Violencia epistémica

Se trata del conjunto de prácticas científicas disciplinares y cognitivas, las cuales, intencionadamente o no, invisibilizan la aportación de determinados sujetos sociales a la construcción, discusión y difusión del conocimiento

Ellas participan de forma relevante, pero con un reconocimiento que todavía se les escatima.

El Día Internacional de las Mujeres Jóvenes y Niñas en las Ciencias es una fecha propicia para reparar en varias circunstancias sociales, la más importante de ellas que las mujeres participan de forma relevante en el hacer científico, pero con un reconocimiento que aún se les escatima en la mayoría de los campos del conocimiento.

La presencia de las mujeres en las ciencias es el resultado de un largo proceso histórico, en el que han debido sortear dificultades asociadas con los sesgos androcéntricos, sexistas, clasistas, hegemónicos y racializados de los ámbitos en los que se desenvuelven, todos ellos puestos en evidencia por las epistemólogas feministas.

Uno de los sesgos en el que convergen las críticas feministas a la ciencia y las post/ de/descoloniales es la violencia epistémica. De acuerdo con Raquel Güereca (1) entendida como “el conjunto de prácticas científicas, disciplinares y cognitivas que, intencionadamente o no, invisibilizan la aportación de determinados sujetos sociales a la construcción, discusión y difusión del conocimiento científico”. Esta invisibilización adquiere connotaciones particulares cuando está asociada con el género de esos sujetos.

Gayatri Spivak (2) asoció de forma clara la práctica colonial de definición del Sujeto (europeo) por contraste con el Otro (dominado) con el proyecto de construcción del mundo moderno. De esta forma, la dominación pasó por un proceso integral en el que la invasión militar, la imposición del modelo capitalista y la configuración filosófica de la modernidad se consolidaron a partir de la negación epistémica de los pueblos y sujetos sometidos. En este proceso se llevó a cabo un doble movimiento: la dominación política de los pueblos en el mundo imperialista condujo a la dominación de las mujeres que los conforman. Convertidas en las subalternas de los subalternos, fueron silenciadas y sus conocimientos fueron ignorados, desvalorizados, calificados como ingenuos, menores, empíricos o espontáneos. Así como la violencia colonialista incluyó la epistémica, la violencia de género también la suscribió.

Pero la violencia epistémica no se ejerció solamente desde el mundo occidental hacia las sociedades “otras”. El desprecio hacia los conocimientos y las formas de conocer de las mujeres también se ejerció al interior de las sociedades occidentales. Las instituciones educativas, de desarrollo científico y tecnológico impidieron o restringieron el acceso de las mujeres por siglos. Será hasta la segunda mitad del siglo XIX que se manifieste la exigencia social y política de las mujeres de incursionar en la educación y la ciencia, reclamando el derecho a ser reconocidas como sujetos cognoscentes, tendencia que se consolidó en el siglo XX.

Estas demandas han ido de la mano del cuestionamiento a todas las formas de opresión. En los países latinoamericanos, la crítica a la violencia epistémica se articula con profundos cuestionamientos a las disciplinas científicas y a la colonialidad del saber, con un fuerte señalamiento a las universidades por ser las instituciones en las que la hegemonía se reproduce, en particular a través de las prácticas de investigación convencionales.

Las movilizaciones de las estudiantes universitarias desplegadas en estas primeras décadas del siglo XXI han insistido en desmantelar la violencia epistémica de que son objeto en las aulas, en la valoración de sus tesis, en su elección de carrera y en sus aspiraciones profesionales.

Por su parte, feministas que suscriben distintas posiciones teórico-políticas, intelectuales de pueblos originarios, afrodescendientes, de las diversidades y disidencias sexogenéricas, con discapacidades y neurodivergentes reclaman cada vez con más fuerza la transformación de los campos científicos para que den paso a formas de generar conocimientos científicos plurales, heterogéneas e incluyentes. Para ello se requieren cambios profundos en la educación escolarizada en todos los niveles, por lo que el análisis de las ciencias no puede desligarse del que corresponde al ámbito educativo.

La exigencia de inclusión de las niñas, las jóvenes y las mujeres de cualquier edad y condición social en los sistemas educativos se acompasa con la transformación de la ciencia para que, lejos de homogeneizar, se sustente en las diferencias, en el reconocimiento y en la inclusión de conocimientos y formas de conocer que fueron colocados en los márgenes en la medida en que las mujeres y las sociedades fueron dominadas y subalternizadas.

En esa dirección, se requiere llevar a cabo acciones decididas para erradicar la violencia epistémica en las escuelas, en las universidades, en las instituciones científicas. Eliminar la violencia epistémica es parte de la erradicación de la violencia de género y de todas sus formas.

*CIGU, CEIICH


  1. Güereca Torres, Raquel, “Violencia epistémica e individualización: tensiones y nudos para la igualdad de género en las IES”, en Reencuentro: Género y Educación Superior, núm. 74, julio-diciembre, 2017, p. 22. 2.
  2. Spivak, Gayatri Chakravorty, “¿Puede hablar el sujeto subalterno?”, en Orbis Tertius, año 3, núm. 6, 1998, pp. 175-235. El artículo se publicó originalmente en inglés en 1988.
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