Zona clausurada: cuando el teatro actúa e investiga

Instalación escénica sobre la desaparición forzada de personas

Foto: Museo del Chopo.

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Qué esconde una maleta olvidada en una central de autobuses en México?

La respuesta puede ser poética, esotérica o macabra. Casi siempre las valijas pertenecen a alguien que llega a su destino. Pero, en este país, el siempre también puede ser –paradoja– nunca más. O ya ninguna aventura más.

Teatro Línea de Sombra, Elefante Blanco y el colectivo Milynali Red desplegaron Zona clausurada, una pieza que quiere olvidarse de la dramaturgia tradicional para acercarse a lo que llaman teatro de investigación: una instalación escénica de la realidad. El escenario –ese nunca falta– es Tamaulipas, una de las zonas del país más azotadas por la desaparición forzada de personas. ¿La circunstancia? Las maletas, las mochilas, las petacas. Las que nadie reclama cuando se ha ido el camión de cercanías o de lejanías, como quiera verse.

Eduardo Bernal, quien con Alicia Laguna y Carlos Manuel Juárez, conceptualizó la obra que se presentó en el Museo Universitario del Chopo, admite que ésta quiere ser más documental que tragedia, en el sentido clásico de la palabra. “La investigación, –dijo– se ha convertido en un instrumento de reflexión crítica de la realidad en México. Eso nos hizo acercarnos al periodismo”.

Una maleta olvidada –cientos o miles– es una pista en la búsqueda de personas –cientos o miles– desaparecidas en el Noreste. O en el Sur o en el Oriente. Zona clausurada puede exhibir casi cualquier parte del país, un territorio desbordado de catacumbas clandestinas, en las que el nombre de las víctimas –salvo unas pocas– se pierde bajo la tierra. Dijo Stalin que un muerto es una tragedia; cinco millones, una estadística. Y sí: la estadística –otra paradoja– de la desaparición.

Al trabajo artístico de la compañía se han sumado, en los últimos años, sociólogos, académicos, antropólogos y expertos en artes visuales. Para este colectivo transdisciplinar, el teatro también debe actuar: la realidad ha desbordado todas las líneas que lo separaban de la ficción.

Como algunos otros proyectos de Teatro Línea de Sombra, Zona clausurada parte de una vieja nota de diario casi desapercibida, que los miembros de la compañía detectaron hace poco más de tres años. Las estaciones de autobús registraban –la palabra es sustancial– maletas de viajeros que nadie reclamaba. Y pasaban los días y las semanas. Hasta que alguien, por curiosidad casi natural, se preguntó qué hay adentro.

“Es una instalación que se presenta en formato de galería”, explica Bernal. La acción puesta en escena. Objetos donados por artistas y acciones en video que dialogan entre sí para abundar y, a la vez, desestabilizar lo que se mira. Al mismo tiempo, hay una narración guía en la que participan actrices, una cantante y una bailarina.

Resume Bernal, con cierta convalecencia: “Hemos coincidido en la gravedad de este fenómeno. La gente sufre una herida que se nota en todos los órdenes de su vida. Y ojalá esto sirva en el campo de las fiscalías para atender el fenómeno de la desaparición forzada”.

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