agua y de madera, además de que, en muchas ocasiones, funcionan como zonas turísticas. Ellos constituyen un recurso renovable que se debe utilizar, pero de manera sustentable.

Innovación

En el laboratorio, Daniel Piñero y sus colaboradores utilizan tecnologías genéticas de avanzada para estudiar a los bosques y establecer cuáles son las regiones más importantes para conservar.

“Se obtienen datos del genoma completo de las especies y esa información se usa, por ejemplo, para averiguar qué tipo de árboles son tolerantes al ozono de Ciudad de México, para utilizarlos en la reforestación. El conocimiento ha avanzado mucho”.

Se deben conservar los lugares que tienen mayor diversidad de especies, para que los procesos evolutivos sigan ocurriendo en las poblaciones, señala.

De acuerdo con sus investigaciones, “muchos de los pinos que hemos estudiado en la Sierra Madre Oriental y Occidental son especies que se han generado en los últimos cinco o 10 millones de años; ésa es la perspectiva histórica que tenemos”. Su tasa de reemplazo podría tomar, por lo menos, otros cinco millones de años.

También sabemos, precisa, que las especies endémicas de los picos de las montañas de Colima a Veracruz no están conectadas: aunque a la gente le parezca igual cierta especie del bosque del Iztaccíhuatl o del Ajusco, en realidad los procesos de especiación son específicos de cada lugar, por lo tanto, hay que conservar ambos.

En México tenemos tantos ecosistemas que requerimos que la conservación sea en todos los estados, municipios y ciudades, acota Piñero Dalmau.

La política forestal debería estar dirigida a aprovecharlos de manera sustentable: Daniel Piñero. Foto: Víctor Hugo Sánchez.
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