Conmemoran el resguardo del patrimonio bibliográfico de la nación

Con sesión solemne se celebran los 60 años de la reapertura de la Biblioteca Nacional de México en el ex-Templo de San Agustín y 30 de la inauguración del servicio en el edificio del Fondo Reservado

Foto: IIB.

La Universidad Nacional ha ganado por tener precisamente bajo su resguardo el patrimonio bibliográfico más importante del país. Se nos ha dado la oportunidad de preservarlo, estudiarlo y nos impone la obligación de difundirlo, aseguró Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM.

Al intervenir en la sesión solemne conmemorativa por los 60 años de la reapertura de la Biblioteca Nacional de México (BNM) en el ex-Templo de San Agustín y 30 años de la inauguración del servicio en el edificio del Fondo Reservado de Ciudad Universitaria, Lomelí Vanegas dijo que a lo largo del siglo XXI, debemos hacer una mejor labor para que se conozca esta riqueza bibliográfica que la nación ha encomendado a la Universidad para su custodia y estudio.

En la Sala Mexicana de la BNM participó también el exrector de la UNAM, José Sarukhán Kermez, quien confesó su gran afecto por las bibliotecas: “Había alguien que decía que una universidad era una biblioteca grande rodeada de edificios, y no estaba nada mal. Visité aquélla (en 1993, en el ex-Templo de San Agustín, Centro Histórico) y al ver cómo se encontraban los documentos, los libros más antiguos, valiosos, que el país había encargado a la UNAM, salí convencido de que había que hacer un esfuerzo para alojar esas joyas de información en un sitio adecuado, y que era mejor que estuviera adosado al edificio de la BNM”.

El exrector envió una felicitación a todos los directores de la BNM y del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), quienes han estado involucrados en su funcionamiento. “Aunque el hecho de tener esta información no debería quedarse en el guardar joyas, sino que ilumine lo más posible a la sociedad mexicana. Las nuevas tecnologías son retos, pero también oportunidades. La UNAM tiene que seguir creciendo y haciendo las cosas que nadie más en el país hace”.

Por su parte Vicente Quirarte Castañeda, presidente honorario y secretario del Consejo Consultivo de la Biblioteca y Hemeroteca Nacionales de México e integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, expresó que la misión de un fondo reservado no consiste exclusivamente en custodiar una riqueza museográfica.

“La riqueza, para crecer, necesita de sus lectores activos. Todo legado intelectual tiene la obligación de mantener la vigencia que el oro y la espada pierden con el paso del tiempo. Son una herencia viva gracias a la cual conversamos con los autores, sea en el aula, en el coloquio o en las cada vez menos frecuentes horas dedicadas a la lectura, gratuita y desinteresada, el más creativo y noble de los ocios”, destacó.

Porvenir

Pablo Mora Pérez-Tejada, director del IIB, apuntó que es necesario generar sistemas y plataformas tecnológicas de formatos perdurables para fortalecer vías de acceso abierto de recursos digitales.

“Al mismo tiempo se debe contar con la preservación de la memoria de nuestros pueblos. Las bibliotecas siguen siendo los repositorios que guardan la memoria documental de la humanidad, y deben ser fuentes confiables de acceso a la cultura abierta y democrática.”

El también investigador se refirió al 9 de octubre de 1993: “Hace 30 años se inauguró un nuevo edificio, el Fondo Reservado, que nos cobija ahora y custodia los tesoros librescos más importantes de la cultura mexicana. Fueron el entonces rector José Sarukhán y el exdirector del IIB, José Moreno de Alba, quienes consiguieron los recursos para construir lo que representa uno de los edificios más emblemáticos de la UNAM”.

Describió además su arquitectura singular, al traspasarse un túnel –del tiempo–, revestido de madera que confronta el busto de la escritora de escritoras, Sor Juan Inés de la Cruz, y se cruza, además, por un patio en donde se halla una fuente que sostiene una pirámide invertida.

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