Recomienda Unesco enfoque ético en inteligencia artificial

El desarrollo de tecnologías en esta disciplina científica también debe ocuparse de poblaciones discriminadas, entre ellas las personas con discapacidad

Durante la pandemia por la Covid-19 creció su uso en el terreno de descubrimientos relacionados con la salud.

La inteligencia artificial (IA) es hoy una realidad que va mucho más allá del sector tecnológico; su presencia destaca en distintos niveles y sectores, incluso su aplicación va en aumento en el área de la salud, afirmó Eleonora Lamm, asesora del Programa Regional de Bioética y Ética de las Ciencias, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en Montevideo.

Durante su participación en el Foro de Inteligencia Artificial. Primeros resultados, organizado por Huawei y la UNAM, indicó que durante la pandemia por la Covid-19 creció el uso de IA en el terreno de descubrimientos y desarrollos relacionados con el área de la salud, tecnologías lideradas por China y Estados Unidos; de ahí la importancia de la promoción que realiza esa empresa tecnológica multinacional asiática en Latinoamérica “porque estamos convencidos que la región puede crecer en estos desarrollos”.

En representación de Gabriela Ramos, subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, Eleonora Lamm se refirió a las recomendaciones del organismo de las Naciones Unidas sobre la ética de la IA. Éstas obedecen cada vez más a decisiones públicas y privadas que se toman a través de la inteligencia artificial, cuyos resultados “no están libres de sesgos o de marcos mal definidos”.

De ahí la necesidad de mantener la vigilancia de la información y su privacidad, pero también se generan serias preocupaciones en materia de derechos humanos y ética que, desde el sector de ciencias sociales y humanas de la Unesco, nos alertan, acotó la especialista.

Indicó que a partir de noviembre de 2021 los 193 estados miembros de la Unesco aprobaron por unanimidad la recomendación de la ética de IA, que se transformó en el primer marco global que aborda la temática de manera comprensiva, respetuosa de los derechos humanos, inclusiva y justa.

Se trata de un instrumento ambicioso y amplio, producto de dos años de negociación y que comprende cuatro rubros: respeto, protección y promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales; la necesidad de garantizar la diversidad y la inclusión; el bienestar del ecosistema y el medio ambiente; así como vivir en sociedades pacíficas, justas e inclusivas, valores que se transforman en principios que hoy rigen todos los ámbitos de la IA.

Dichos principios se traducen en proporcionalidad y no causar daño; seguridad y protección; equidad y no discriminación; sostenibilidad; derecho a la intimidad y protección de datos; supervisión y determinación humana; transparencia y aplicabilidad; responsabilidad y rendición de cuentas; conciencia y alfabetización, además de gobernación y colaboración multisectorial.

Es fundamental comenzar a trabajar en una IA que contemple a los pueblos indígenas y brinde importancia a la soberanía de su información como las lenguas y los patrimonios culturales”

Expuso que las recomendaciones de la Unesco sobre la ética de la IA no son una mera declaración de principios –lo que hace la diferencia de otros instrumentos que ya existen–, sino que procura pasar al plano de la acción. El documento “tiene diversas áreas específicas de actuación como la política de datos, género, desarrollo y cooperación internacional, acción política de medio ambiente y ecosistemas, salud y bienestar, comunicación e información, educación e investigación y cultura”.

Todas esas líneas tienen puntos concretos sobre cómo actuar para colocar la inteligencia artificial al servicio de la humanidad. Además, a diferencia de otros instrumentos, esta recomendación de la Unesco tiene una importante perspectiva de género, ya que unos 300 millones más de mujeres que hombres no cuentan con acceso a internet móvil, y sólo 25 por ciento de todos los puestos de trabajo en el ámbito de la tecnología son ocupados por ellas.

Incluso, abundó, el sector femenino tiene mayor probabilidad de perder su empleo como consecuencia de la pandemia, y únicamente 3 por ciento de los estudiantes de educación superior eligen cursos relacionados con las TIC.

En ese contexto, afirmó, uno de los dos principios globales de la Unesco es su preocupación porque en efecto la IA no reproduzca los sesgos de género, “pero también nos ocupamos de aquellas poblaciones tradicionalmente discriminadas, como las personas con discapacidad. Sin embargo, el desarrollo de las tecnologías basadas en la inteligencia artificial dirigidas a este sector no consideran la diversidad que implica la discapacidad, por lo que también puede generar sesgos y falta de acceso”.

Asimismo, adelantó, se empieza a trabajar con los pueblos indígenas en materia de IA. En América Latina y el Caribe, dichas poblaciones representan 8 por ciento de sus habitantes, 30 por ciento de ellos viven en extrema pobreza y experimentan una significativa brecha digital, por lo cual es fundamental comenzar a trabajar una inteligencia artificial que contemple a estos pueblos y brinde importancia a la soberanía de su información como las lenguas y los patrimonios culturales.

También se trabaja en la generación de conocimiento en poblaciones, principalmente discriminadas, dando prioridad a la producción de saberes para que exista literatura en español, y desde la región evidenciar lo que ocurre. Se cuenta con un Mooc sobre IA “para que nadie se quede atrás en los efectos de socializar y democratizar el acceso a la información para que todas las personas puedan conocer y saber de qué hablamos cuando hacemos referencia a la IA”.

Eleonora Lamm resaltó que en este momento, en América Latina y el Caribe, cinco países se han autoproclamado adoptantes tempranos o pioneros en acoger la recomendación, entre ellos México, uno de los primeros que se pronunciaron y con el que se trabaja para implementar dicha política, y en muchos otros proyectos con esta casa de estudios.

Por otra parte, destacó que la Unesco también trabaja en un Consejo Regional para América Latina y el Caribe en la implementación de la recomendación. Con este fin, en mayo pasado la Dirección General Adjunta para Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco y el CAF-Banco de Desarrollo de América Latina signaron un convenio a partir del cual surgió la cooperación técnica que busca generar un espacio de liderazgo político para la gobernanza de la IA con enfoque ético en la región, mismo que se busca replicar en otras.

Sabemos que América Latina y el Caribe enfrentan nuevos “choques” económicos y sociales en momentos en los que se está saliendo del impacto de la pandemia; sin embargo, eso no debe desenfocar la apuesta por una transformación digital, “la cual, desde la Unesco, estamos absolutamente convencidos y convencidas de que hoy debe ser aún más sostenible en sus dimensiones políticas, sociales y medioambientales”.

“Por ello, colaboramos con el sistema digital para implementar la recomendación hacia una IA ética en Iberoamérica, en los gobiernos y las empresas”, finalizó.

Eleonora Lamm | Asesora del Programa Regional de Bioética y Ética de las Ciencias de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
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