Sor Juana, ejemplo de pasión por los libros

El 12 de noviembre se conmemoraron el natalicio de la décima musa y el Día Nacional del Libro, una herramienta para mejorar la educación y la cultura en el país


Aprendió a leer antes de los tres años y fue una niña autodidacta, pues la instrucción estaba reservada para los hombres o para las mujeres nobles de su época. En su juventud, optó por la vida conventual que le permitió estudiar y al final de su existencia, como un acto de sacrificio, renunció al estudio y a los más de cuatro mil ejemplares que conformaban su biblioteca.

“La vida de Sor Juana Inés de la Cruz está muy asociada a los libros –y en ese sentido es una vida libresca–, y a la defensa del derecho intelectual de las mujeres a estudiar. Generalmente la recordamos como poetisa, pero su pasión era por todo el conocimiento”, aseguró el coordinador de la Hemeroteca Nacional de México (HNM), Dalmacio Rodríguez Hernández.

Este 12 de noviembre se conmemoró el 371 aniversario del natalicio de la décima musa y el Día Nacional del Libro, cuyo objetivo es dar mayor difusión a éste como una herramienta para mejorar la educación y la cultura en México.

“Se dice que su abuelo tenía una pequeña biblioteca en la Hacienda de Panoayan, en la que ella pasó su infancia y tuvo su primera formación intelectual. Se sabe también que su primer texto lo escribió a los ocho años, cuando se entera que habría una especie de concurso poético en el que se ofrece como premio un libro. Entonces Sor Juana, emocionada, concursa y gana. Esa loa está perdida, lo único que se sabe es que probablemente estaba escrita en náhuatl” agregó Rodríguez.

Estudiar

Entre los 15 y 16 años de edad, la autora de Amor es más laberinto y Los empeños de una casa se declara negada al matrimonio y decide ingresar como novicia buscando la tranquilidad del convento que le permitiera estudiar.

En la corte tiene una segunda formación. Ahí aprende de literatura cortesana y se relaciona con grandes intelectuales de la época, como Carlos de Sigüenza y Góngora.

“En el convento Sor Juana hace vida pública; como le caía bien a los virreyes y a las virreinas, le toleran muchas cosas. En el locutorio, donde se permitía la visita a las monjas, recibía no sólo a amigos, virreyes, intelectuales, sino también a hombres de letras, con quienes entablaba agudas disquisiciones sobre diversos temas; por esta razón Octavio Paz señaló que las reuniones de locutorio se convirtieron en verdaderas tertulias”, añadió el también maestro en Letras.

Gran biblioteca

Es en el convento donde la religiosa jerónima reúne una gran biblioteca. “Se dice que constaba de cuatro mil volúmenes y además tenía instrumentos musicales y suponemos que también de astronomía. Llegó a hacer un tratado de música, hoy perdido, titulado El Caracol”.

Ella cuenta que en alguna ocasión para reprenderla por dedicarse más a la vida intelectual que a la devoción, se le prohibió estudiar. Entonces, comenzó a hacer deducciones filosóficas y científicas de aspectos de la vida cotidiana. Tal era su propensión al conocimiento.

“Toda su vida luchó por el derecho de ser mujer y el derecho a estudiar y los defendió con reflexiones y acciones políticas, valiéndose de sus relaciones y amigos. Ella siempre dijo que su capacidad de entendimiento era un don de Dios. ¿Quién podía refutarle a Dios habérselo dado? Nadie podía contravenir eso”, insistió Rodríguez.

En una época sumamente patriarcal, Sor Juana también tuvo amigos y protectores, lo que le permitió ser parte de una generación brillante de intelectuales barrocos que incluso la colocaron como la representación de los novohispanos cultos. La edición de sus obras de lírica, prosa y teatro gozaron de gran reconocimiento en el viejo continente y en los otros virreinatos.

No se sabe bien si al final de su vida, entre 1692 y 1693, ella renunció o fue orillada a renunciar al estudio y a su biblioteca, que fue llevada al Arzobispado de México para su venta y lo obtenido se distribuyó entre la gente pobre como limosna.

Una forma de honrar la vida de la escritora novohispana, sería que la población se acercara a los libros como un acto de amor por el conocimiento.

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