Bocetos de dos hombres feministas y de dos mujeres sobrevivientes *

El solo nombre de Malintzin, Malinche, doña Marina, evoca en la mayoría de los mexicanos el rechazo a la mujer que sirvió de intérprete a Hernán Cortés en su conquista de la Nueva España.

Pocos sabrán cómo fue la vida de una jovencita vendida como esclava, sin que sepamos las razones para ello. Malintzin era originaria, casi con seguridad, de Coatzacoalcos y fue vendida en Xicalanco el punto más importante de comercio entre el Altiplano Central y la Zona Maya.

Por su origen hablaba popoloca, aprendió el náhuatl quizás por la frecuencia en que los mercaderes nahuas, los pochtecas, visitaban la zona. Mucho se habla de su probable origen noble; sin embargo, ignoramos más de lo que sabemos ¿Y qué sí sabemos? Que era una mujer bien preparada y que hablaba al menos estas dos lenguas cuando fue vendida. Aprendería después el maya chontal y el maya yucateco; más tarde, como era natural, el castellano.

Por bien que la hayan tratado, sabemos por las investigaciones de antropología física que las mujeres en general comían menos y con menos calidad que los varones, ninguna novedad…

Ignoramos cómo fue iniciada en su vida sexual, pero fue muy probablemente en su periodo de esclavitud. Si fue consentido o forzado no lo sabemos, tampoco sabemos si fue madre. Sí sabemos que los mercaderes no separaban a los hijos de sus madres.

Cuando llegó Hernán Cortés a estas tierras y después de cruentas batallas, finalmente derrotaron a los habitantes de la zona. Malintzin y otras 19 mujeres fueron entregadas como regalo para apaciguar a los españoles después de las derrotas sufridas por los putunes.

Al desembarcar Cortés en San Juan de Ulúa, por supuesto que Moctezuma ya sabía que habían llegado y tal vez las famosas profecías no fueron más que maneras conocidas por eficaces para advertir a la población de los cambios que se avecinaban.

En los primeros intercambios con los enviados de Moctezuma, Cortés se da cuenta de que Jerónimo de Aguilar no le podía servir de intérprete porque no hablaba náhuatl.

¿Qué hizo Malintzin, que sí entendía esas lenguas? Pues hacerse insustituible, como cualquier mujer inteligente lo habría hecho.

En los códices indígenas en donde aparece Malintzin siempre ocupa un sitio importante y tiene un tamaño mayor a los de las otras personas alrededor.

Malintzin fue tan importante para los tlaxcaltecas en los primeros momentos de la Conquista que los locales le dieron su nombre a un monte muy especial para ellos: El Cerro de La Malinche.

Malintzin pasó de ser una jovencita esclavizada, que por su educación y por su conocimiento de diferentes lenguas se convirtió en la interlocutora de los dos protagonistas más importantes del choque de dos continentes –Moctezuma y Cortés– pero también fue testigo de un mundo que se derrumbaba, un mundo de desesperanza y ella estaba en medio, fue una persona liminal, que gracias a sus dotes personales logró sobrevivir en ese mundo que terminaba.

¿A quién le debía lealtad Malintzin? Desde luego no a Moctezuma ni a quienes la habían esclavizado; en todo caso a Cortés, a quien ella identifica rápidamente como un líder vencedor y se da cuenta de los numerosos enemigos que Moctezuma tenía.

Se dice que los tlaxcaltecas le ofrecieron asilo si dejaba a los españoles, pero ella llegó con los extranjeros, por tanto, era considerada una enemiga ¿Por qué habría de confiar Malintzin en los tlaxcaltecas? ¿Por qué les debería lealtad? ¿A quién traicionó Malintzin? En mi opinión y después de haber consultado numerosas fuentes y escritos sobre ella, fue una mujer que a pesar de las adversidades, logró adaptarse a sus circunstancias, una mujer valiente que identificó el fin de una era y el inicio de otra en la cual, por azares del destino, ella había sido protagonista principal y las fuentes dicen “esa mujer extranjera que vino a dar órdenes a nuestros señores”. Los mexicas en verdad la odiaron y de ahí viene ese odio contra una mujer que al final de cuentas solo buscó la manera de sobrevivir en un mundo que colapsaba y uno nuevo que nacía y en donde ella veía un futuro para los
hijos que había concebido en este nuevo mundo.

ELVIA CARRILLO

Elvia Carrillo Puerto fue la hermana de Felipe y compañera de lucha de Salvador Alvarado cuando fue gobernador de Yucatán en los albores del siglo 20.

Pocos saben de la lucha inteligente y dedicada de esta yucateca singular, guapa e intrépida. No es la única, Yucatán tiene una largo y prolijo semillero de feministas en los inicios del siglo XX.

Me tocó ver en El Palacio Cantón una maravillosa exposición que se llamó Ko’olel, Transformando el camino, sobre el ramillete de mujeres que como característica común tenían el hablar la lengua maya, el haber ido a la escuela y el compartir la lectura de escritores de avanzada en diversos países, sobre el socialismo y la lucha de las mujeres.1 Como Flora Tristan, Mary Wollstonecraft, Victoria Woodhul.

Ko’olel en maya porque debo decir que tanto Elvia Carrillo Puerto, que me resulta tan fascinante, como sus hermanos y la mayoría de las feministas yucatecas hablaban la maya, como se dice en Yucatán, porque además era común que las familias no muy adineradas tuvieran un estrecho contacto con hablantes de la lengua.

Para ellas, como resulta dolorosamente vigente 100 años después, la mujer indígena sigue en la marginación, la segregación y el olvido. Cito a la autora Monique J. Lemaitre “Elvia Carrillo sabía instintivamente que la mujer es la proletaria del proletariado”2

El 14 de julio de 1912, Elvia Carrillo Puerto organiza la Primera Liga Feminista Campesina; en 1916 organiza, con el apoyo del gobernador Salvador Alvarado, el Primer Congreso Feminista en México.

