El traductor, agente básico en el proceso de difusión cultural

Debate académico sobre la condición del personaje

Conferencia inaugural de Francisco Segovia. Foto: Barry Domínguez.
Conferencia inaugural de Francisco Segovia. Foto: Barry Domínguez.

Intraducibilidad fue el tema que se abordó desde diferentes ángulos y experiencias en el 28 Encuentro Internacional de Traductores Literarios, el cual inició el 20 de marzo, en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, y que continuó hasta el viernes 22 en El Colegio de México y el Instituto Francés de América Latina (IFAL).

Para Martha Santos, subdirectora de Literatura, una reunión como ésta es una oportunidad en la que puede seguirse cuestionando los límites de la traducción. “A pesar de los tiempos modernos que corren, aún existe el predicamento de que la literatura se resiste a ser traducida”, dijo durante la inauguración.

Por su parte, el presidente de la Asociación Mexicana de Traductores Literarios, Arturo Vázquez, mencionó que con el evento se busca promover y afianzar la figura del traductor como uno de los agentes primordiales de los procesos de la difusión de la cultura, e invitó a que se le reconozca, sin regateos, su condición de autor. “Estamos aquí para tratar de encontrar respuestas a preguntas como hasta dónde un texto es intraducible y en qué momento deja de serlo”.

Danielle Zaslavsky, representante del comité organizador, señaló que cada vez surgen más traductores y lenguas en el escenario, así como nuevas tecnologías y otras maneras de traducir, al igual que nuevos espacios dedicados a la enseñanza y un número mayor de investigaciones en torno al asunto.

Nair Anaya, secretaria académica de la Facultad de Filosofía y Letras, apuntó que esta actividad muestra los procesos de transculturización. En tanto, María del Carmen Contijoch, directora de la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción de la UNAM, dijo que la intraducibilidad se ve acompañada de términos más amigables como reinvención, reescritura, transculturalización, renovación del lenguaje y libertad.

La apertura estuvo también presidida por Jean Paul Rebaud, director del IFAL, y María Elena Madrigal, en representación del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México. Ambos se congratularon por la realización del encuentro y reconocieron la suma de esfuerzos para reunir a especialistas.

Prosa prosaica

La conferencia inaugural estuvo a cargo de Francisco Segovia, traductor y lexicógrafo, integrante del equipo que redactó el Diccionario del Español de México, ensayista y poeta, hijo de los escritores Tomás Segovia e Inés Arredondo. Inició su lectura trayendo a cuento una anécdota personal que habría de ser el punto de arranque de su disertación. Habló de cuando a sus dieciséis años, junto con su novia Mireya se quedaron hasta altas horas de la noche en el bosque de Chapultepec, apartados de la vista de los vigilantes y sin ninguna presencia más que les distrajera de su mutua contemplación transgresora.

Mireya deseaba ser bailarina y él poeta. “Yo quería ser poeta para que ella me quisiera, y ella, creo, quería enamorar al universo con su baile”. Sin más almas que las suyas, tendidos sobre la hierba miraban idílicamente la luna y las estrellas, percibían la delicadeza del movimiento de las hojas de los árboles. Francisco le pidió que tradujera eso a danza y Mireya, con el gesto de una mano, empezó a decir de otro modo lo mismo que el meneo de unas hojas en el viento. ¿Creación, imitación, interpretación o traducción?

Quien pide la traducción, dijo Segovia, es porque sabe que eso que tiene delante de uno significa algo. Mireya bailaría su interpretación y él haría un poema. Una experiencia interior. Pasadas cuatro décadas, ese hecho que rememora le lleva a pensar que el movimiento de las hojas y el movimiento de una mano no son lo mismo en el orden natural, pero sí expresan igual en el ámbito de la significación. “Gran parte de lo que he hecho como escritor no ha sido más que aclarar este balbuceo sobre el acto original”.

Lo que hizo Segovia, cuando le tocó abrir el Encuentro Internacional de Traductores Literarios, fue traducir con prosa prosaica lo que experimentó una noche en el bosque, memorable para dos adolescentes citadinos. ¿Dónde pues quedó el original de aquello que sólo se comprende cuando ha sido traducido? Interrogante ésta que se plantea el poeta ante la presencia de más de un centenar de jóvenes, entre los que no se encuentra Mireya 46 años después. Y antes de retirarse, Segovia pronuncia con su ahora voz madura y con un dejo de nostalgia la palabra intraducibilidad.

También podría gustarte