Producir filmes es un salto al vacío: Julio Chavezmontes

Involucrado en cintas de gran proyección internacional, impartirá una clínica en la ENAC, difundida por la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman

Foto: cortesía Julio Chavezmontes.

Hay que quitarse el sombrero ante la trayectoria como productor y guionista del mexicano Julio Chavezmontes, quizá porque algunos puntos de su semblanza son escalofriantes, en el buen sentido de la palabra. ¿Será ese Premio Especial del Jurado a Guion en el Festival de Cine de Sundance por la película Tiempo compartido (2018)? ¿Quizá que como productor participó en cintas seleccionadas para los festivales más prestigiosos del mundo, como Cannes, Berlín o Venecia?

Hablamos de más de 50 premios internacionales para las películas en las que ha participado, como la Palma de Oro para El triángulo de la tristeza, el Premio al Mejor Director para Annette o el Premio del Jurado para Memoria en el Festival de Cine de Cannes. Además de nominaciones para los Globos de Oro, los BAFTA y los Oscar.

Julio Chavezmontes impartirá la Clínica Bergman de Producción los sábados 16 y 23 de marzo, de las 11 a las 14 horas, en la Sala Casanova de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC). El cupo está lleno pero las clases se publicarán integras en el canal de YouTube de la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en Cine y Teatro: https://www.youtube.com/CatedraIngmarBergmanUNAM

Acto de fe colectivo

Para hablar en jerga de guionistas, podría contarnos Julio Chavezmontes de su “periplo del héroe”, ese camino lleno de peripecias que debe andar el protagonista de cualquier historia para llegar a su meta, según el mitólogo Joseph Campbell, pero él prefiere hablar de “un periplo de pasos en falso y un sinfín de errores. Mis circunstancias tienen más que ver con la picaresca. Uno se enfrenta siempre a lo desconocido cuando hace una película, por eso hablo de un salto al vacío, incluso cuando las circunstancias pueden parecer obvias o conocidas siempre hay un latigazo de realidad que te alcanza y te sorprende. La profesión es un forcejeo con la realidad para arrebatarle la ficción. El cine está plagado de errores y por eso es un acto de fe colectivo”, nos cuenta en entrevista para Gaceta UNAM.

No siempre Julio Chavezmontes pensó eso. En su adolescencia, el cine se limitaba a lo mejor que podía ofrecer Hollywood y nada más. Lo que sí había sido una revelación era la literatura, la poesía y sus formas. Se encontraba inmerso en estudiar en Chicago una carrera doble, Historia intelectual de Europa y Estudios cinematográficos, cuando vio por casualidad en una tienda una imagen de Brigitte Bardot en Le mépris, de Jean-Luc Godard, y su vida cambió. “Es una película casi premonitoria, sobre las inmensas dificultades de hacer filmes, y de inmediato supe que quería dedicarme a eso. Tiempo después, ya en México, escribí con mi actual socio, Sebastián Hofmann, la película Halley, y la filmamos como pudimos. Por ejemplo, como no teníamos el dinero para parar la morgue en la que estábamos filmando, ésta continuaba sus labores alrededor del staff. Alguien apoyó una pierna cercenada sobre el tripie.”

Cuando hablamos de las dificultades para hacer cine, casi podría decirse que se trata de un pleonasmo. Para Chavezmontes, además de las adversidades inherentes al arte existen hoy las de los apoyos estatales que, en su opinión, deberían volver a los antiguos modelos de los fideicomisos, como el Foprocine (además de ampliar las capacidades de los actuales apoyos). Principalmente porque el cine de arte requiere fondos públicos para su creación alrededor del mundo, y cada vez más, pero también porque considera que era una herramienta más flexible que las actuales, que, por ejemplo, no son multianuales y deben ejercer recursos dentro de un mismo año fiscal, algo inviable para hacer películas, consideró.

“Quiero hablarle al público de lo que significa armar una película. Perseverancia, tranquilidad y perspectiva son muy necesarias porque el productor se enfrenta a la realidad. El error es el estado normal para un productor. Es lo que le da miedo y el miedo está bien. Quiero hablar de un cierto sentido sobre cómo armar un equipo, cómo sostenerlo. Dónde buscar apoyos financieros y no ver las coproducciones como una herramienta financiera sino como una colaboración. Quiero compartirles mis errores para que eso sirva para iluminar el camino de los que empiezan, los grandes maestros también dudan. Al final, lo más importante es con quién haces cine”, concluyó.

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