La lucha de las mujeres por la equidad y la profesión de enfermería en México

En términos cuantitativos, las mujeres somos, en México, 51 por ciento de la población. Sin embargo, ni las oportunidades de empleo ni los sueldos nos favorecen; la violencia sexual contra nosotras va en aumento, en la misma medida que la impunidad; los asesinatos de mujeres ocurren a toda hora, en todos los estratos sociales, a lo largo y ancho del país, y cada vez con mayor violencia.

En el México del siglo XXI, ser mujer es una desventaja; ser mujer indígena, una fatalidad; ser mujer, indígena y pobre, una tragedia; ser mujer, joven y atractiva, un peligro mortal. ¿Hasta dónde tiene que llegar esta catástrofe para  que entendamos: 1) que todos provenimos de una mujer; 2) que atentar contra una mujer es atentar contra la humanidad, y 3) que hombres y mujeres merecemos nacer, vivir y morir con dignidad?

Prototipo de mujer adelantada a su tiempo, Florencia Nightingale (contemporánea de mentes ilustres como Augusto Comte, Carlos Marx, Federico Engels, Julio Verne, Víctor Hugo, Federico Nietzsche y Carlos Darwin, entre otros) fue promotora del movimiento para la formación y el cuidado con una visión científica, humanística y moderna. Nightingale ostenta el título de iniciadora de un movimiento para reconocer la necesidad de la formación profesional de enfermeras y su importante labor en la disminución de muertes en hospitales. Desde sus aportes teóricos publicados en Notas de enfermería (1859) hasta la fecha, la profesión ha sufrido cambios como quizá ningún otro campo de conocimiento. De ser una actividad realizada preponderantemente por mujeres, subordinada a otras disciplinas, con escaso reconocimiento social y caracterizada por el origen humilde de sus practicantes, ha pasado a ser una profesión de alta demanda en el sistema educativo nacional y universitario, con excelentes perspectivas en el mercado laboral –tanto nacional como internacional– con presencia de un contingente de hombres que ingresan y ejercen la enfermería1, un prestigio creciente entre la población, y con posibilidad de acceder a estudios de posgrado de especialidad, maestría y doctorado.

Durante el siglo XX, la enfermería fue ejercida en México primero a nivel de estudios técnicos y con la visión exclusivamente hospitalaria para la atención curativa, auxiliando al médico. Luego transitó a estudios técnicos universitarios; y a partir de 1968, a estudios universitarios de licenciatura, aunque mantuvo –en los hechos– su condición subalterna por varios años, con escasa visibilidad y con la imagen social de ser, las enfermeras, ayudantes de los médicos. De manera discreta, sin aspavientos, miles de mujeres
hemos enfrentado situaciones difíciles con los pacientes, la familia, otros miembros del equipo de salud, y cargado con el estereotipo que los medios de comunicación han asignado. Preguntas como ¿Y por qué estudiar enfermería? O afirmaciones vejatorias y machistas. Por ejemplo: la enfermería es una profesión para mujeres, porque requiere de paciencia, abnegación y ternura, cualidades típicamente femeninas, según los parámetros existenciales de quienes las expresan.

En el México del siglo XXI, la enfermería –sobre todo la universitaria– ha revertido esa herencia marginal y dependiente, y se ha convertido en una de las opciones más atractivas para los jóvenes que ingresan a los estudios de licenciatura en la UNAM, tanto en la ENEO como en las facultades de Estudios Superiores Iztacala y Zaragoza, las tres entidades en donde se imparte. Actualmente, su práctica está sustentada en rigurosos principios científicos y humanísticos. Ha crecido su demanda, sus salarios han mejorado, sus roles se han diversificado, y dejaron de ser exclusivamente asistenciales para incursionar en la administración de instituciones de salud, la docencia y la investigación. En este contexto –y en esta edición especial de nuestra Gaceta por el Día Internacional de la Mujer– es pertinente reconocer a todas las enfermeras (en su mayoría mujeres) que poco a poco hemos ganado espacios y dignificado la profesión. Enfermería es, hoy, una disciplina en la que las personas confían plenamente.

Esta transformación en el paradigma de la enfermería ha ido de la mano con el cambio de rol alcanzado por las mujeres dentro de la sociedad mexicana. La equidad obtenida en los ámbitos familiar y cultural se corresponde con una dignificación y revaloración del papel de la enfermera al interior de los centros de trabajo, trátese de hospitales, escuelas, centros comunitarios o centros de investigación. En efecto, de 1950 a 2020 la profesión de enfermería –idealizada en la figura femenina– se ha emancipado del tutelaje médico –representado por la figura masculina– en igual medida a como lo ha logrado la esposa respecto del marido, y la mujer respecto del hombre. En 1950, ser madre era un imperativo moral; hoy, es una decisión libre y soberana para una gran mayoría de mujeres. En aquel año, la enfermera era la asistente del médico; hoy, son colegas en los equipos de salud y trabajan interprofesionalmente. Es cierto que no podemos echar las campanas al vuelo, porque persisten rezagos e inequidades; pero el cambio está en marcha.

2020 ha sido denominado por la Organización Mundial de la Salud como Año Internacional de la Enfermería, a propósito del bicentenario del nacimiento de Florencia Nightingale (1820-1910). Este acontecimiento debe servir para visibilizar el papel de la enfermería en el cuidado de los seres humanos y su enorme contribución en todas las transiciones de vida y salud de las personas.

Como gremio, tenemos que exigir igualdad de condiciones laborales y económicas, reconocimiento a la colegiación, la certificación y los estudios avanzados al interior del sistema de salud, tanto público como privado. Como universitarios, nos corresponde el deber de contribuir, con nuestros conocimientos, talentos, compromiso y honestidad, al engrandecimiento de nuestra alma mater. Como profesionistas, hombres y mujeres tenemos que demandar al Estado mexicano que haga realidad el derecho a la salud. Y como mexicanos, debemos exigir el cese inmediato del clima de violencia y de la violencia de género: hostigamiento, agresiones y feminicidios. Hagámoslo por nuestra salud y nuestro bienestar. Por una vida digna para todos.

*Directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia


1   En México se reportan, a junio del 2018, más de 305,204 enfermeras y enfermeros, de los cuales el mayor porcentaje son mujeres y laboran en hospitales. Estado de la enfermería en México SSA, 2018.

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