Universitarios miden por primera vez la rotación del fondo oceánico

El estudio implicó la instalación de estaciones geodésicas en el fondo marino. Foto: cortesía Víctor Manuel Cruz Atienza.

Aunque no lo percibamos, los sismos lentos que se producen en el planeta causan algunos efectos en la corteza terrestre, por ejemplo, la rotación del fondo oceánico tras la ocurrencia de estos movimientos telúricos de baja intensidad y larga duración.

Un grupo de sismólogos del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, lograron medir por primera vez la rotación del fondo oceánico que produce un sismo lento en la corteza terrestre sumergida en el mar, dato científico de frontera que ayudará a comprender el origen de los grandes tsunamis y significa un paso adelante hacia el futuro pronóstico de los terremotos.

“Este resultado fue posible dentro de un proyecto de esta casa de estudios que funcionó de 2016 a 2022 y fue una cooperación internacional entre el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM y la Universidad de Kioto, Japón. El proyecto tuvo un financiamiento de 6.5 millones de dólares, dos terceras partes proveídas por Japón y una tercera parte por México, a través de instancias como Conahcyt y la UNAM”, afirmó el director del IGf, José Luis Macías Vázquez.

En conferencia de medios realizada en el Auditorio Tlayólotl del IGf, agregó que se instaló una red anfibia (parte en el mar y parte en la tierra). “Se pusieron estos instrumentos en el fondo del mar en nuestras costas para estudiar los sismos lentos que ocurren en nuestro país”, detalló.

En siete campañas oceanográficas realizadas en el buque El Puma de la UNAM, participaron 85 investigadores que generaron 24 publicaciones científicas internacionales y hoy tienen este importante resultado.

El estudio, llevado a cabo durante seis años en la Brecha Sísmica de Guerrero, implicó la instalación de estaciones geodésicas en el fondo marino. Entre los aparatos de medición destacan unos “inclinómetros” cuya función es controlar el estado de la unidad, apuntó Víctor Cruz Atienza, investigador del IGf y líder del proyecto.

La investigación

Los sismos lentos son eventos de deslizamiento de la corteza terrestre, que en México duran hasta seis u ocho meses, y ocurren entre las placas tectónicas de Cocos (que es oceánica) y la de Norteamérica (que es continental), sin que los perciban los seres humanos.

En nuestro país se suscitan notablemente al sur del territorio con cierta periodicidad, cada 3.5 años en Guerrero y 1.5 en Oaxaca, aproximadamente.

“Los sismos lentos parecieran una condición necesaria más no suficiente para un terremoto; es decir, ha habido, desde que fueron descubiertos en 1997, algunos sismos lentos antes de terremotos. “Pero tras ocurrir un sismo lento no siempre ha habido un sismo devastador después, parece que es una condición necesaria, pero no suficiente. De ahí que el monitoreo con este tipo de redes, que es la punta de lanza en la sismología actual, es el insumo que se requiere para poder identificar fenómenos que puedan eventualmente indicar la posibilidad de que haya un gran terremoto”, explicó.

Al comprobar los datos recogidos por los inclinómetros en diversas campañas oceanográficas, los científicos descubrieron, sumando otros registros del aparato, que podían conocer cuánto había rotado el fondo marino como resultado de dos sismos lentos ocurridos bajo el mar entre julio y septiembre de 2021 el primero, y entre enero y abril de 2022, el segundo.

Para analizar sus datos, los científicos desarrollaron un método matemático y computacional propio, llamado Eladin (siglas en inglés de Elastostatic Adjoint Inversion), el cual permite determinar el deslizamiento lento y el acoplamiento de la interfaz de placas a partir de mediciones geodésicas en superficie.

“Es muy robusto y poderoso. Lo desarrollamos nosotros, liderados por Josué Tago Pacheco, geomodelador y profesor de la Facultad de Ingeniería. Posee cualidades únicas adaptadas para responder a nuestras interrogantes”, señaló Cruz Atienza.

Gracias a Eladin se pudo saber que “muy probablemente” el primero de estos eventos lentos causó el terremoto de Acapulco de magnitud 7, el 8 de septiembre de 2021, ya que sucedió en la proximidad de su hipocentro durante los dos meses anteriores al fuerte movimiento telúrico.

Cruz Atienza refirió que este método innovador facilitó la detección y posterior interpretación de los sismos lentos y los cambios que provocan en el fondo oceánico.

Vladimir Kostoglodov, jefe del Departamento de Sismología del IGg, explicó que la prevención es la lucha contra la naturaleza. “Pero estamos tratando de entender los procesos, y esa comprensión depende mucho de los datos que podamos tener. En ese sentido, México no puede ser líder del mundo. En geodesia marina es importante tener información en tiempo real, y con la que contamos ahora es anual”, precisó.

Tras finalizar el año pasado la colaboración con los japoneses, los científicos del IGf buscan nuevas fuentes de financiamiento para un proyecto de frontera que requiere muchos recursos económicos, ya que implica comprar e instalar los equipos de medición en mar y tierra para robustecer las investigaciones.

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