Una mirada desde el cuidado y la desigualdad de género

Es imperioso trabajar en aquellas normas culturales que perpetúan la violencia contra la mujer

El 25 de noviembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, como un recordatorio a la sociedad para prevenir y eliminar la violencia de género que cada día es más visibilizada y diversa.

Al hablar de violencia de género, y particularmente hacia el femenino, es importante evocar el rol que históricamente le ha sido impuesto a la mujer como cuidadora de niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad, así como responsable de la preparación de alimentos, asistencia en la higiene personal y otorgamiento de apoyo emocional, lo que implica que en no pocas ocasiones descuide sus propios intereses y asuma los roles asignados no como un acto voluntario, sino como un deber ser de la mujer.

Actualmente, los cuidados en el hogar se han configurado bajo el rubro de trabajo no remunerado. Estas amplias jornadas de la mujer se agudizan cuando hay un enfermo crónico, un recién nacido o una persona adulta mayor.

La violencia de género a la mujer es tan sutil en términos del cuidado cotidiano en el hogar, que cuando desempeña un trabajo remunerado no se le exime del cumplimiento cabal de las actividades domésticas, lo que significa sumar actividades a su día, restar tiempo en términos de autocuidado, y limitación de oportunidades de crecimiento y autorrealización.

Queda mucho por hacer…

Si bien ha habido avances significativos en la lucha por la igualdad de género y la redistribución del trabajo de cuidado, los desafíos continúan siendo significativamente numerosos. Es imperioso continuar trabajando en lo colectivo y en lo individual en aquellas normas culturales y de género que perpetúan la violencia y las desigualdades entre los géneros. Se requieren enfoques multidisciplinarios que involucren a todos los actores de la sociedad y a los diversos niveles para transformar los retos en trampolines hacia un mundo más equitativo.

No dejemos morir en la memoria la lucha por la erradicación de la violencia en cualquiera de sus formas, en especial si es en contra de aquéllas que invierten su tiempo y esfuerzo en brindar un bienestar a otros.

Recordemos que la violencia que no se ve es la que se asume como normal y rutinaria en las actividades del hogar y se lleva a cabo en silencio, es la violencia de la cotidianidad de la mujer, y la que todos podemos contribuir a erradicar.


* Facultad de Enfermería y Obstetricia

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