Alguien que me nombre, obra ganadora de Tutoría de Novela

Siento como una necesidad de escribir y de contar historias, y siento que leer y escribir me ayudan a vivir, afirmó Sofía E. Mantilla, autora de la novela Alguien que me nombre, ganadora de la tercera edición del programa de Tutoría de Novela.

Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura, señaló que el proyecto Tutoría de Novela, donde fue seleccionado el libro de Mantilla para su publicación, comenzó como un experimento en conjunto con Jorge Volpi, Eloy Urroz y Pedro Ángel Palou.

Durante la presentación del libro Alguien que me nombre, en el marco de la Fiesta del Libro y la Rosa 2023, Anel Pérez, acompañada de Sylvia Aguilar Zéleny y la autora, dijo que se convocó al público interesado a que presentaran proyectos de escritores jóvenes, que tuvieran ya un trabajo de escritura avanzado, para que posteriormente un comité de selección eligiera un número limitado de ocho personas en esa Tutoría de Novela. “Entonces, estos tres tutores se reunieron todos los martes durante un año con los escritores, para acompañarlos en el proceso de escritura”.

Al término de esa primera edición se seleccionó el texto Alguien que me nombre como la novela que publicaría la UNAM. “Este libro tiene un proceso de escritura que nos atrapa desde el principio porque tiene que ver con nuestros nombres y con nuestra identidad”, detalló Anel Pérez.

En entrevista, Sofía E. Mantilla indicó que para cuando vio la convocatoria “yo venía trabajando mucho tiempo sola en la novela, y no tenía una devolución del exterior, no tenía con quien calibrarla, no tenía nada. Entonces fue muy positivo en ese sentido por todas las devoluciones que me fueron dando. Todos los profesores y compañeros eran excelentes lectores, atentos, precisos, y muy sinceros también, así que me sirvió todo lo que me dijeron. Pude terminar la novela gracias a la tutoría, de eso estoy cien por ciento segura”.

Sofía E. Mantilla precisa que ahora tiene un proyecto que no es una novela, no sé si es una narrativa poética o una poesía en prosa. “También estoy atenta a mi curiosidad, a investigar, seguir los indicios, como las huellas de lo que me genera curiosidad o fascinación o interés o rechazo. Como que estoy con la antena parada para ir captando posibilidades o cosas para futuros textos”.

En el fondo escribir es todo, afirma, “estás lavando los platos y se te ocurre algo, estás en medio de una reunión y dijiste: esto no funciona. Escribir es todo, tipear es una parte pequeña de todo. Y qué sé yo, a veces cuando estás en determinados momentos de un texto que te pide, te pide, y no alcanzas, como que el texto te va llevando, y vos vas corriendo atrás”.

Cree que cada texto propone una manera de trabajar, ciclos, momentos de intensidad, “y hay que ir acompañando eso, porque tampoco se puede forzar si no está funcionando. A veces hay que ir y trabajar, insistir, insistir, y ahí finalmente sale, aunque otras no. En ocasiones es dejar, pasar a otra cosa, y después volver en dos meses, tres meses. Todo depende, no hay una receta tampoco”.

Siento que no se tiene el control del escrito, “es mucho escuchar qué es lo que necesita el texto, qué está pidiendo de uno. Y uno no siempre está a la altura de eso”.

Respecto a su experiencia de sus tutores opinó que era un lujo absoluto, “sobre todo que estuvieran los tres juntos (Jorge Volpi, Eloy Urroz y Pedro Ángel Palou). Y me gustó mucho porque también al ser tres, y al ser muy distintos entre ellos, el taller se volvió una experiencia muy horizontal, porque no sólo estábamos los talleristas, sino que también ellos tenían visiones muy diferentes sobre los textos.

“Nos contaban de su propia experiencia como escritores. Yo quise, y creo que lo hice, aprovechar al máximo la oportunidad. Lo sentí como eso, una oportunidad muy muy grande, trabajé mucho en mi obra, mucho en los textos de los demás, recibía todo de ellos y de mis compañeros. Estuve muy involucrada, digamos”.