En el hospital, en el autobús, en el clóset: nada los detuvo para tomar clases

De todo han vivido los jóvenes durante la pandemia, en la que se impone el anhelo de avanzar

Yael Gloria Rosas, Pablo Mauro Rosas y Pablo Bárcenas Domínguez. Fotos: Francisco Parra.

Lo feo es extrañar las conversaciones en pasillos y patios”

Hoy reinicia clases la Universidad Nacional Autónoma de México. Miles de alumnos y profesores están listos para aprovechar la experiencia adquirida en el ciclo escolar pasado y mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

A todos les llevó tiempo adaptarse especialmente por tener que enfrentar el reto de aprender a aprovechar las tecnologías disponibles, mejorar sus servicios de Internet en casa y concentrarse en el estudio. Tanto estudiantes como maestros manifiestan sentirse hoy mejor preparados luego de afrontar meses de pandemia.

Desde nivel bachillerato, licenciatura y posgrado, los jóvenes han encarado no sólo los efectos de la Covid-19 en sus casas, salud, economía. Han superado además la distancia y nuevas adversidades, y se mantienen firmes y listos para estudiar.

Tal es el caso de Yael Gloria Rosas, alumno de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) 2, Erasmo Castellanos Quinto, quien reconoce que para varios de sus compañeros la conexión en línea fue un problema, pues tomaban clase ya sea en automóviles o en sitios públicos, donde se escuchaba el ruido de los autos, la música, o las groserías de los transeúntes.

“Inclusive me pasó a mí que me encontraba en el hospital y tenía que estar en clases. Era muy incómodo porque debías estar atento al mundo exterior y a las clases”, narra.

Con él coincide Pablo Mauro Rosas González, también de la Prepa 2, quien refiere que una de las cosas que más le costó trabajo fue familiarizarse con las plataformas tecnológicas para enviar la tarea, lo cual debió aprender por cuenta propia, apoyado por sus padres.

“En ciertos casos soy muy distraído y luego ya todos estaban dormidos y yo haciendo tarea y eso me frustraba. Mi mamá nos ha ayudado para experimentar el uso de las plataformas, para adjuntar los archivos, ella es la que nos fue enseñando.”

Para Pablo Bárcenas Domínguez, de la Facultad de Contaduría y Administración, lo más difícil fue adecuarse a las plataformas digitales que se están usando para las clases y tareas. “Se me hizo un poco complicado al inicio. En el ámbito social ya no veo a mis compañeros y amigos que tenía en la Facultad; recuerdo cuando solíamos jugar entre clases o las conversaciones que teníamos. Ha sido de las cosas más difíciles”.

El paso de un nivel educativo a otro es un reto más que no se toma a la ligera, como Nathaly Rosas González, quien recién ingresa a la Prepa 2 y sabe que debe dar lo mejor de sí, pues los maestros son exigentes. Es una nueva escuela, no conoce a nadie y es muy distraída. “Tengo que poner más atención, hacer la tarea rápido y a tiempo”.

A su vez, Joana Alejandra Castelán, quien ingresa a la Facultad de Medicina, explica que el último año en la preparatoria fue difícil, pues “no lo pudimos aprovechar, no tuvimos nuestra graduación y la forma de aprender fue un reto para adaptarse a nuevos métodos de enseñanza de los maestros, que es diferente a estar en el salón y que el profesor te enseñe en el pizarrón, a ahorita en que la mayoría te pasan diapositivas y te debes adaptar a su ritmo”.

Además de la separación física de los amigos, a Bryan Flores Tosky, de la Facultad de Contaduría y Administración, le preocupa el caso de alumnos que estudiaban en Ciudad de México pero venían de otros estados, como uno de sus amigos, que es de Guerrero, y debido a la pandemia se tuvo que regresar.

“Allá no tiene acceso a Internet y tenía que ir con vecinos y amigos que lo ayudaran y era muy difícil porque luego se desconectaba a cada rato, no podía estar en sintonía con nosotros”, cuenta el joven universitario.

Joana Alejandra Castelán y Nathaly Rosas González.

