Entre México y Estados Unidos, “una relación poco afectiva”

Leonardo Curzio, investigador del CISAN, presentó su más reciente publicación sobre los lazos entre ambos países

Foto: Libros UNAM.
Si algo ha caracterizado la relación entre México y Estados Unidos a lo largo de 200 años –y en especial las últimas dos décadas–, es que ambos países son socios, pero no han logrado estrechar de manera significativa sus lazos.

Así lo asegura Leonardo Curzio –comunicador, analista político e investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN)–, quien ha dedicado su más reciente libro, Vecinos. México y Estados Unidos en el siglo XXI, a analizar la dinámica entre ambas naciones.

La publicación se presentó en la 44 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería y “ofrece el retrato definitivo de unas relaciones que han pasado por distintos estadios (desde el espacio de convergencia y entendimiento de enorme profundidad que supuso el TLCAN hasta la hostilidad de Donald Trump), para definir cuáles son los desafíos de un futuro decisivo para ambos países”, de acuerdo con su sinopsis oficial.

Compartimos a continuación una entrevista con el autor:

¿Cuál fue la inquietud que dio pie a su libro?

Leonardo Curzio (LC): Surge porque el lazo más importante que tiene México es con Estados Unidos: cumplimos 200 años de la relación y es uno de los temas más importantes para el CISAN; particularmente en el caso del proyecto de investigación en el que participo, el tema central es cómo nos vinculamos con E.E. U.U. en materia de seguridad y gobernabilidad. En este caso es una mirada un poco más amplia para tratar de revisar cómo se ha venido consolidando la relación en estos últimos 25 años.

¿Cómo definiría el vínculo binacional?

LC: Es una relación que tiene cuatro pistas. Una que está muy institucionalizada con reglas más o menos claras, que se vincula con el comercio y la inversión. Hay otra que está construyéndose y deconstruyéndose de manera continua, que es la de seguridad: tanto tienes una pista muy sólida arriba y después algo que va armando cada una de las administraciones –tanto mexicana como estadunidense– que van poniendo sus prioridades.

Tienes otra en la cual hay una profunda hipocresía por parte de los vecinos del norte, la migración es un factor fundamental para darle dinamismo a su economía, igual que los intercambios comerciales; pero el tema sigue en una zona oscura, no hay legislación apropiada que reconozca el trabajo de millones de personas allá. Luego está el tema de la distancia, la intersubjetividad entre los países, si nos vemos más cerca o no a pesar de la gran cantidad de elementos que compartimos. México y Estados Unidos siguen siendo naturalmente vecinos, pero hay una enorme desconfianza en ciertos ámbitos, a pesar de todos los elementos que compartimos. Por tanto, la imagen que tienen de México es de ser un país problemático. Ahora, además de todos estos temas, se suma si hay un narcogobierno, si somos un país que propende al autoritarismo o no.

¿Por qué esa nación es reticente a vernos como socios?

LC: Somos socios comerciales, hacen muchos negocios con nosotros. Lo que no nos ven es como familia porque hay un tema de racismo. Lo digo claramente en el libro, somos socios y hacemos muchos negocios, pero no nos ven cerca en términos afectivos. Sigue habiendo la distinción entre americano y mexicoamericano, como si aquí dijéramos que alguien es hispanomexicano o francomexicano. La otra es que no somos un país del todo confiable; hay que reconocer que ni nosotros mismos confiamos en nuestras instituciones, por ejemplo, que tienen que ver con seguridad y justicia.

La imagen que proyectamos al exterior –reforzada ahora con el caso de Genaro García Luna– es la de un país donde los criminales hacen y deshacen. No hay una fuerza organizada del Estado que se les oponga o los contenga. Eso te debilita mucho como nación aliada y, en otros asuntos de seguridad, no lo sientes tampoco tan cerca.

Recuerdo un libro de Jeffrey Davidow, en el que dice que desde el momento en que atacan las Torres Gemelas “no sentimos a México cerca”; eso es lo que dicen ellos. Si tú ves las declaraciones del presidente Biden sobre la Guerra de Ucrania, tampoco está cerca el presidente de México, parece más preocupado porque no se enoje Putin que por decirle a su socio: “oye, yo estoy contigo, claramente yo defiendo las democracias y tu guerra es mi guerra”. Estar espiritualmente cerca nos ha costado, y eso explica que digan: “hago muchos negocios, pero más cerca no los siento”.

El tema de las drogas es el ejemplo de una relación disfuncional. Tienes un prohibicionismo estadunidense y también un consumo que no para; al mismo tiempo, tienes un permisionismo estadunidense con la venta de armas y un prohibicionismo mexicano que hace que no seas eficaz aquí en teoría. Hacemos muy bien en quejarnos de que las armas llegan de Estados Unidos, pero debería haber una autoridad aduanal o policiaca que te desarme al cruzar la frontera.

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