Seminario De la Inclusión a la Interpelación

Conjunción afortunada entre música y sordera

Clase magistral de Sentire, ensamble colectivo de actores sordos y músicos

Alexander Bruck. / Eduardo Domínguez. Fotos: Teatro UNAM.

El violista y multiinstrumentista Alexander Bruck y el actor sordo Eduardo Domínguez compartieron con la audiencia su experiencia respecto al proceso, la metodología y la discusión teórica que han trabajado por cerca de tres años con piezas escénicas en las que conceptos como sonido, música, silencio y melodía son deconstruidos. Presentaron en vivo una clase magistral como integrantes de Sentire, colectivo en el que se unen artistas de la compañía Seña y Verbo: Teatro de Sordos y del Ensamble Liminar.

Lo primero que se vio fue un performance en pantalla dividida. Por un lado Alexander Bruck improvisó con su viola una pieza musical de aproximadamente ocho minutos, mientras que en el otro cuadro Eduardo Domínguez hacía un relato, igualmente improvisado, utilizando para ello el lenguaje de señas mexicana y clasificadores, es decir, un lenguaje poético basado más en el movimiento abstracto de las manos y en la gesticulación, una especie de pantomima, atractivas representaciones visuales para comunicarse a nivel escénico y, en este caso, conectar con la expresión musical.

Fue un diálogo discreto entre música contemporánea, interpretada con la viola, y el relato silente y simultáneo de un narrador que proyectaba contrastantes estados de ánimo conforme avanzaba en su historia. Dos mundos complementarios, músico oyente y actor sordo tratando de expandir su percepción y manera de trabajar en escena, aun a la distancia.

Ni terapia ni inclusión, sino una dupla para escucharse al unísono sintiendo las vibraciones musicales, y en ese trayecto explorar los linderos, los umbrales, donde la música se toca con otras disciplinas.

Lo que es una supuesta incompatibilidad entre la música y la sordera, resulta aquí una conjunción muy afortunada del lenguaje poético de los clasificadores, como si de una partitura se tratase, con la interpretación musical. Compaginación de ambos mundos donde se tienden puentes hacia la creación.

Lectura abstracta, puramente musical que nos remite a que el sonido es un vehículo para la música, pero que no se agota ahí. El reto es ahora amplificar las vibraciones, hacerlas perceptibles a través del cuerpo, que éste perciba las diferentes frecuencias y timbres, que distinga los tonos graves de los agudos. Lo que sigue es darse cuenta que el sonido que entra directamente por la piel y los huesos es tanto o más importante que aquel que nos llega a través de los oídos.

Vibraciones

El Ensamble Liminar, en voz de uno de sus integrantes, Alexander Bruck, reconoce que en el trabajo compartido con Seña y Verbo durante tres años de talleres y experimentaciones aprendieron cómo viven el sonido los sordos y, sobretodo, que la percepción de una aparente contradicción entre la música y la sordera queda más que atenuada cuando es posible amplificar las vibraciones y hacerlas sensibles a quienes, sin escuchar, sienten la música que les entra por todo el cuerpo.

Organizaron la clase magistral la Unidad Académica de Cultura UNAM, Teatro UNAM, la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en Cine y Teatro, el British Council, 17, Instituto de Estudios Críticos, y Kim Simpson de Take Me Somewhere, en el marco del seminario De la Inclusión a la Interpelación: Escena, Discapacidad y Política.

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