Escuela 2.0

No todo ha sido un reto, la experiencia adquirida les ha dejado también avances importantes. Por ejemplo, Yael Gloria Rosas se consideraba antisocial, pero hablar detrás de la pantalla le ha permitido expresarse más libremente.

“Me liberé por fin de la cápsula que me retenía en las presenciales, que no me podía explayar al hablar y aquí me siento más libre. Y no sólo conmigo, un amigo que tengo que era antisocial empezó a hablar más en clases. Ese tipo de cosas apoyan a los estudiantes a socializar más y ser más participativos”, señala.

A estudiantes como Laura Hernández Mora, de la Prepa 2, este tiempo le ha permitido también convivir más con su hermana, pues ambas se quedan en casa para estudiar. “Estábamos en escuelas distintas y casi no nos veíamos, hoy al momento de las clases en línea cada una se pone en su lugar de trabajo y a tomar las clases… No hay como la comodidad de tu casa, tienes muchas cosas a la mano y había días en que casi no tenía clases y me dedicaba más a hacer tarea”.

Además de tener la oportunidad de continuar estudiando, Pablo Bárcenas Domínguez agradece el convivir más con su familia, hacer actividad física, poder dedicarse a la música en sus tiempos libres, pues en la escuela ha aprendido a hacer más cosas, a enfocarse más y a ser más responsable en sus trabajos.

“Esperemos que muy pronto pase esto y regresemos a un modo de vida mejor y que todos podamos lograr lo que tenemos ganas de hacer y podamos resolver todo al final del día”, esto con la esperanza de reunirse con sus compañeros nuevamente, pasar buenos ratos como antes y regresar a jugar basquetbol.

Este será un buen semestre, agrega Bryan Flores Tosky, pues la mayoría ya estamos adaptados a las herramientas, “sabemos la forma de trabajar de profesores y alumnos, y ahora será una sinergia más fácil de lograr”.

Bryan Flores Tosky y Laura Hernández Mora.

No hay como la comodidad de tu casa, tienes muchas cosas a la mano y había días en que casi no tenía clases y me dedicaba más a hacer tarea”

Ese aprendizaje, precisa Joana Alejandra Castelán, no sólo la ayuda a manejar mejor las herramientas como Zoom, sino que también le da esperanza para conocer su nueva escuela en el futuro próximo.

“Lo más gratificante fue ver la forma en que los maestros tenían un compromiso con la clase, porque en materias que teníamos laboratorios nos hacían llegar experimentos de forma casera para que realmente aprendiéramos lo que necesitábamos. Algunos implementaron páginas que complementaran los conocimientos”, finaliza.

No ha sido fácil. Han sido tantos los momentos dolorosos. Las pérdidas. Las familias mutiladas por un virus, por ese maldito coronavirus. Padres, madres, abuelos, hijos y hasta nietos perdieron la batalla contra la Covid-19. Qué dolor. SARSCoV-2. Siete letras y un número que ilustran el duelo permanente.

No ha sido fácil, porque además, había que estar encerrados. Tantas horas enclaustrados, tanta lejanía, tantas presencias difuminadas, tantos aromas ausentes.

Y luego, luego había que salir a trabajar, porque ese ha sido el otro duelo: el de las pérdidas económicas, el de los esfuerzos inconmensurables de abuelos, padres e hijos para que los estudiantes sigan en lo suyo: aprender. En continuar en la Universidad.

Tantos momentos difíciles. La estudiante que se tuvo que encerrar en un clóset para tomar clases porque en su casa hay multitud y algarabía. El que viajaba en microbús y ahí mismo, en medio de los vaivenes y los ruidos, se conectaba y participaba en los debates de la clase.

Y los maestros, ellos también, porque son madres y padres, y luchan no sólo por sus hijos, sino también por cobijar a sus estudiantes con cada clase, con cada Zoom que les dedicaban, con cada orientación que les compartían vía WhatsApp.

Prevalecimos. Sólo por la garra. Por la garra Puma. Y aquí estamos. Aquí estamos de nuevo, maestros y estudiantes, juntos todos, aunque sea a distancia, gozando y engrandeciendo de nuevo a nuestra UNAM.

¡Venga! ¡Ánimo!

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