Quiero referirme a algunos hechos que sirven de claro ejemplo de la convicción que tuvieron tanto Salvador Alvarado como Felipe Carrillo Puerto, ambos apoyados e influidos por Elvia, de la importancia de la educación y de la incorporación justa y retribuida de la mujer en la fuerza laboral de la sociedad.

Cuando fue gobernador, Alvarado construyó 100 escuelas rurales y 40 escuelas suburbanas en Yucatán, estableció el primer colegio Montessori en Mérida. Convocó un Congreso Pedagógico para que se sentaran las bases que llevaran a la transformación de la sociedad desde la escuela primaria. Promovió la creación del Decreto 167 que establecía que la edad de emancipación de la mujer era a los 21 años y no a los 30 como hasta entonces.3

Tanto Salvador Alvarado como Felipe Carrillo Puerto estaban convencidos de mejorar la situación de la mujer indígena4 y Elvia, con su ejemplo, quería transformar la participación de la mujer a través de la educación.

Elvia organizó campañas de alfabetización, e higiene femenina y control de la natalidad; sus discursos eran en español y en maya.

Felipe le dio una enorme importancia a la construcción de caminos –y convencido como estaba de que los constructores de las grandes ciudades precolombinas como Chichén Itzá, habían sido obra de mayas antepasados de los actuales– invitó a los arqueólogos de la Universidad de Harvard a trabajar en ese sitio, el cual comunicó con un buen camino desde Dzitas.

Fijó el salario mínimo para Mérida, promulgó leyes del Trabajo, del divorcio y estableció lo necesario para ayudar a la mujer en sus decisiones para ser madre. Impulsó la educación y estableció la Universidad Nacional de Sureste, hoy UADY, Universidad Autónoma de Yucatán.

Por iniciativa de su hermana Elvia se estableció el derecho al voto femenino en 1922 y en 1923, fueron electas diputadas locales la misma Elvia, Beatriz Peniche y Raquel Dzib Cicero.

El reto a las mentes conservadoras de la época era demasiado grande, en mayo de 1924 Felipe Carrillo Puerto fue fusilado junto con tres hermanos y 8 de sus colaboradores en el panteón de Mérida.

Las reformas alcanzadas fueron hábilmente cotrarrestadas, como lo estudió Marta Acevedo, con la invención del Día de las Madres por el periódico Excélsior, entre otras medidas que ayudaron a revertir los cambios revolucionarios que se habían alcanzado y con la ayuda del Episcopado Mexicano, la Cruz Roja y naturalmente la Cámara de Comercio, convierten a la mujer exclusivamente en paridora. El 10 de mayo de 1922 se inició la cruzada en contra de los métodos anticonceptivos, del amor libre, de la emancipación y los derechos de la mujer a votar.

Después de que matan a su hermano, Elvia siguió siendo diputada, a pesar de haber vivido lo mismo que aquella mujer que nació esclava y que vio claramente cómo se desintegraba su mundo y nacía otro diferente, en el cual sólo con inteligencia podría seguir luchando por conservar lo bueno del mundo que se perdía. Así lo hizo y Elvia se vino a la Ciudad de México para seguir luchando por conservar lo bueno del mundo que había perdido y muchos años después se consiguió el derecho de la mujer a votar.

Siento que este 8 de marzo en México tuvo una carga y un significado especial porque a pesar de los 100 años transcurridos desde que estos dos varones feministas y Elvia Carrillo Puerto, la Monja Roja del Mayab, llevaron a cabo portentosos cambios en aquella sociedad que veía en la mano indígena sólo una fuente de enriquecimiento, las mujeres indígenas siguen siendo las proletarias del proletariado.

Hoy, un grupo de valientes jóvenes nos viene a decir “Ni una más, ni una menos”.

Aquel movimiento social empezado por unos hombres feministas y un ramillete de mujeres valientes del Estado de Yucatán consiguieron el voto de la mujer y avances en todos los aspectos de su vida; que pronto, después del asesinato de Carrillo Puerto pasaron a ser letra omisa.

Elvia murió de edad avanzada, pobre y sola, ignorada por una sociedad en la que es más valioso tener que ser, como lo diría Erich Fromm.

Los cambios sociales toman mucho tiempo, a veces demasiado. En mi no cabe ninguna duda de que esos cambios están de nuevo ante una sociedad, en esta Universidad que ha abierto sus puertas y sus oídos para que juntos, varones feministas y mujeres podamos hacer entender a México que ya basta de violencia.

Sé que tenemos un rector aliado del feminismo y que se ha rodeado de los mejores especialistas para integrar un frente común con la lucha feminista de este 2020. Por favor volvamos a clases y busquemos juntos un nuevo camino que termine de una vez por todas con los abusos y las inequidades en contra de la mujer. Tomemos el ejemplo de estas mujeres de las que hablé y de los hombres que las acompañaron buscando un mundo mejor y no olvidemos que ese mundo mejor pasa inevitablemente por la educación.

*Texto del mensaje en la entrega del Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz, el 5 de marzo de 2020.
**Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas


1   Esta exposición fue idea y la coordinó quien entonces era directora del museo. Giovana Jaspersen.
2   Lemaitre, Monique J., Elvia Carrillo. La Monja Roja del Mayab, Monterrey,México, Ediciones Castillo, 1998, p18.
3   Lemaitre Op. Cit.
4   Magaña Equivel, Antonio, La tierra enrojecida, México, Porrúa y Obregón, S.A., 1951, p. 52.

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