Ruy Pérez Tamayo, homenaje póstumo en la FIL Guadalajara

Publicó 87 libros. Foto: Víctor Hugo Sánchez.
Ruy Pérez Tamayo fue tal vez el máximo expositor e impulsor de la ciencia en México, ya que combinó su singular y extraordinaria labor de investigador científico con una excepcional capacidad para la comunicación, la divulgación científica y el impulso de estas actividades.”

Esas son las palabras que usó Alejandro Frank, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, buscando definir el legado de Ruy Pérez Tamayo durante su homenaje póstumo en la FIL Guadalajara 2022. El evento fue organizado por El Colegio Nacional, Universum, Museo de las Ciencias, Fondo de Cultura Económica y la Cátedra Ana María Cetto del CUCEI.

El investigador, historiador y escritor Ruy Pérez Tamayo falleció el pasado 22 de enero. A lo largo de su vida publicó más de 170 artículos científicos y 87 libros, guio a miles de alumnos en su educación universitaria, fundó y dirigió la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM, y recibió los premios Nacional de Ciencias 1974 y Aída Weiss 1986, entre otros. Además, ingresó a El Colegio Nacional el 27 de noviembre de 1980.

A esta cita importante para la comunidad científica y artística del país acudieron también José Gordon, José Luis Díaz, Julia Tagüeña y Alejandro Mohar, quienes compartieron anécdotas y enseñanzas recibidas a lo largo de décadas durante las cuales mantuvieron una relación cercana con Tamayo –o RPT, como lo conocían los antes mencionados.

Gordon, por ejemplo, rememoró cómo el autor de Diez razones para ser científico no veía una división entre las expresiones artísticas y la investigación en ciencia, por ello “se quejaba del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, ahora Secretaría de Cultura, del que decía: ‘No, es el Consejo Nacional para la Cultura, las Artes y la Ciencia’. Planteaba que lo científico es uno de los elementos de mayor creatividad que puede haber en los afanes humanos por entender y transformar nuestros mundos.

Para Julia Tagüeña, investigadora del Instituto de Energías Renovables de la UNAM, es esencial hablar de la ciencia cuando se menciona a Pérez Tamayo, ya que eso fue lo que él promovió, amó y compartió. “La divulgación es un acto de generosidad, porque estás buscando compartir un patrimonio que le pertenece a todos”, afirmó.

La especialista en el estudio de sistemas desordenados recalcó que Pérez Tamayo se consideraba a sí mismo un león sin melena, debido a que por su exigencia era calificado como agresivo por algunas personas. Refirió que esta característica de su carácter se desarrolló durante sus años de juventud, cuando se desempeñó como jefe de servicio en un hospital donde el homenajeado enfrentó un ambiente hostil, para después recuperar un fragmento de una entrevista que concedió años atrás.

Al tomar el micrófono, Alejandro Mohar regresó a sus primeros días como estudiante universitario en 1977, cuando decidió tomar la clase de Patología que encabezaba Ruy Pérez Tamayo en la Facultad de Medicina, la cual había sido evitada por el resto de sus compañeros de tercer semestre.

“Nunca en esos años vi a un maestro de la estatura intelectual, cultural o visión de la enfermedad como la de RPT”.

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