Presentan documental Ignacio Padilla, la invención de un cuento

A cinco años del fallecimiento del escritor, la producción de TV UNAM fue dada a conocer en el FICUNAM

Ignacio Padilla, ese mundo fantástico, era el hombre de los datos curiosos. Inútiles, diríase. “Datos Nachito”, era la categoría que los amigos del cuentista daban a este saber ocioso con el que divertía a sus interlocutores. Por ejemplo: ¿por qué algunas personas duermen con un pie por encima de la colcha?, o ¿por qué las vacas pueden subir escaleras, pero no bajarlas?…

Esto recuerda el escritor Pedro Ángel Palou en el documental Ignacio Padilla, la invención de un cuento, de Gabriel Santander, en el cual amigos y familia elaboran un retrato entrañable del escritor Ignacio Padilla, a cinco años de su fallecimiento. “Tenía un carisma impresionante”, dice Palou.

Como buen narrador, Padilla tenía el don del encanto. Su madre, Carmen Suárez, recuerda que de pequeño los vecinos se lo pedían prestado porque contaba cuentos y chistes. “Pasaba horas con ellos”, dice a cuadro en la producción de TV UNAM, que fue presentada en la Casa Universitaria del Libro como parte del 12 Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM).

“Aunque sus chistes eran muy malos… Pero se los celebrábamos por su simpatía”, reconoce la escritora Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural, quien en la grabación recuerda a su amigo como un perfomer o un stand-up comedian: “A él lo que le gustaba era impresionar a su público. Y nos impresionaba”.

Simpatía y bonhomía son dos palabras que destellan en la pieza documental de 47 minutos, que recoge los testimonios de escritores y escritoras con quienes fue cercano el autor de Subterráneos –Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989–; de novelas como Si volviesen sus majestades y, por supuesto, de cuentos, como Las antípodas y el siglo.

Sus amigos de la juventud y excompañeros en la preparatoria del CUM, Jorge Volpi y Eloy Urroz –quienes, como él, pertenecen a la generación del crack, con Pedro Ángel Palou– recuerdan sus primeras letras y cómo desde estudiantes era ya ganador de concursos literarios escolares. “Tuve la suerte de encontrarme con un grupo de brillantísimos jóvenes escritores, ya desde la preparatoria… Eso me hizo no quedarme atrás”, reconoce Eloy Urroz.

Jorge Volpi afirma en el documental que pocas veces estuvieron juntos los cinco firmantes del manifiesto del crack original, una de ellas plasmada en la fotografía de portada del libro Si hace crack es boom, del propio Padilla, quien habría tenido relaciones menos estables con el grupo; no así con él. “En los últimos años de vida de Nacho vivíamos los dos en Ciudad de México, la mayor parte del tiempo, y nos veíamos prácticamente cada semana”.

Aquella amistad se mantuvo cercana hasta aquel viernes fatídico, esa madrugada del 20 de agosto de 2016 en la que Ignacio Padilla sufrió un accidente automovilístico. “Fue una conmoción enorme por la juventud de Nacho, por lo inesperado”, comenta Volpi al recordar la llamada telefónica que a las cuatro de la mañana lo sacaría de la cama para dirigirse a Querétaro, donde sucedió la tragedia.

El escritor se dirigía a recoger a su hija, quien se encontraba en una fiesta. Le había prometido que nunca pasaría tarde por ella. “Lo último que hizo fue llamarme para avisarme que podría llegar por mí”. Es así que Ignacio Padilla, la invención de un cuento, retrata también, en voz de sus hijos, al padre cuidadoso, el mismo que, de niños, les permitía meter libros a la tina, rayarlos, hacerlos suyos.

Por supuesto, las letras son resaltadas como parte intrínseca de esa personalidad imaginativa de quien fue miembro correspondiente en Querétaro de la Academia Mexicana de la Lengua, y quien se asumía de manera más firme como cuentista: “un físico cuéntico”, se autonombraba el creador de dragones míticos que fascinan a chicos y grandes.

“Sin abjurar de la novela (con Amphitryon ganó el Premio Primavera, siendo muy joven), él trataba de jalar a novelistas para su causa: de torcernos y volvernos exclusivamente cuentistas”, recuerda Rosa Beltrán, quien de manera póstuma presentó la Micropedia, “su colección de cuentos más ambiciosa”, en la Casa Universitaria del Libro, de la que fue directora.

Gabriel Santander valora de esta obra el relato de los afectos que surgió precisamente del cariño fraterno. “Este proyecto surge por la complicidad con Jorge Volpi –entonces coordinador de Difusión Cultural UNAM–, quien pensó que se cumplían cinco años del fallecimiento de Ignacio Padilla y que era justo realizarle un documental. Me deja un gran sabor de boca la imagen final, que es de un hombre muy creativo, de una gran imaginación y de una gran bonhomía”.

Foto: Barry Domínguez.
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